13. Hermanos

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―¿No crees que estás exagerando un poquito? ―preguntó viendo como su hermana metía su pijama por la fuerza en una mochila negra; Ann le dirigió una mirada mortal antes de continuar guardando ropa en la mochila―. ¿Ahora no vas a hablarme?

―Dile a papá y mamá que los quiero ―declaró Ann sin mirarlo mientras cerraba la mochila a presión para luego colocársela en la espalda, a continuación tomó el enorme oso de peluche que llevaba una sudadera y salió de la habitación.

Resopló y se pasó las manos por la nuca con desesperación antes de seguirla.

Decir que estaba sorprendido con todo lo que estaba pasando era quedarse corto, nunca, jamás hubiera esperado que Kyle se hubiera negado a abrirle a Ann y encima la echase. ¡Nunca había tenido tantas ganas de golpear a alguien! Dejar a su hermana así, ¡que poco hombre!

Apretó los dientes y se metió con Ann en el ascensor. De reojo vio como su hermana se frotaba el rostro con fuerza para no llorar, lo que no hizo sino incrementar sus ganas de asesinar a Kyle.

Intentó acercarse a Ann para consolarla pero ella sólo le dirigió una mirada de odio antes de que las puertas del ascensor se abriesen y saliesen.

En la calle los esperaba Dafne hacia la que corrió Ann, ambas se fundieron en un abrazo no sin antes entregarle su enorme peluche a Damien que lo tomó a regañadientes.

―¡Genial! ―bramó Damien caminando hacia él con el oso de peluche en brazos por lo que su enojo parecía menos creíble―. Ahora ellas harán planes y planes de venganza contra ti; lo que significa que Dafne pasará de mí durante no sé cuánto tiempo. ¡Estarás contento!

―Acaban de dejar a mi hermana de una forma bastante horrible, aunque no lo creas no estoy contento ―dijo con seriedad.

Quería que ella dejase a Kyle, no al revés. No quería que le rompieran el corazón a Ann. Apretó los puños con fuerza, iba a matar a Kyle por ser un cobarde rastrero por dejar a su hermana a través del telefonillo. ¡Si debía dejarla que fuera a la cara para que así ella pudiera pegarle un puñetazo!

―A mí todo esto me parece muy raro ―habló Nora que aún tenía en las manos la bolsa en la que Ann había guardado las sudaderas que había comprado en Portugal.

―No me puedo creer que Kyle la haya dejado ―murmuró José que estaba al lado de Nora, Damien asintió con fuerza.

―Yo tampoco, seguro que Matt le hizo algo ―indicó Damien.

―¡Yo no le hice nada!―exclamó molesto pero José y Damien intercambiaron miradas por lo que él gruñó. Desde que esos dos eran cuñados eran muy insoportables. ¿Y qué demonios hacía José allí? ―. ¿Y por qué estás tú aquí?

José sonrió con malicia y le lanzó una mirada de reojo a Nora que se sonrojó.

¡Ah! Debía ser el día que ella iba a dormir a su casa.

Miró a su amiga y luego a Ann y Dafne que seguían abrazadas y murmuraban planes de venganza. Si, como que Nora no iba a moverse de allí. Necesitaba que una persona razonable consolara a Ann, dejarla en manos de Dafne causaría más mal que bien. Y no lo decía por su hermana sino por lo que ambas podían hacer cuando estaban furiosas con el mundo.

―Cambio de planes, Damien tú irás a dormir con José y Nora tú te quedas en casa asegurándote de que Dafne y Ann no incendien el Parque Lorca―dijo haciendo que José abriese la boca con indignación mientras Damien le hacía un saludo militar.

―¿Qué? ¡No! ¡Me niego!―protestó José.

―Noche de chicos, ¿puedo invitar a Ren y Will?―curioseó Damien con ilusión dejando el oso de peluche en el suelo aprovechando que Ann estaba distraída hablando con Dafne.

¿El mejor sabor de helado? Tú (TQST Libro #3)©  [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora