Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una madre y una hermana pequeña. La misma historia todos los malditos días. Sentarse en clase, permanecer callada y sólo hablar cuando el profe...
El primer día pensé que bueno, tal vez hubiese pescado algún resfriado o le doliera el estómago. El segundo pensé que quizás había viajado a Texas a visitar viejos amigos o familia, pero Lauren varias veces dijo que no tenía amigos ni familia allá. Al tercer día supe que ninguna de esas opciones era el caso. Ya no lo soporté más, tuve que enviarle un mensaje.
[10:44 a.m.]
Camila: Lo, por favor vuelve, nadie te juzgará aquí, lo prometo
Pero ella ni siquiera lo vio.
Las chicas dijeron que debíamos darle tiempo, que ella vendría cuando estuviese preparada... Pero que estuviese casi cuatro días desaparecida ya comenzaba a preocuparnos, incluso si sólo se encontraba encerrada en su habitación, no era saludable, y yo lo sabía muy bien.
En el colegio nos veían cuando pasábamos, pero fuera de eso, nadie nos decía nada malo ni nos molestaba. Algunas amigas de Lauren se acercaron a preguntarnos si sabíamos algo sobre ella, pero la respuesta siempre era la misma.
"No, tampoco ha venido hoy... Lo siento, Tori." La muchacha lucía triste y cansada.
"En serio me siento terrible por dejar que ocurriera una cosa así en mi casa." Dinah negó y dio unas palmaditas en su hombro. "Creí que Lauren quería, ya saben, por eso no me atreví a interrumpir, pero ahora veo que no y..."
"Oye, oye, tranquila, no fue tu culpa. No tenías idea." Aseguró la polinesia mientras acariciaba de manera reconfortante su hombro. Tori presionó sus labios entre sí y asintió pesadamente, era obvio que aún se sentía culpable de que su casa fuese el escenario de todo esto.
Y así, todas las otras jugadoras vinieron en el transcurso de esos tres días a hablar con nosotras, diciéndonos cómo extrañaban a Lauren y cuánto querían que regresara. Alguna que otra vez una pequeña lágrima... O varias, se escapaban de mis ojos, porque yo también la echaba de menos, y eso era decir poco.
Ya no podía esperar a que ella decidiera volver, mis manos anhelaban las suyas y mis sentidos parecían no reaccionar a ninguna otra persona más alguna que tuviese un perfume similar al de la ojiverde.
"Volverá, te lo prometo." Normani frotó mi espalda y me abrazó de lado.
"¿Qué si no quiere verme?" La morena frunció el ceño y las demás dejaron sus almuerzos para verme con curiosidad desde sus lugares. "No fui capaz de articular una sola palabra cuando vi esa foto, quizás si le hubiese dicho de inmediato que no me importaba, que todo estaría bien... Ella estaría aquí ahora, almorzando con nosotras." Jugueteé con el borde de mi blusa y mantuve mis ojos en mi regazo.
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"Ni se te ocurra tomar toda la culpa tú sola. Nada de esto es tu culpa. Nada de esto es culpa de nadie más que de la Rata esa." Defendió convencida. "Además, ninguna de nosotras pudo reaccionar a tiempo, todas estábamos igual de shockeadas." Suspiré.
