Capítulo 51 ∞ La despedida

42.2K 3K 250
                                    

          .–Sol–.

    Nada más despertar en una camilla de hospital, regresó a mi mente todo lo ocurrido; el viaje a New York, la encerrona que había planeado Cody con ayuda de Serena y el reencuentro con... Jay.

  —Ey —me saludó entrelazando mi mano con la suya.

Giré la cabeza para poder verle. Estaba allí, conmigo, y sin dar indicios de irse.

  —He conseguido ingresarte en el hospital más cercano de la ciudad. No es el mejor, pero dicen que estás estable y con eso me conformo.

—Gracias —le agradecí con una mediana sonrisa, aún me dolía el cuerpo.

  No tardé en percatarme del tubo de aire que me habían colocado en la nariz y otro que tenía mi muñeca. Desde luego que no quería que Jay me viera en tal estado, aunque dadas las circunstancias, ya no podía hacer nada más para protegerlo.

—Soy un estúpido, Elodie, pérdoname.

  —¿Qué?

Agachó la mirada diciendo:

  —Tuve que haberme dado cuenta antes.

—Soy yo quien siente todo esto, Jay —aguanté el sollozo—. Te he hecho tanto daño durante estos días.

  —Lo creas o no, que te fueras sirvió para darme un empujón. Tú misma viste la exposición.

  Apreté su mano sonriéndole.

  —Lo has logrado. Tú solo.

  —Dejé Yale y a mi padre —confesó sin poder creer en sus palabras.

¿Aquello era cierto? ¿Jay había renunciado a una vida de comodidades para ser más feliz? ¡Era la mejor decisión que había tomado!

—Estoy tan orgullosa.

Por primera vez en semanas me dedicó aquella sonrisa que tanto había añorado. Entonces recordé el contacto de sus lágrimas que había presenciado horas atrás.

   —Aún no me creo que lloraras.

  —¡Yo tampoco! Lo has cambiado todo, Elodie, desde que entraste por mi puerta.

  —Espero que para bien —bromeé consiguiendo oír su risa una vez más.

   Agachó la cabeza apoyándose en mi pecho, ninguno se atrevía a sacar el tema de mi muerte. Parecíamos dos enamorados desgraciados que vivíamos una novela de trágico amor. Y a sí era, nos quedaban pocos días felices, sobre todo a Jay. No quería ni imaginarme que sería de él.

—He hablado con el médico, dice que en Arizona hay un tratamiento avanzado que puede salvarte.

Acaricié su cabello y, sin demasiada esperanza, en mi voz dije:

—¿Ah, sí?

—Cuesta 250,000 $ —dijo, al fin, con un tono no tan emocionado como al principio.

—Lo suponía.

Ahora que Jay había dejado a su padre era tan pobre como yo. Parecía una jugarreta del destino como si este quisiera castigarnos. Y aunque siguiera con su padre, yo jamás le dejaría gastarse un cuarto de millón de dólares en mí.

Cuando Jayden levantó la mirada para apartarme unos mechones del rostro, supe en seguida lo que estaba pensando.

—No.

—No hay otra solución.

—No dejaré que te arrastres ante tu padre y destruyas todo lo que has conseguido hasta ahora.

EclipsadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora