Capítulo 52 ∞ Días de eclipse

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        *–Luna–*

    Sin duda, Elodie tenía un aspecto apagado y frágil. Sus mejillas habían perdido aquel tono rosado y lleno de vida. Se estaba muriendo, y yo no podía hacer nada para impedirlo. ¿O sí?

  Odiaba tener que mentirla y más en aquellas circunstancias, pero estaba dispuesto a hacer lo correcto por el bien de los dos. Elodie debía dejar de lado aquella faceta orgullosa que, desde luego, no la salvaría la vida. Le dije que iba a recoger el dinero de mi cheque cuando en realidad me dirigía a la oficina de mi padre y, para suerte mía, se encontraba en el centro de Manhattan. Cogí un taxi y me presenté en el edificio en cuya puerta había una placa donde ponía: Ironamic.

  Tras pasar unos minutos en la sala de espera, la secretaria me dio vía libre para entrar a su despacho. En el interior, pude ver un espacio moderno y espacioso con muebles de los mejores materiales, típico de alguien como mi padre, darse lujos. La última vez que estuve en aquel despacho fue hacía ya poco menos que una década. La silla giratoria de cuero negro giró, y su sonrisa se ensanchó de verme. Y cómo suponía, estaba con el dichoso teléfono en la oreja, no se separaba de él ni un momento. Esperé unos minutos a que colgara y luego entrelazó los dedos de sus manos y me dijo:

—Sabía que no tardarías en volver, hijo.

—Hola, papá —puntualicé la última palabra destacando que no se me hacía cómodo llamarle por el nombre con el que todo hijo llama a su padre.

—Debes estar muy necesitado para llamarme papá. ¿Qué es lo que quieres? ¿No tuviste suficiente dejándome en ridículo delante de la universidad?

Vaya, todo el santo día preocupado por la imagen.

—¿Te acuerdas cuando mamá se estaba muriendo? —Saqué un tema del pasado que me vendría bien para convencerle de darme aquel préstamo que salvaría a Elodie—. Quizás intentaste encerrarte en tu habitación para no pensar en el asunto, pero todos en la familia sabíamos que te importaba, ¿verdad?

Posó los ojos en la mesa de roble del escritorio como ocultando sus expresiones.

—Sí, lo cierto es que sí me importaba. Y te contaré porque me enceraba en mí... habitación. Tenía que encontrar la fórmula para hacerme rico y salvarle la vida a tu madre, Jayden. Pero las cosas no vienen cuando tú quieres, no. —Impasible, comenzó a arremangarse el traje de empresario—. Y estoy seguro de que no vienes a hacer una visita a tu querido padre sino a pedirme dinero.

Pestañeé un par de veces sin saber muy bien qué contestar. Ahora tenía que ser más audaz que nunca.

Mi padre había vivido guiado por el dinero, aquella arma que todo lo controla y que puede decidir entre la vida o la muerte.

—La historia se vuelve a repetir, padre. Han pasado casi quince años, y ahora, la mujer a la que amo se va a morir, delante de mis ojos. Igual que pasó con mamá. —Alcé la mirada y la posé en él declarando todas y cada unas de mis suplicas—. Y te pregunto, si tuvieras ahora la forma de impedirlo, ¿lo harías?

Antes de que pudiera responder, el teléfono comenzó a sonar rompiendo el tenso ambiente que yo mismo había creado.

—¿No lo vas a coger? —le pregunté sabiendo de sobra que él siempre contestaba al teléfono.

Apretó la mandíbula definiendo sus ganas de hacerlo, me sorprendió que las contuviera.

—No, Jay, no lo voy a coger. He supuesto que..., al igual que con tu madre, hay una operación o tratamiento con varias cifras que le salvará la vida a...

—Elodie.

—No te lo voy a pagar —declaró.

La última esperanza que me quedaba se vio evaporada en menos de un segundo.

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