Capítulo 3 ∞ El alquiler

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    .–Sol–.

  Debía analizar a fondo la situación que se me echaba encima. No había habitaciones, no había nada libre en los cinco kilómetros a la redonda de la universidad. Ni siquiera en el panel de folletos colgado en la entrada, todos los números a los que había llamado me habían dicho lo mismo «La habitación ya está cogida, lo siento».

  No tenía ningún problema en convivir con un chico, había vivido toda mi vida con mis dos hermanos, estaba acostumbrada. Pero lo que me fastidiaba de alguna forma era que, tras escapar de mis hermanos, me metiera de nuevo en aquello; es decir, convivir con hombres. No iba a ser fácil y menos con aquel muchacho tan inusual que, por alguna extraña razón, se negaba a vivir sin compañía femenina, a pesar de poder permitírselo.

Pasé la noche dándole vueltas a la idea de quedarme o no, finalmente, lo decidí al pegarme una ducha por la mañana.

Opté por no secarme el pelo por si Jayden seguía durmiendo en su cuarto, aunque ya era casi mediodía. No me gustaba molestar, preferiría pasar inapercibida entre aquellos muros.

Al salir de mi habitación, me lo encontré en el pasillo y se me quedó mirando como si se hubiese olvidado de que vivía allí. Tenía el pelo revuelto y hacia un lado porque, posiblemente, habría dormido contra la almohada. Tenía un aspecto demasiado inocente, pero seguía sin creerme que había una buena persona ahí dentro, pues se podía apreciar algo oscuro en sus fríos ojos ceniza.

  —¿Aún sigues aquí? —preguntó al mismo tiempo que un reguero de arrugas cubría su frente.

  Controlando mi orgullo, me limité a decir:

  —Necesito quedarme —su expresión cambio por completo. No se esperaba que aquello pudiera salir de mis labios, normal, yo tampoco sería capaz de creérmelo—. Solo hasta que encuentre otro lugar donde vivir.

Asintió como si le importará lo más mínimo el tiempo que tardará en marcharme.

  Me di la vuelta con la intención de abandonar el piso.

—Hazme un favor —me pidió antes de que me fuera—. No te metas en mi vida, ignórame como yo haré contigo, ¿vale?

  Estuve apunto de aplaudirle por decir aquello que me cruzaba por la mente constantemente.

  —Hecho —solté secamente y mostrándome de lo más normal—. Por cierto, tengo que darte algo.

Saqué de mi bolso beige un sobre con el dinero del alquiler y se lo lancé. Jayden lo atrapó con una mano y, al abrirlo y ver un fajo de billetes, una mueca se esbozó en su rostro.

—Quédatelo. —Me lanzó el sobre de vuelta—. Creí que te había dejado claro que nada de pagar el alquiler.

¡No me dejó nada claro!

—No me lo llegaste a explicar -hice un gran esfuerzo por no ser maleducada.

—Oh, es verdad —reconoció para mi sorpresa—. Saliste corriendo como si te diera miedo.

Ahora la figura de su boca parecía divertida, como si esto solo fuera un juego de niños.

  —¿Puedes explicármelo, por favor? —me centré en ir al grano y dejarnos de una vez de tonterías.

—No hay nada que explicar, no pagas y ya está —dijo ariscamente—. Ah, y no te creas importante por no hacerlo, ninguna pagáis el alquiler.

Que utilizará el plural me revolvió el estómago. ¿Pagáis? ¿Qué es lo que intentaba decirme? ¿Había más chicas viviendo en el apartamento? No tardé en salir de dudas con alguna de mis especulaciones.

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