Capítulo 24 - SEGUNDA PARTE

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JACE

Dos semanas y un día después





El rojo para mí significa Inmoral, asqueroso e impuro. El blanco es lo contrario, significa inocencia y pureza. Y la única persona que valía la pena en este mundo asqueroso y plagado de aborrecibles multitudes era ella. Ella. La única. Laila Jenner.

Cerré los ojos por un minuto e imaginé sentirla a mi lado, sus manos tocando mi espalda y sus dedos delgados y delicados acariciando mis cicatrices. Podía oler el perfume de su piel justo ahora y mis manos temblaron con la necesidad de tenerla. Respira, White. Mi vida había sido siempre así, el infierno mismo. Mis marcas físicas mostraban con detalles el tiempo el que soporté los golpes, maltratos, sufrimiento a manos de mi enferma madre. Y cuando creí que mejoraría y tendría una nueva vida, otra vez fui vencido por la oscurida y el rechazo. Confieso que nunca quise ser como soy ahora, jamás imaginé estar con las manos manchadas de rojo, pero la vida me había formado de esta manera y no podía cambiarlo. Es lo único en que soy bueno; enterrar filadas armas en sus cuerpos es lo único que conozco. ¿Y de qué servía cambiar? Porque cada vez que lo intentaba siempre acaban dañandome o siendo comparado con un perro.

Nací para no ser merecedor de una vida normal. Y mis feas cicatrices me lo recordaban a cada minuto. Hasta que apareció ella. Laila Jenner. Mi bella noche. No creí que alguien como ella se fijaría en mí, nunca lo imaginé. Yo sólo podía observarla a los lejos e imaginar que se sentiría estar en su mundo. El mío era oscuro como para invitarla. Pero entonces Laila se metió en piel profundamente y me marcó al punto que superó mis cicatrices. Cada segundo que estaba a su alrededor, me hacía olvidar mi propósito e incluso de quien en verdad soy. Un asesino. Intenté alejarla, matarla con tal de no sucumbir a mi ensoñación de necesitar más de ella, pero no pude. En ese entonces supe que le quería. 

Ahora ella estaba lejos, la habían apartado de mí pero la recuperaría. Eso lo sé.

Suspiré su nombre mientras tomaba una pequeña pelota negra, la lancé hacia arriba y luego la atrapé en el aire, continúe haciendo el mismo movimiento mientras susurraba los segundos, los minutos y las horas. Faltaba poco. Muy poco...

La puerta se abrió y el guardia entró.

—Levanta tu maldito trasero. Te llegó la hora. —ordenaron.

Oí la repulsión en su voz como también el deseo de golpear mi rostro y otras parte mi cuerpo, lo supe con sólo mirar sus ojos y aunque lo incitaba hacerlo, el hombre no caía en mis provocaciones fácilmente. Ambos sabíamos quien ganaría.

Dejé caer la pelota al suelo y alcé la cabeza.

—Ya era hora. —dije, poniéndome en pie abrí mis brazos. Sonreí—. Soy todo tuyo.

El hombre me miró hostil mientras me agarra de los brazos de manera brusca.

—Cuidado. —murmuré burlón—. Soy un hombre que no se le puede hacer daño sin asumir consecuencias.

—Tú ya no puedes hacer nada. —gruñó el guardia y me arrastró fuera de la habitación.

—Es lo que crees tú, pero sucede que es una mentira. Puedo hacerlo.

Recibí una risotada por su parte.

Me llevó por los pasillos silenciosos del lugar hasta que se detuvo en una puerta y la abrió. El guardia me empujó hacia adelante y no me quedó de otra que entrar a la sala. Le lancé una mirada claramente mostrando mi rabia y el pequeño guardia apartó la mirada.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Where stories live. Discover now