Capítulo 28 ∞ Confesión

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        .–Sol–.

   El baile no era cómo me lo esperaba. Era elegante, lleno de estudiantes que solían asistir todos los años. Yo me sentía como una auténtica princesa con aquel vestido que Serena me había hecho.

   —Rubia, estás increíble —me dijo Byron sin despegar sus ojos de mi vestimenta.

  —Gracias, tú también estás guapísimo.

   Byron llevaba un traje azul marino que le quedaba tremendo a juego con su piel. Su mascara era puntiaguda y del mismo color.

   —¿Me concede este baile? —me tendió una mano haciendo una reverencia.

   —Faltaría más.

    Dejé que me arrastrara al interior de la pista para bailar conmigo. Yo no sé donde tenía la cabeza que no dejaba de buscar entre las parejas que nos rodeaban a Jayden. ¿Dónde podía estar? Quizás con gente importante haciéndose fotos. No me sorprendería que prefiriera otra compañía a la mía. Tal vez estaría filtreando con multitud de chicas a la vez, lo más seguro es que así fuera.

  —¿Estás bien? —inquirió Byron con las cejas fruncidas.

   —Eh, sí, es solo que... aquí hace demasiado calor —mentí al momento para no levantar sospechas.

   Agaché la mirada para que Byron no viera la desilusión de mi rostro. Fue entonces cuando sentí unas manos que me soltaban de los brazos de mi amigo, me arrastraron alejándome de Byron y me dieron la vuelta dejándome a dos centímetros de él. Vestido de traje negro con la camisa interior desabotonada. Ni siquiera el antifaz que tapaba su mirada podía quitarle el atractivo   Estaba sonriéndome, con su hilera de dientes blancos y perfectos.

   —Te he encontrado.

   Sorprendida, quise saber:

  —¿Me estabas buscando? —Alcé mis ojos hacia los suyos.

  —No me hace falta buscar a la mujer más hermosa del baile.

   Me mordí el labio sintiendo como mi corazón me golpeaba el pecho una y otra vez.

    —Quiero confesarte algo.

  En cuanto oí esas tres palabras las rodillas me fallaron y me habría caído sino fuera por que sus brazos me sujetaban de la cintura apretándome contra él. No dije nada, dejé que continuara:

  —¿Ves a las demás chicas? —me preguntó mirando a su alrededor. Yo asentí a su pregunta—. Pues ya no las veo, porque solo puedo verte a ti. Me despierto y te veo a ti. Llegó a casa y te veo a ti . Me duermo y te veo... —se atragantó—. ¿Qué estás haciendo conmigo, Elodie Stuart?

    Hice un esfuerzo por decir:

   —Yo... Lo siento.

   —No tienes que sentir nada, has derruido mi muro. Lo has hecho y ahora estoy a tu merced. Y a cada día que pasa, lo veo con mayor claridad.

       —¿El qué? —quise saber.

       —Que me he enamorado de ti, Elodie.

   Aquello era lo último que me esperaba, me había dejado boquiabierta. ¿Jayden enamorado de mí? Nos conocíamos de un par de meses... ¿Quién no me decía que era una táctica para que cayera rendida a sus pies? Aunque su tono había sido sincero, como si su confesión fuera la mismísima verdad. ¿Y si lo era? ¿Y si ya no era el mismo? ¿Cómo se suponía que tenía que reaccionar? Estaba hecha un lío, un completo lío. Yo nunca me había enfrentado a casos cómo este, nunca nadie me había dicho eso. Necesitaba aire, necesitaba pensar.

    Jayden supo lo que me pasaba de inmediato y tiró de mí para sacarme del baile. Yo me dejé llevar hasta que sentí el aire fresco de la noche que me helaba la piel. Su mano aferrada a la mía me conducía a Dios sabe dónde. Ambos nos quitamos las máscaras para dejar que el frío otoñal nos cubriera. Y caminamos por el campus de la universidad en dirección a un edificio apagado.

  —¿A-a dónde vamos?

   —A un lugar donde puedas relajarte.

             ∞ • ∞

—¿La biblioteca?

   Jayden me sonrió metiéndose las manos en los bolsillos. Había conseguido inexplicablemente burlar la cerradura de la biblioteca de Yale. Aquel espacio era inmenso, recubierto de libros en todas y cada una de sus estanterías. Los alargados ventanales de vidrio tenían la punta pinchuda y la luz del exterior manaba de entre ellos. De noche la biblioteca parecía un lugar fascinante, mágico.

  —¿No te gusta?

  —¿Bromeas? —dije emocionada. Caminé hacia las escaleras del segundo piso—. Me has traído al paraíso.

  Comencé a subir los peldaños en silencio.

  —¿A dónde vas? —me preguntó su voz desde abajo.

   —Quiero buscar mi libro favorito. ¿Me acompañas?

   Anduve con él a mis espaldas por los pasillos infinitos que poseían las más grandes obras literarias. Mientras pasaba mis dedos por los libros viejos que escondían maravillosas historias. Estaba cautivada, como si Jay hubiese sido consciente de porque me gustaba tanto ese sitio. Y teníamos toda la biblioteca para los dos solos.

   —Tiene que estar aquí —le dije parándome en un pasillo que daba a un ventanal con vidrieras de colores.

  —¿Cómo se llama el libro qué estamos buscando? —quiso saber pasando sus manos por las estanterías.

  —Es antiguo, mi madre me lo regaló cuando cumplí doce años. Se llama:  El soplo de una chispa.

  Aquel libro me había aportado tan buenos momentos. Trataba sobre una historia de amor tan profunda y sobrecogedora que no pude evitar leerlo una y otra vez. La protagonista estaba enamorada de un chico que la quería en secreto al igual que ella. Cuando por fin se declaraban su amor ella caía enferma y le ocultaba durante meses que acabaría muriéndose para poder pasarlos feliz junto a su amado. Al final ella se moría abandonándole tan rápido como el soplo de una chispa. Siempre que lo leía acababa llorando como una maldita sensible que soy.

    —Creo que lo he encontrado.

  Desvié la mirada hacia él. Jayden portaban entre sus manos un ejemplar del libro. Sopló la portada para liberarlo del polvo y lo abrió por la primera página. Me aproximé hasta él sujetando mi vestido para no tropezarme. Miré el primer capítulo de reojo y sonreí.

  —Es este.

  Una corriente de aire se levantó misteriosamente pasando todas las páginas del libro de principio a fin. Jay me miró con aquellos ojos claros que parpadeaban como estrellas del cielo y reflejaban la luz procedente de la farola que se introducía por la vidriera de colores. Aquel profundo silencio se rompió en cuanto cerró el libro en un golpe sordo. Me quedé muy quieta oyendo nuestras respiraciones entrecortadas. Y luego fui viendo cómo sus labios se iban acercando a los míos hasta juntarse, y al hacerlo, la electricidad en el beso fue palpable. Encajó su mano en mi cuello y luego, con la otra, deshizo mi peinado liberando mi melena, la cual chocó contra mi espalda, hundió sus dedos en ella atrayéndome hacia él y sin dejar de besarme con una infinita dulzura que en seguida se convirtió en una irremediable pasión.

   Parecía imposible que estuviera ocurriendo. Nunca había imaginado que alguien pudiese fascinarme de tal forma. Nunca me había sentido así por nadie, pero, sin duda, a partir de aquel momento ya nada volvería a ser igual.

    Bueno, espero con todo mi corazón que os haya fascinado tanto como a mí. Sí es así, déjadme vuestra opinión.

    Y respondiendo a vuestras preguntas, voy a intentar subir todos los días, espero que no os importe ver una actualización constantemente. Besos y gracias por brindar vuestro tiempo a esta novela ❤

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