27. El esguince

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(Triz)

¿Cómo era posible que ese patético beso que había dado a Matt en la comisura de los labios hacía ya diez minutos aún la hiciese sonreír como una tonta? ¡Maldito enamoramiento!

Pero había merecido totalmente la pena, no sólo porque había calmado ligeramente su necesidad de besarlo sino porque su reacción había sido de lo más divertida. ¡Matt se había quedado totalmente descolocado y confuso!

Tan adorable.

Pero lo mejor es que la había mirado con un destello de deseo, ¡como si ese roce no hubiera sido suficiente y quisiera más! O bueno, al menos eso creía... Esperaba que no hubiera sido una alucinación debido a las muchas ganas que tenía de ser correspondida. Porque deseaba con toda su alma ser correspondida por ese manoseador de coches.

¡Dios! No podía creer que hubiera bloqueado el volante de su coche sólo porque no lo dejaba acompañarla. ¿Pero cómo iba a dejarlo? Estaba siguiendo a Tania. A la mujer que día tras día comprobaba que era de lo más perfecta para él, y eso la enfurecía y frustraba tanto que ayer había mirado durante más de cinco minutos una caca de perro mientras pensaba si sería capaz de acertar en su perfecto pelo.

Afortunadamente para Tania, una tienda de camisetas llamó su atención y decidió que sería más productivo comprarse camisetas frikis a lanzarle una mierda a la cabeza. Y tenía razón, Matt le había dicho que le gustaba su camiseta.

Continuó caminando con una gran sonrisa, sólo era cuestión de tiempo de que también admitiese que ella le gustaba.

―¿Has vuelto a atacar a Matt? —La voz de Will le provocó un escalofrío, volteó a la derecha y se encontró al modelo con una sonrisa traviesa.

―No tengo ni idea de lo qué hablas—negó en rotundo y Will enarcó una ceja.

―Tienes la misma sonrisa de la otra vez—dijo Will observándola de arriba abajo para luego sonreír—, aunque hoy no se te ve con ganas de lanzarte a la carretera para que te atropelle un coche.

―¿Es cierto que se han roto todas las cámaras de tu estudio?—curioseó y Will bufó.

―Dale las gracias a las maldiciones de tu amiga la bruja—dijo Will con rencor.

―¿Qué le hiciste esta vez?

―Sólo fui a comprar un batido donde ella trabaja y puede que me quejara a su jefa de que no era muy amable conmigo—puso los ojos en blanco pero Will no le dio importancia. Se estaba ganando todas sus desgracias a pulso por no parar de molestar a Angy—. ¿Besaste a Matt o no?

―No te importa.

―Eso es que sí.

―No lo besé, bueno sí... pero fue en la comisura de los labios, no es la gran cosa—contó con vergüenza, ¿por qué le contaba estas cosas a Will?

―Al parecer para ti sí es la gran cosa—indicó Will señalándole el rostro—; tu sonrisa compite con la del gato Cheshire.

Se tapó la boca con rapidez y lanzó una mirada asesina a Will.

―¿Y qué estúpida razón buscaste hoy para tener una excusa para besarlo?—indagó Will agachándose un poco para intimidarla.

―Quería robarle el móvil—Will enarcó una ceja—. ¿Qué? Tenía que hacerlo o él podría llamar a Tania.

―¿Y esa quién es?

―La única chica de las citas que le gustó, así que la estoy investigando para descubrir sus trapos sucios—explicó rápidamente—; pero es muy frustrante porque cada vez que la sigo, descubro lo perfecta que es para él y sólo tengo ganas de lanzar una montaña de estiércol de caballo sobre ella.

¿El mejor sabor de helado? Tú (TQST Libro #3)©  [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora