Capítulo 10 ∞ Culpable

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.–Sol–.

—¿Cody?

  —Vaya, vaya, mira quien se ha unido a la fiesta —me dijo haciéndome girar sobre la punta de mis pies—. ¿Estás buscando al anfitrión?

—¿Dónde está?—-quise saber ciñéndome a lo importante.

Cody me inspeccionó con la mirada, pues no iba apropiadamente vestida que digamos para un acontecimiento como el que se estaba dando en mi supuesto apartamento.

—¿Tú qué crees? —gritó en mi oído para que fuera capaz de oírle—. Está disfrutando de su fiesta y tú vas ha hacer lo mismo.

—¿Qué? ¡No! —pero mi negación no sirvió de mucho, pues me llevó tirando de mi mano con fuerza hacia un grupo de personas que bailaban junto al volumen excesivo de los altavoces.

—Chicos, esta es la nueva inquilina de nuestro querido Jay.

Todos me miraron consiguiendo incomodarme del todo. Quise desatarme de Cody, pero me agarraba con fuerza, demasiada fuerza. Al final, me liberó para engancharme a una chica que por lo que vi estaba igual de loca que los demás.

—¿Eres la nueva? —me preguntó arrastrándome a bailar.

Asentí a su pregunta, ya que estaba segura de que no oiría un por respuesta. No pude evitar fijarme en ella; más alta que yo y muy delgada, de pelo negro con reflejos azabache y flequillo perfectamente cortado; en cuanto a su aspecto, era demasiado escuálido, a pesar de que mostraba gran interés por vestir colores vivos que resaltaran su tez pálida.

—Soy Serena —se presentó mientras bailaba.

—Elodie —grité.

No pensaba bailar, yo no era de esas que se sueltan fácilmente. Quizás habría bailado un par de veces mientras recogía la casa con los cascos puestos, pero públicamente era distinto, muy distinto.

—Vamos, estrecha, bebe un poco —me dijo Cody tendiéndome un vaso rojo—. Tranquila solo es un poco de refresco para que te dé fuerzas, la noche es joven.

Lo cierto es que me estaba muriendo de calor, el sudor ya era parte del aire. Cogí el vaso, y me lo tragué para no deshidratarme en cualquier momento. A decir verdad sabía raro, no tenía el sabor de un refresco; cabía la posibilidad de que llevara alcohol, pero tampoco quise preocuparme, pues solo había sido una copa.

No tardé en soltarme, y empecé a bailar junto a Serena. Me quité la camiseta de cuello vuelto y la lancé a saber dónde. El calor se hacía cada vez más notable y sin darme cuenta, fui recibiendo vasos rojos que me hacía entrega únicamente Cody.

  Serena era la más alocada de todos, quizás porque se había bebido tropecientas copas; de todos modos, nos complementamos bien a la hora de bailar llamando la atención de los universitarios más distinguidos de la fiesta. Había olvidado la libertad de soltarme, dejar atrás mi faceta rígida y perfecta para desmelenarme con la música. Como si me hubiese transportado o, mejor dicho, transformado.

No sé cuanto tiempo paso, pues perdí la noción del tiempo. Entonces, mis ojos se unieron con los suyos y su sonrisa se borró. Me miraba fijamente, como si no se esperara mi presencia y, menos aún, que estuviera disfrutando de su fiesta. Estaba muy atractivo; desatando deseo por todos los ángulos posibles, ya que dos chicas le tenían rodeado con sus brazos, él las cogía de la cintura como quien no quiere la cosa.

  —Ten cuidado con él —me previno Serena al ver como le miraba—. Hoy o mañana ya te habrá abierto de piernas.

—Eso no va a ocurrir —le aseguré llevándome otro trago a la boca.

  —Tú eres diferente, cabe la posibilidad de que sea indulgente contigo. —Se rió.

—Dejemos de hablar de él —le pedí—. ¡Me estás amargando la fiesta!

Serena me hizo caso de inmediato, y en seguida continuamos moviéndonos al son de la música. Jayden abandonó mis pensamientos, y lo agradecí en gran parte, un problema menos. Varios chicos se me acercaron y fui rechazándolos, pues yo solo quería bailar junto a mi nueva amiga. Ella al final cedió ante uno que no dejaba de comérsela con los ojos, y se marcharon a Dios sabe donde y con qué intenciones. Me quedé sola, pero de tanto alcohol que mi organismo había ingerido no noté ninguna soledad. Pronto, me vi obligada a cerrar los ojos, ya que lo único que mis pupilas fueron capaz de discernir fue un mundo borroso a mi alrededor. Sentía que flotaba que me estaba cayendo hacia atrás como si me lanzará desde lo alto de un edificio a cámara lenta. Y caí, caí lentamente hacia lo que me deparara. Sus brazos me alcanzaron, me sostuvieron para que mi cabeza no chocara contra el suelo. En menos de un segundo, recuperé la conciencia del momento. Mis ojos se fueron abriendo y vi cómo, delante de ellos, se iba aclarando una figura esbelta por no decir perfecta. Me levantó tirando de mi cintura con una sola mano sin desatar ningún tipo de esfuerzo, yo apoyé la mía en su hombro sintiendo como mi pelo flotaba en aquel mero movimiento. Mi boca se abrió para inhalar el denso aire y no pude evitar depositar mis ojos en sus labios.

—No deberías estar aquí —me dijo torciendo la cabeza.

—Esta... Esta mañana me invitaste.

—Cierto, pero sino recuerdo mal... tú ya no estás en la lista, tú misma te excluiste, ¿recuerdas?

Se acercó más a mí y me estremecí sintiendo como las rodillas me fallaban. Mi cuerpo se revolvió, el alcohol no me había sentado bien, pero nada bien. Al sentir una arcada me separé de Jayden de inmediato. A penas pude ver en su rostro un mínimo pero claro signo de preocupación, me limité a alejarme de él lo máximo posible. Anduve como pude hasta llegar a su habitación, esta estaba vacía, al menos, poseía un baño propio, en el cual me metí lo antes posible. Cerré con pestillo y me dejé caer contra la puerta.

—¿Elodie? —me llamó al otro lado—. Elodie, abre la puerta.

—Déjame en paz, es tu maldita culpa que esté así.

No oí ruido alguno y supuse que me habría hecho caso. La música cesó, cosa que no tardó en sorprenderme y que, en cierta parte, agradecí, pues mi cabeza no aguantaría por más tiempo aquella ensordecedora canción, si se podía llamar así.

Logré levantarme apoyando mi mano sobre el lavabo, me miré al espejo y mi labio inferior tembló. Las lágrimas se extendieron por mí rostro calmando el ardor de mis mejillas empapadas de sudor.

¿Quién era esa chica? La misma que se reflejaba en el baño de su compañero de piso, esa chica borracha y deteriorada que buscaba fiesta a todas horas. No era Elodie Stuart, era una persona muy distinta, una persona de la que me había intentado proteger toda mi vida. Sabía que la culpa no la tenía Jayden ni Cody, la tenía yo.

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