Capítulo 4 - ¿Obsesión? Eso es algo que no tengo claro.

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Después de mi encuentro con Jace, corrí a mi vehículo y manejé directo de vuelta a la cuidad de Londres. Fue una suerte haber dejado cerrado por completo mi casa antes de ir al cementerio porque no me quedaría otra opción que ir y encontrarme con Jace. Estaba segura que sería el primer lugar en donde iría a buscarme. Apagué el motor en el estacionamiento y me quedé ahí por unos minutos mientras recobraba la tranquilidad. No bajé del vehículo hasta que verifiqué que nadie estuviera siguiéndome. En cuanto me bajo, prácticamente corro al edificio y no me detengo hasta entrar al departamento y cerrar la puerta con seguro.

Me apoyé en ella a tomar aliento y cerré lo ojos.

—Dios, que ha pasado.

Ellos no mintieron en eso. Él estaba vivo. Lo que significa que él...¡Maldita seas, Jace! Apenas puedo concentrarme en que no seas tú volviendo a mi mente una y otra vez como un disco rayado. Me golpeé la nuca con la puerta con tal de quitármelo de una  vez por todas, pero él no quería desaparecer tan fácil. El teléfono del departamento sonó. No hice ningún intento de coger el teléfono, así que lo dejo que pase a la contestadora.

"Hola, hablas con Laila Jenner y en estos momentos no puedo contestarte, pero si dejas un mensaje prometo que lo devolveré"

Luego la voz de Andrew llegó a mis oidos.

—Laila te estado llamando por treinta veces con esta. ¡Ahg! ¡Ni siquiera puedo contarlas! Y si estas ahí te sugiero que levantes el maldito teléfono y me...

Tomé el teléfono.

—Hola. —Dije.

—...digas que diablos pasó cont...¡Ya era hora mujer! ¡Aleluya! ¡Gracias a todos los dioses que existen!

—¿Es necesario? —Pregunté cuando acabó con su ritual de dar las gracias.

—Pues claro. ¿Por qué no contestas el móvil? Te he estado llamando por miles de veces.

—Lo he olvidado en el auto. —Respondí mientras me siento en el sofá y coloco un cojín contra mi pecho para abrazarlo. 

—No debería extrañarme —farfulló Andrew para sí—. ¿Estás sola ahorita?

—Mmm, sí, ¿Por?

—Abre.

Fruncí el ceño: —¿Qué?

Andrew bufó: —Ven abrirme la puerta, Laila.

Me levanté del cómodo sofá y fui abrir la puerta como él ordenó. Andrew estaba de pie con el teléfono en la oreja y en la mano libre unas bolsas de supermercado.

—Te ves como la mierda. —fue lo primero que dijo. Y no fue precisamente un cumplido muy considerado.

—Gracias, Andrew. Es  gratificante saber que hay amigos que aprecian tu belleza exterior.

—No me malentiendas, Laila, pero de verdad de ves horrible. ¿Has dormido algo? Ni siquiera me digas creo que ya me conozco la respuesta.

Pasó por mi lado dirigiéndose a la cocina como el dueño de casa. Cerré la puerta y lo seguí, lo miré moverse en mi cocina sacando cosas de sus bolsas y guardándolos en mis aparadores o en el refrigerador. Lo observé inmóvil sin decir nada en absoluto.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt