Capítulo 10 - Tú eliges, Laila, y elige bien porque no habrá vuelta atrás.

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Desperté de golpe y me ergí en la cama con el corazón desvocado. La sensación de mareo me inundó y mi visión se volvió borrosa por unos segundos. Al impulsarme fuera de la cama mis manos y piernas tocaron algo suave pero extraño. Bajé la mirada y con un grito ahogado observé mi cama. Rosas. Petalos de rosa blanca con pintas rojas en mi cama, rodeandome. Tomé un pétalo en la manos y grité de nuevo cuando supe que las manchas rojas eran sangre en verdad.  Me levanté de la cama bruscamente y salí de la habitación en busca de él. Pero el apartamento se hallaba vacío, él no estaba. En la sala de estar me esperaba una hoja de papel junto a ella. 

No otra vez. Me dije acercándome lentamente.

La había escrito él.

"Por mucho que me gustaría quedarme, no puedo hacerlo. Debemos hablar y ahora. Iré a buscarte esta noche. Por cierto...Te ves hermosa durmiendo, mi bella noche"

¡Maldito!

En un arrebato de furia, volví a la habitación y arranqué las sábanas, todo de la maldita cama y las tiré al suelo para nuevamente desquitarme. Me derrumbo en la alfombra, respirando con dificultad mientras luchaba por llenar aire a mis pulmones. No. Ya no más. A la mierda con todo. Alcé la mirada y la fijé en el techo.  No me quedaré aquí cuando Jace venga a buscarme.

Salí de la casa cuando el efecto del mareo y la rabia me permitió subirme al vehículo. Manejé entre las calles de la ciudad decidida a mi propósito. Cada minuto me recordaba lo que estaba apunto de hacer.

—Es lo correcto, lo que es justo, lo bueno.

La estación de policía estaba repleto de agentes en cuanto ingresé por esas puertas. A medida que avanzaba entre los oficiales por el lugar, de pronto me sentí temerosa de las reacciones de Joseph y Evans, y no era para menos, les oculté el regreso de Jace.

—Ayúdame. —Susurré entre mí, pero no se a quién iba dirigida mi suplica en particular. Me adentré hasta llegar a las oficinas de los detectives. Observé a cada uno en busca de Joseph y sin éxito.

—Usted no puede estar aquí, señorita. —dijeron detrás de mí, tomaron de mi brazo en un agarron fuerte.

Volteé a mirar.

—Lo sé, estoy consiente de ello. —contesté—. Estoy buscando al detective Joseph Murray.

—Él precisamente se encuentra ocupado, señorita, pero una vez que se desocupe le digo que usted estu...

Tomando valor de alguna parte, dije: —Es urgente. Es sobre el asesino que tanto buscan, tengo información.

Por el cambio abrupto que presentó el hombre supe que lo he sorprendido.

—Iré a buscarlo. —dijo después de un segundo de silencio-. Quédese aquí mientra voy a por él, ¿de acuerdo?

Asentí. Una vez que él se marchó, me apoyé contra la pared inhalando pausadamente mientras me digo que he hecho lo correcto.

—Laila.

Giré la cabeza y lo vi.

—Joseph.

—Me dijeron que estabas aquí—no alcanzó a terminar la oración cuando lo tenía abrazado—. ¿Qué pasa, cariño?

—Tienes que atraparlo. —Decía cada segundo y sin dejar de abrazar a Joseph.

—¿A quién, Laila?

Te Encontré [ 2°T de TLA]Where stories live. Discover now