30. Góngora y sus sorpresas

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(Matt)

Decir que estaba en shock con lo que acababa de descubrir era quedarse corto. ¿Le gustaba? ¿Le gustaba a Triz? La miró fijamente y ella sacudió el codo para intentar soltarse de él, algo que no consiguió.

―¿Te gusto? —preguntó en voz baja, Triz se tensó y apretó los labios con tanta fuerza que se pusieron blancos.

Era extraño pero deseaba con la misma intensidad tanto que lo negase como que lo afirmase. Lo que era una locura.

―¿Qué dices? ¿A quién le gustas? Tanto helado te ha congelado el cerebro—respondió ella a la defensiva pero tremendamente sonrojada, Triz dejó de esquivarlo y por fin lo miró a los ojos—. No te creas tan especial sólo porque seguí a Tania un par de veces.

Levantó una ceja y la examinó.

Era gracioso que llegados a este punto, creyese que podía engañarlo.

La conocía, y el que él le gustase explicaba muchas cosas, como esas camisetas tan graciosas de videojuegos que usaba últimamente.

Observó a Triz y se fijó en que ella trataba de devolverle una mirada desafiante, pero con las mejillas ligeramente sonrojadas y agarrada a la muleta como si fuera un salvavidas; sólo le daban ganas de burlarse de ella y de la forma tan graciosa en que sus pecas se movían.

Era pésima ocultando un secreto, siempre le pasaba lo mismo.

......

Le gustaba a Triz, ¿y ahora qué?

―Sólo la seguí porque parece sospechosa de traficar con gatos de la suerte chinos—dijo Triz totalmente en serio, él la observó y ella siguió hablando—. No hay nada más, no me gustas. Nada. Ni un poco. De hecho, a veces cuando vienes conmigo a mis investigaciones ni siquiera me agradas, te pasas todo el rato quejándote y a veces quiero atropellarte. ¿Ves? No me gustas, no querría atropellarte si me gustases.

Suspiró y decidió que lo mejor que podía hacer era fingir que la creía.

Sí, haría eso. Era un buen plan. Fingiría que no sabía nada y así no tenía que rechazarla y las cosas no se complicarían aún más entre ambos.

―¿Entonces puedo salir con Tania? —curioseó con malicia.

―¡Por supuesto que no!—exclamó Triz mirándolo con seriedad pero luego pareció recapacitar un poco y entrecerró los ojos—. O al menos no puedes salir con ella hasta que termine de investigarla y me asegure de que no esconde nada.

―¿Y cuándo será eso?—preguntó soltándole el codo con cuidado.

―No lo sé, tengo otras muchas investigaciones en curso—contestó ella comenzando a caminar con ayuda de la muleta—. Puede que tarde meses en terminar de investigarla, quién sabe.

Vio como ella se alejaba y decidió seguirla.

La verdad era que para tener un esguince e ir con muletas, era realmente ágil y rápida desplazándose.

―Pues manda a Ann y Dafne a que la investiguen—sugirió con tranquilidad.

―Esas dos apestan como reporteras y lo sabes—dijo Triz en cuanto la alcanzó.

―Si, normalmente son más de crear la noticia que de perseguirla—confirmó mientras Triz asentía.

Se dirigieron a la parada del metro más cercana y durante todo el trayecto no pudo evitar observarla de reojo.

¿Cómo pudo no darse cuenta antes? Triz era de las personas más obvias cuando se trataba de sus sentimientos, ¿cómo había estado tan ciego? ¡Ella incluso le preguntó por qué sólo salía con chicas mayores!

¿El mejor sabor de helado? Tú (TQST Libro #3)©  [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora