Capítulo 37 - Hasta que la muerte o algo más los separe.

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LAILA


No sirve gritar su nombre. No sirve de nada derramar lágrimas. Él no escucha mis gritos ni mucho menos mi llanto. Cada decisión que hemos tomado ha resultado la eminente separación de ambos, y así cntinuamos una y otra vez envueltos, y con cada paso me alejamos de lo que sería un simple sueño, el vivir en paz. Mientras corro entre los vehículos estacionados delante del establecimiento empiezo a sentir miedo del presente y futuro.

—¡Sigue corriendo! —Rox empuja a que siga a la vez se gira y dispara. Uno de ellos cayó herido, los otros corren a por nosotras—. ¡Sigue! ¡Corre, corre!

—¡Detrás de ti! —Excalmé al ver a uno yendo directo a ella, la mujer se da la vuelta y lucha con movimientos impresionantes.

—Así que la putita sabe pelear, ¿eh? —El hombre escupió sangre y limpió su boca con el dorso de la mano—. ¿Qué más sabes hacer dulce Roxy?

—Cierra la maldita boca. —Gruñó Rox.

Él no hizo caso sino continuó hablando.

—Bueno, sí estás bajo la protección del imbécil de Hamilton y el jefe te quiere para él, sin duda eres buena follando.

Eso es asqueroso.

—¡No le hables así! —Grité furiosa, dispuesta a pelear con él si era necesario. 

Rox intervino. El hombre pegó sus malditos y sucios ojos en mí.

—Miren, otra putita más se unió a la conversación. Dime, ¿qué harás para impedirlo? ¿Matarme?Ya ajustaré cuentas contigo una vez que el jefe acabe contigo y cuando lo hago, sin duda disfrutaré mucho ser el siguiente.

—Ni creas que...

—Eso está por verse —respondió Rox y con una maniobra impresionante lo atacó. Se dio la vuelta y me miró—. Largate de aquí, Laila. ¡Vete!

La miré indecisa. No quiero dejarla. Ambas estábamos siendo seguidas por maniáticos. Sacudí la cabeza. Rox al notar mi indecisión usa más autoridad con tal de que obedezca.

—Te encontraré después —dijo—. ¡Corre maldita sea!

Bien. Hice lo que pidió, pero no fue mi mejor decisión. No me preparó para lo que venía continuación. Un estruendo estremecedor sonó detrás de mí. Aquello me obligó a detener mi escape. Llamé a Rox una, dos veces, pero no obtuve respuesta por parte ella, en cambio, es la risa maquiavélica de alguien más lo que oí. Temiendo lo peor, me di la vuelta lentamente, y con los ojos amplios y sin parpadear, observé  a Rox tambalear en sus propios pies.

Extiendo el brazo queriendo alcanzarla.

—¡Rox! —grité su nombre mientras ella cae de espalda tras de recibir un disparo. Mis ojos dolieron. Los cerré por un segundo y al abrirlos lágrimas se acumulan. Observé a el desgraciado acercarse a Rox con una brillante sonrisa y con su arma apuntó con la intención de rematarla.

No puedo permitirlo...

No supe que hacer más que correr y lanzarme sobre él. Enterré mis uñas en su cara. Este comenzó a gruñír maldiciones, moviéndose violentamente de un lado a otro conmigo encima de él. Mi espalda dio contra el vehículo y la alarma estalló. El peso de su cuerpo en mi estómago y el duro material del vehículo en mi espalda provocó que el aire se esfumara de los pulmones. Lo tuve que soltar. En su cara quedaron las marcas dolorosas provocadas por mis uñas, pequeñas gotas de color rojo se asomaban en ellas y en mi uñas. Sus fosas nasales temblaron mientras avanzaba hacia mí. 

Te Encontré [ 2°T de TLA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora