Capítulo 18 ∞ Dependencia

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*–Luna–*

La semana transcurrió. Me crucé un par de veces con ella por los pasillos de la universidad. La había infravalorado, Elodie era una chica muy sociable. Había creado un grupo de amigos con los que se juntaba a la hora de comer; entre ellos estaba el capullo de Byron Levis, una chica pelirroja que no había visto en mi vida y otras dos chicas que me sonaban únicamente de vista.

¡Casi no coincidimos durante toda la semana! Elodie se dedicaba a jornada completa a estudiar todo lo que daba en sus clases diarias. Iba entendiendo la importancia que le daba a formar parte de Yale.

   El otro día casi la pierdo, sino fuera por mis insistentes suplicas, ya me habría dejado. Sería solo mi compañera de piso, y sabía de sobra que no sería tarea fácil. Me iba a costar convivir con ella más por el hecho de que me atraía en todos los sentidos. Tenerla cerca de mí y no poder tocarla se convertía en una absoluta tortura.

—Está bien, Sussie. Cuídese —me despedí colgando el teléfono.

Sussie era mi asistenta personal. Se pasaba todas las semanas por mi ático a limpiar y hacer las tareas de la casa. Acababa de llamar para informarme de que se había puesto mala, ahora tendría que apañármelas solo. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Me había quedado sin ropa limpia.

Fui hasta la habitación de la colada. No me costó encontrar el jabón y el suavizante para la ropa. La metí en la lavadora y jugué con los botones hasta conseguir ponerla en marcha. Esperé varios minutos impaciente a seguir con el siguiente paso.

Comencé a mirar los quinientos mensajes del móvil, casi todos eran de chicas que me pedían quedar a todas horas. Era tan estresante ver sus ilusiones que decidí ignorarlas.

Debía estar muy distraído, pues tardé bastante en darme cuenta de que de la lavadora salía jabón, y esta se balanceaba como si se hubiese vuelto loca.

—Oh, mierda.

Presioné el orificio de salida intentando impedir que se escapara más espuma de la lavadora, pero esta salía a presión y empecé a darle a todos los botones para pararla cuando lo único que conseguí fue que empeorara.

-Jay, ya estoy en casa -dijo su voz proveniente del salón.

Joder, lo que me faltaba.

-¿Jayden? -preguntó al abrir la puerta y encontrarse el estropicio que había causado.

-¡Ayúdame!

Elodie se desplazó hacia la lavadora y la detuvo con sólo darle al botón de off. Me quedé puramente avergonzado. ¿Qué estaría pensando de mí? Cuando alcé la vista, vi que me miraba conteniendo la risa, hasta que la soltó de golpe. Se reía a carcajada suelta mientras jugaba con la espuma entre sus manos, había que reconocer que tenía una risa preciosa.

-¿Qué te pasa? -quise saber la gracia que le veía a la situación.

-Pues que... -luchó por dejar de reír-... que puedes hacer cálculos matemáticos casi imposibles, pero no puedes poner una simple lavadora sin inundar la casa.

Esta vez consiguió hacer que me riera con ella. Tenía toda la razón, era un negado para las tareas de la casa. Podría decirse que siempre fui un niño mimado que nunca se ha hecho la cama.

-Sé lo que estás pensando, y en mi defensa, añadiré que mi asistenta me ha dejado tirado.

Puso los ojos en blanco mordiéndose el labio.

-Tengo una idea -me dijo mientras me ayudaba a limpiar la espuma del suelo con una fregona-. Ya que no vales para estas cosas, ¿por qué no me dejas que te enseñe?

EclipsadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora