Capítulo 31 - Al momento en que retomas tu vida...

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LAILA


La vida puede ser una maldita cuando quiere.

En este momento yacía de espaldas sintiendo el líquido frío desparramandose en mi vientre y a la vez un aparato comenzaba a moverme por sobre mi vientre. Era la primera ecografía de mi hijo. Estaba muy emocionada y preocupada a la vez. Es el evento que más emociona a las mujeres y es saber el estado de su hijo. Por eso digo que la vida es una maldita cuando son estos momentos en que una desea tener a alguien a su lado.

Había hablado con Joseph, pero el hombre estaba ocupado en un caso y no podía venir. Lo entendí. Es trabajo. Pero ni siquiera Andrew estaba aquí, mi amigo estaba demasiado ocupado haciendo unas cosas que le impedían visitarme. Eso me dijo el guardia cuando lo contactó. Ya me estaba preocupando que Andrew no viniera desde hace varios días, sólo se comunicaba conmigo mediante llamadas breves y nada más. Me entristece estar sola, a la persona que más quería no estaba para estar a mi lado en estos momentos y no tener al menos a Andrew...bueno, eso no ayuda en nada a aliviar mi autoestima.

Suspiré mientras enfocaba mi vista en un solo objetivo fijo. La pantalla. Manchas blancas y negras se movían en la pantalla que estaba en frente de mí, pero fue una cosita pequeña en medio de todo que captó mi atención. 

Tragué saliva. 

Dios...era pequeñito...

Lo miré atentamente sin saber que decir o hacer. No me moví con miedo de hacer algo y que esa imagen desapareciera.

—Emocionante, ¿eh?

Volteé a ver a la doctora Anderson. Una mujer ya adentrado a los cuarenta. Ella me observaba con una sonrisa. Asentí. Es lo más hermoso que he visto en la vida.

—Puedes llorar si quieres. Estas es una zona segura —habló de nuevo—. Muchas de la mujeres que atiendo derraman algunas lágrimas las primeras veces. Sólo quiero que sepas que eres libre de hacerlo.

—Es chiquitito...—susurré.

—Durante el transcurso será más grande. ¿Querrás una fotografía para mostrárselo a alguien en especial?

Mordí mi labio con la intención de así amortiguar un sollozo. Aunque no derramaba lágrimas, de todas formas estaba al punto de querer explotar de dolor. Como deseaba que él estuviera aquí en vez de la soledad que sostenía mi mano, sentir al menos su presencia a mi lado en estos momentos en vez de la nada misma. Pedir aquello era como estar exigiendo la paz del mundo. Él era un asesino prófugo de la justicia y yo la chica que pasó de ser la víctima a la eterna enamorada con un hijo de él en camino.

—¿Laila?

—¿Ah? Oh, claro...quiero mostrárselo a Joseph y a Andrew.

Ella asintió y procedió a captar unas imágenes para mí. En los siguientes minutos en que estuve ahí con la doctora evité al máximo hablar y me centré por completo en la magnífica visión de mi hijo. No pasó mucho tiempo cuando el aparato que presionaba mi estómago desapareció.

—Bien —dijo la Doctora mientras limpia mi estómago de los residuos con un paño—. La ecografía no ha mostrado señales de estar pasando algo malo en tu embarazo. Todo ha sido excelente. Tu hijo está en buen estado, completamente sanito. Puedes respirar ya, Laila.

Una sonrisa apareció en mi rostro.

—No sabía que aguantaba la respiración. —le digo mientras me enderezo bien en la camilla y me bajo la camiseta para ocultar mi estómago. 

Te Encontré [ 2°T de TLA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora