Capítulo 6 ∞ La siguiente

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*–Luna–*

-Ya veo, Jayden. ¿Podemos hablar a solas? -me dijo Cody cerrando la puerta del apartamento.

-No deberías haber venido -le advertí de brazos cruzados.

-Así que una rubia -cambio de tema, como suponía-. Cada vez te arriesgas más.

-No va a durar, se irá.

Cody rió maliciosamente y se frotó la barbilla.

-Oh, vamos Jayden, ¿por qué no la hechas? ¿Tiene algo especial a parte de ser rubia?

-¿A ti que más te da? Pronto se marchará y vendrá la siguiente.

-Esa chica tiene carácter. ¿Qué pasará cuando se prende de ti? Yo solo intento proteger a tu próxima víctima y, lo que es más importante, a ti.

Cody estaba colmando mi paciencia.

-Está bien, terminemos con esto.

Cogí las llaves de mi apartamento y escuché por lo bajo "Ten cuidado con ella, Jay". Puse los ojos en blanco y empujé la puerta para abrirla. La vi junto a la cocina canturreando una canción. Aquella chica tenía un aspecto de lo más inocente, como si no fuera capaz de matar a una mosca. Era cierto que su belleza era tan clara como su piel. En seguida, sentí sus ojos clavados fijamente en mí. El sonido del microondas nos hizo reaccionar a ambos.

-¿Te has preparado algo? -le pregunté mientras me arremangaba la americana.

-Sí, tenía hambre -respondió intentando forzar la compuerta del microondas-. ¿No te importa, no?

Me reí en mi interior, una chica de pueblo luchando por recuperar su comida sin éxito.

-Mi nevera es tuya.

Caminé por el salón y llegué hasta la cocina para ayudar a Elodie. Mis manos rozaron las suyas y sentí un escalofrío.

-Deja que te ayude.

Dándole al botón indicado el microondas se abrió.

-Los platos están en el tercer estante a la derecha -le dije divertido al mismo tiempo que me dirigía a la nevera para picar algo.

-Gra-gracias -tartamudeó.

Se sirvió su sándwich y se sentó en una banqueta de la cocina. Me sorprendió ver a una chica disfrutar con la comida. ¿Desde cuándo eso era común? Todas las chicas que conocía se mataban a pastillas y dietas pero Elodie comía como sino hubiera un mañana. Ni si quiera se sentía avergonzada de comer en público. Me pilló mirándola y sentí como su cuerpo se tensaba, decidí sacar un tema que me rondaba por la mente:

-¿Te acuerdas de la conversación de esta mañana? -Mientras esperaba a que me respondiera comencé a prepararme uno de sus sándwiches, tenían una pinta tremenda. Levanté la vista y vi que estaba asintiendo así que continúe-: creo que debería disculparme, fui muy poco hospitalario.

Si quería ganarme la confianza de Elodie tenía que empezar poco a poco. Algo me decía que no sería tarea fácil con la rubia de Kansas.

-No pasa nada -dijo cortante como si aceptará a regañadientes mis disculpas. ¿Por qué tenía que hacerse la humilde? Podría haberme respondido de mala gana.

-Te equivocas -insistí dándole importancia al asunto-. No conoces a nadie en New Heaven, y seguro que no te di muy buena impresión.

Su expresión cambio en cuestión de segundos. ¿Tanto le extrañaba mi amabilidad? Yo podía ser un auténtico caballero si me lo proponía. Sabía ganarme a las mujeres con las palabras y con los actos. Podía hacerlas enfurecer y calmarlas con sólo una sonrisa, yo poseía los hilos para manejarlas como simples marionetas, solo tenían que dejarse abrir y eso intentaba hacer con Elodie. ¿Y si ella era mi siguiente víctima como había dicho Cody?

-¿A qué viene esto? -preguntó confundida-. Esta mañana me soltaste un sermón sobre no influir en la vida del otro y ahora pretendes mostrarte amistoso conmigo. ¿Por qué?

Me mantuve quieto, intentando controlar mis expresiones. Nadie me llevaba la contraria, nadie me decía la verdad con tanto valor como Elodie Stuart. Siempre habían dicho se las rubias eran tontas, pero ella no tenía ni un pelo de tonta.

-Solo pretendía ser un buen compañero, sin malos rollos.

No se creyó mi comentario y se levantó de la mesa para lavar su plato. No podía creer lo que veían mis ojos. ¡Estaba fregando su palto! Al terminar lo dejó sobre el fregadero para que se secara.

-Será mejor que sigamos con el plan, yo no me meto en tu vida ni tú en la mía.

Mis ojos se abrieron de golpe. ¿Pero quién se creía que era? Nadie se escapa de mis garras, nadie. Una vez que te metes por la puerta de mi apartamento, te metes en mi vida y yo me meto en la tuya. Así son las normas. ¿Y qué si esta mañana creía que no llegaríamos a nada? ¿La iba a dejar marchar tan tranquila? No, no había terminado con ella. Era mi siguiente víctima y lo había decidido.

-Suéltame -me pidió despertándome, pues ni me había dado cuenta de que la tenía agarrada por la muñeca. Le apretaba la circulación sintiendo el pulso de su circulación. Hice un esfuerzo por soltarla mientras un suspiro se escapaba de mi interior.

Se marchó a su cuarto dejándome solo y pensativo. Me sentía débil. ¿Desde cuándo Jayden Irons era débil? Jamás, cuando me empeñaba con algo no paraba hasta conseguirlo. Hasta partirle en trocitos el alma a aquella persona. Se lo merecía, se lo merecían. Me gustaban los retos, y estaba seguro de que Elodie Stuart era uno.

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