Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una madre y una hermana pequeña. La misma historia todos los malditos días. Sentarse en clase, permanecer callada y sólo hablar cuando el profe...
Desperté con el molesto sonido de mi alarma. En serio debo cambiar ese maldito tono.Ya no puedo seguir oyéndolo todas las mañanas.
Estirando el brazo y gruñendo un poco logré apagarla sin quitar el rostro de la almohada.
Cinco minutos más...
Dije para mis adentros, pero bien sabía que esos cinco minutos se convertirían en una hora si no me levantaba en ese instante.
Lo fui haciendo de a poco, dejando salir pequeños quejidos de dolor, el cuerpo me estaba matando, el día anterior había estado podando el césped del jardín delantero, debido a que mi madre trabaja de 6 a.m. a 10 p.m. obviamente con un par de descansos entre medio, pero aún así no le da el tiempo para volver a casa más que para cenar y dormir. Por eso mismo yo soy la que se queda haciendo las tareas de la casa y cuidando a mis hermanos, ellos saben que mamá está muy ocupada y que solo es por nuestro bien, pero no pueden evitar extrañarla o preguntar por ella seguido. No los culpo, yo también la extraño a veces.
Me dirigí al baño para darme una ducha rápida y lavarme los dientes, luego de unos treinta minutos ya me sentía bastante más relajada.
Las duchas hacen magia con mi cuerpo.
Me puse unos boxers blancos, jeans negros, una blusa blanca y unas botas negras.
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Mi vestuario es básicamente todo negro, de vez en cuando visto alguna que otra prenda de color, pero en general también son colores oscuros o blanco.
Verifiqué la hora en mi teléfono, 7 a.m. Las clases comienzan en una hora y yo no podría estar más nerviosa.
Descendí por las escaleras me dirigí hacia el cuarto de Chris y Taylor, debía llevarlos primero a ellos a la escuela. Por suerte la directora comprendió nuestra situación y me autorizó a llegar quince minutos después que los demás estudiantes.
"Hey, despierta campeón, es hora de desayunar e ir a la escuela" Le susurré en el oído a Chris, que ya comenzaba a abrir los ojos de a poco.
"No quiero ir, Lolo. Por favor déjame seguir durmiendo por un rato más." Dijo casi en un gruñido-chillido, removiéndose en la cama y quedando boca abajo con el rostro hundido en su pequeña almohada con funda de autitos.
"Debes ir campeón, la escuela es algo necesario para ti y para Tay, incluso para mí. Ahí aprenderás cosas muy importantes que podrás utilizar para el futuro." Acaricié su cabello suavemente.
"Pero es aburrido y casi nunca consigo hacer amigos." Bufó e hizo un puchero. Lo observé con ternura.
Este niño sí que sabe cómo llegarme a veces.
"Pero debes ir Chris. Si te esfuerzas y aprendes mucho, un día podrás ser muy exitoso y viajarás por todo el mundo haciendo lo que más te guste. No te preocupes por los amigos, ellos vendrán cuando sea el momento, a veces es preferible estar solo que mal acompañado." Hice una pausa mientras él asentía, dándome la razón. "Además debes cuidar a Tay, ella te necesita ahí mientras yo no esté y si algún bravucón los molesta me dices y yo lo arreglo." Le sonreí de manera confortante.
