Capítulo 53 ∞ Completo

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.–Sol–.

    Oscuridad, desoladora y penetrante oscuridad, no veía otra cosa.

  ¿A caso estaba muerta? ¿Había ocurrido? No, me negaba a creerlo. Algo me decía que mi corazón seguía latiendo, lentamente, pero latía. Y tenía que luchar por Jay, por los dos.

Estiré los brazos a duras penas y choqué contra una especie de puerta de madera barnizada. Intenté palpar el pomo de la puerta, pero no di con él. Ni si quiera podía moverme, parecía como si estuviera en un cubículo hecho a mi medida.

—¿Hola? —probé a ver si alguien podía oírme.

  Pegué un puñetazo a la puerta y esta me respondió con un sonido hueco. Volví a aporrear la madera, una y otra vez hasta que los nudillos de la mano se humedecieron de lo que probablemente sería sangre.

Como un golpe de suerte, la puerta se abrió devolviendo la luz a mis pupilas. Pude ver las copas de los árboles, verdes y esbeltas. No me sentí más feliz que en aquel momento. ¿Significaba esto que estaba viva?

Me fui levantando poco a poco y retirándome aquellas flores que había desperdigadas por todo mi cuerpo. También, vi que llevaba puesto mi vestido favorito, de un azul intenso y con volantes en su falda.

En menos de un segundo, alguien gritó y ese grito fue seguido de otro. Giré la mirada para ver de donde procedían aquellos desconcertantes ruidos cuando les vi; mi madre, mi padre, mis hermanos, Serena, Camille, Maureen, Byron, Linette, Cody, todos de negro. Y entre ellos faltaba alguien, la única persona que más deseaba ver.

—¡Estás viva!

¿Lo estaba? Sí, seguía allí con ellos a pesar de los intentos por impedirlo por parte de Merilyn.

  —Han intentado asesinarme —confesé ante todo el mundo que no dejaba de mirarme.

   Me ayudaron a salí de mi ataúd, lo primero que recibí fue el abrazo de mis padres, los dos aún seguían llorando. Nadie podía creerse el milagro que acaban de presenciar, ni siquiera yo.

  Si la gente sabía y era consciente de mi muerte, quería decir que Jay también.

  —¿Dónde está? —le pregunté a Cody desesperada.

  —Se fue, lo único que me ha dicho es que debía ir a un lugar muy especial para los dos.

  ¿Qué lugar? ¡Había tantos! Oh, Dios, tenía que encontrarle, de hacerle saber que seguía viva, que no me iba a desprender de su lado por más que quisiera.

  Un lugar especial para los dos. La biblioteca. ¿No? Era la única opción que se me ocurría. Cody accedió a llevarme, tan solo estábamos a un cuarto de hora de Yale. Habían decidido enterrarme en un cementerio no muy lejos de la universidad porque mi madre sabía que me hubiese gustado que así fuese.

  Durante el corto trayecto, estuve pensando que le diría a Jay. También estaba enfurecida por la idea de que aún seguía enferma y que, aunque estuviese viva ahora no quería decir que lo estuviese dentro de unas semanas.

  —No te vas a morir —me dijo Cody apretando el acelerador.

  —Sé que solo pretendes calmarme, pero no soy nada escéptica, Cody.

  Resopló poniendo los ojos en blanco.

  —La noche en la que supo de tu muerte, estuve con él un par de minutos. Me confesó que, horas antes de que tú murieras, fue a ver a su padre.

Oh, estupendo. ¡Había sido estúpida al creer que cumpliría su promesa de no ir a pedir dinero a Phillip!

  —Elodie, él no le prestó el dinero.

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