Capítulo 34 - ¿Qué tanto harías por él, Laila Jenner?

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Probé mis lágrimas en los labios y el sentimiento de pérdida en mi corazón. Con la espalda apoyada en su puerta sentí que cada esperanza de una vida normal se marchitaba lentamente. Pero soy fuerte, estaba preparada para afrontar aquello, aceptarlo...¡Mierda! ¿A quién engaño? Jamás estuve y estaría preparada para darme cuenta que Jace, mi bebé y yo nunca seríamos libres.

—Por lo que veo no resultó bien el reencuentro de los amantes trágicos de Londres.

Él se entrometió en mis penosos pensamientos. Andrew estaba sentado en los escalones de la escalera en una postura relajada mientras envolvía una corbata negra en su mano. No lo había visto desde que se fue a su trabajo y eso fue en la mañana. Se había cambiado los pantalones y la camiseta por un atuendo más elegante.

—Sí, creo que era de esperarse que nuestro regreso no resultaría nada fácil —apartándome de la puerta me acerqué a sentarme junto a él—. ¿Y tú? ¿Cómo estás? Creí que te quedarías en casa de tu padre esta noche y vendrías mañana.

—Necesitaba escapar por hoy. —Dijo, bajando la vista sus lustrosos zapatos negros.

No se me pasó por alto su semblante desanimado.

—¿Algún problema, Andrew? —Pregunté y Andrew emitió un suspiro cansado.

—El trabajo me tomó más tiempo de lo normal. —respondió Andrew—. Resulta que el viejo está dándome más trabajo de lo habitual con el plan de estar preparándome para asumir su cargo. Es bastante tedioso.

—A muchos les gusta cargo de jefe.

—No lo niego, pero sé que en el fondo mi padre usó esa barata escusa para castigarme.

—¿Cómo qué castigarte? ¿Por qué haría semejante cosa?

—Cometí una equivocación.

—No puede ser tan grave lo hiciste, Andrew.

—Lo fue para él. Defendí a un trabajador mientras mi padre le cuestionaba por su trabajo. Lo defendí porque sabía que la equivocación no era de ese hombre sino de mi padre y cuando se lo dije, él lo tomó como humillación ante sus empleados. ¿Y qué hizo para castigar a su hijo? Además de darle trabajo hasta partirse la espalda, también le ordenó despedir al hombre.

El volteó a verme y la crudeza de sus ojos me detuvo a decir otra cosa más. El enojo hacia su padre se mostró muy bien cuando lo observé tirar con agarrar su corbata. Puse mi mano en su nuca y lo obligué apoyar su cabeza en mi hombro. Andrew no pareció ponerse recio por nuestra cercanía.

—Lo lamento, Andrew. Sé que estas atado a tu padre, pero sí no te sientes cómodo en ese lugar siempre puedes optar irte. Eres bueno en otras cosas y te ayudarán a conseguir un nuevo proyecto.

—Es que pensé que todo iría bien entre nosotros, olvidaríamos los mis errores pasados, pero creo que me equivoqué...como siempre.

—Ni lo digas, Andrew —susurré y lo abracé. Ambos en este momento sentimos la necesitad de sentir algo de cariño y apoyo—. No eres culpable de nada, sólo dijiste lo que pensabas y defendiste a ese hombre porque te pareció lo correcto. Habla muy bien de ti, Andrew. 

 Andrew en verdad se estaba esforzado por ser el hijo perfecto ante los ojos de Robert Collins, pero el hombre no daba tregua. Los errores de Andrew en su adolescencia significó un quiebre en el convivir entre los dos hombres.

Me permití abrazarle por varios minutos, antes de que Rech apareciera al final de las escaleras.

—Ya es hora de que te prepares. —dijo Rech metiéndose las manos a los bolsillos del pantalón.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Where stories live. Discover now