16. Me niego a que me gustes

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(Nora)

Triz y Matt.

Era raro y había llamado loco a Will cuando lo sugirió, pero después de ser testigo de cómo había cambiado su relación en las últimas semanas debía reconocer que le gustaba verlos juntos.

Se retaban mutuamente y era divertido como se frustraban el uno al otro. Y precisamente eso era lo que ambos necesitaban en una relación, alguien que los volviese completamente locos.

Levantó la mirada ligeramente del libro y observó a Matt jugando a un videojuego en su móvil. Lo conocía mejor que nadie, y como mejor amiga sabía que necesitaba a alguien como Triz en su vida; alguien que no le hiciera caso e ignorase su exagerado sentido de sobreprotección. Matt no necesitaba a una chica tímida y adorable a la que meter en una burbuja de cristal envuelta en plástico de burbujas; necesitaba a alguien que ignorase toda su sobreprotección y lo llevase al límite.

Por su parte Triz no necesitaba a alguien que le diese alas, necesitaba a alguien que se preocupase por ella y le metiese sentido común en esa cabeza dura suya. Además tenía la ligera sospecha de que a Triz había empezado a gustarle Matt, lo observaba más de lo normal y parecía contenta cuando sus citas fracasaban; y en vista a la nueva información estaba más que claro que su intuición estaba en lo correcto. Triz podía tener mil ocurrencias en un día pero ¿besar a Matt y luego huir diciendo "buen beso"? 

―¿En qué piensas? —preguntó Matt sacándola de sus pensamientos—. Llevas como diez minutos sin pasar de página.

―Me preguntaba qué nos encontraremos cuándo lleguemos a casa de José—mintió sin arrepentirse.

Matt negaría hasta el agotamiento que estuviera pasando algo entre él y Triz. Pero quisiera o no, estaba pasando algo entre ellos. Lo conocía, él no le hubiera devuelto el beso a menos que sintiera algo, ella lo sabía y él lo sabía, el problema era que aún no quería verlo.

―A todos nuestros amigos haciendo el ganso, no tienen remedio; lo que no entiendo es cómo acabaron todos allí y sin nosotros, saben que no pueden hacer reuniones sin nosotros—comentó Matt poniéndose en pie e indicándole que hiciese lo mismo, ella guardó su libro en el bolso y lo siguió fuera del autobús.

Buena pregunta.

¿Qué hacían todos en casa de José? Porque vale que Damien y Dafne hubieran ido, incluso podía llegar a entender que Kyle, Sonia, Dan y Ann estuvieran allí pero ¿los demás? ¿Qué pintaban los demás allí?

―Quedamos en que al menos uno de los dos debía estar presente en la reuniones, a ellos solitos se les va demasiado la cabeza; la última vez que estuvieron solos pasaron de estar elaborando un plan de conquista de Quevedo a hacer un concurso de camisetas mojadas mixto en pleno invierno—recordó Matt haciéndola reír.

―Cierto, aún no puedo creer que ganase el profesor de Educación Física.—Ambos se miraron y comenzaron a reírse sin parar.

Entre risas y recordando que otras locuras habían hecho sus amigos cuando los dejaban solos llegaron hasta la casa de José. Matt y ella se miraron y luego subieron por las escaleras que llevaban a la puerta principal del dúplex.

―No está en llamas, eso es una buena señal —se rió Matt antes de tocar al timbre y alejarse un poco de la puerta de madera.

―¡Por fin llegáis! —saludó Kyle abriendo la puerta con alivio, tras él estaba José que al verla sonrió contento y salió a recibirla.

―Te he echado de menos—declaró su novio dándole un beso en la frente y tomando su mano.

―Me fui hace dos horas.

¿El mejor sabor de helado? Tú (TQST Libro #3)©  [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora