Capítulo XXI

34.1K 2K 4.2K
                                    

1/2 DEL MARATÓN


**CANCIÓN SUGERIDA: "A Drop In The Ocean- Ron Pope"

LONDRES, INGLATERRA

PRINCIPIOS DE JULIO DE 1714

CASA DE LA FAMILIA STRAFFORD

Ha caído la noche y me abrigo en su manto de anonimato para ir y encontrarme con mi hermosa rosa. El deseo de que sus ojos se junten con los míos es tan fuerte que mi corazón galopante como gacela que ha sido liberada para correr por los grandes pastos, espera su aparición. ¿Qué pasará esta noche? Mi corazón lleno de amor me impide pensar en algo que no sea tenerla conmigo.

¿Qué ha sido de mí? Que he perdido mi alma.

He perdido lo que soy para entregárselo a ella y no queda nada más de mí que un corazón anhelante y necesitado de su presencia para poder seguir latiendo y dándole movilidad a mi cuerpo que se ha vuelto un simple cobertor de la necesidad que llena mi alma cada vez que espero su llegada.

La espera me tortura, me destruye, me mata. Es como si al esperarla como lo hice meses atrás llegue a mí la noticia que de nuevo ha partido de mi vida y que esta vez, mi alma llora pensando que no volverá. Temo por mi existencia si al llegar el día ese dolor resquebrajante me encuentra.

No podré soportar encontrarla para perderla.

Esperarla durante tanto tiempo, que ha parecido una eternidad para decirle adiós de nuevo.

Oh, buen Dios no permitas que me deje.

No dejes que mi amor sea el causante de tal atrocidad. ¿Por qué puede ser blasfemia lo que siento? ¿Por qué es malo que la ame? Nadie podrá decirme que sentir lo que siento es una enfermedad, una locura, una tiranía. Nadie podrá decirme que amarla no es lo que debería ser, porque a pesar de todo ella es mía. Ella es mía en alma, en esencia y espíritu. Ella es mía aunque ante los ojos de todos su marido la reclame. No podrá amarla jamás como la amo yo.

Nadie podrá amarla como la amo ya. Mi amor es desinteresado, honesto y puro. Tan puro como el blanco color que refleja la luna ante mis ojos esta hermosa noche. Esa luna que está creciendo cada vez más hasta llegar a convertirse en un hermoso cuerpo brillante que ante los ojos de nosotros los mortales es luz en medio de las tinieblas.

Algo interrumpe mis pensamientos. Una rama, un sonido y oigo sus pasos antes de que hable y sé que es ella.

—Rosa mía he vuelto a ti—oigo su voz justo a mi oído y me giro para encontrarme con su hermoso rostro. La sonrisa llena mi rostro mientras tomo mi vestido permitiéndome girar completamente para verla. Esa noche viste de verde. Esos vestidos que alguna vez me dijo que odiaba que diseñaran para ella, pero que la hacían ver tan perfecta, tan etérea, tan maravillosa.

—Benditos los ojos que son capaces de verte esta noche que brillas como la misma luna que en el cielo me provee la luz para admirarte—veo sus ojos y mi cuerpo tiembla ante la intensidad de esos ojos color oro que me ven fijamente y siento que llegan hasta lo más profundo de mi alma.

Ella se acerca a mí y me toma por la cintura viéndome con tanto anhelo como el que yo siento y me queda claro que no soy la única torturada con su ausencia. Que no soy la única que sufro cuando no la tengo cerca por que lo siento en su cuerpo, tembloroso, necesitado que se une al mío mientras ambos intercambian anhelos para crear uno solo que esa noche se ve saciado por nuestra unión.

Sus ojos no son verdes como los recuerdo en mis innumerables sueños con ella, pero al mismo tiempo la mirada que me da ahora me parece tan sobrenatural, tan perfecta. Es mi hermosa y perfecta rosa. Ella me sonríe y pega su frente a la mía mientras nos abrazamos.

The Midnight Chronicles TrilogyWhere stories live. Discover now