Capítulo 47 - La Cena De Los Demonios

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LAILA




Los rayos de sol son realmente molestos para la persona que desea cerrar los ojos y sumirse en el sueño por horas. Un tortura cruel, luminosa y sin fin que terminó por arrastrarme fuera de la cama.

Me acerco a la ventana de la habitación. Identifiqué a las personas debajo. Tanto Rech como Andrew yacen recostados en el césped del espacioso jardín que rodeaba la casa. Ambos hablan demasiado cerca como si sus palabras fuesen un secreto peligroso, y más allá, lejano de todos y dándole la espalda a los ojos curiosos se encontraba Jace; inalcanzable, severo y con la oscuridad siendo un tormento. Lo observé por mucho tiempo sintiendo una ansiedad inexplicable dentro de mí que amenazaba con ahogarme. Quise gritar su nombre. Lo necesitaba conmigo. Y a pesar de toda esa ansia, no lo llamé. Anteriormente rechacé su toque luego de haber compartido el beso agónico horas atrás. Lo alejé de mí, no por odiar el calor que ofrecía Jace, si no porque las emociones que ambos nos consumían en verdad no eran las indicadas.

Como si sintiese mi grito interno, de pronto, Jace se dio la vuelta y alzó su mirada hacia la casa, siendo específico donde estaba la ventana de esta habitación. Los ojos verdes arrebatadores fueron crueles al tomarme y no dejarme. Mi cuerpo sintió un súbito calor recorrer. Tuve que abrazarme a misma para controlar las sensaciones silenciosas que proyectaba mi cuerpo. Vuelvo a ver a Jace y lo veo hablar con los chicos para luego caminar en dirección a la casa.

El frío inesperado contrarrestó lo caliente.

Corrí de vuelta a la cama.

Unos minutos después la puerta del cuarto es abierta.

—Creí que dormías. —dice Jace entrando y cerrando la puerta detrás de él.

—No puedo.

Espero paciente a que diga algo. Él se queda en silencio.

—El sol no me deja dormir. —confieso apegando las rodillas a mi pecho. Jace no dice nada tampoco, pero si se acerca a pasos lentos a la ventana. Su mano tomó las persianas con la intención de cerrarlas. Le detengo—. Déjalas. No quiero que las cierres.

En este momento lo menos que quiero es estar sumida a oscuras, me bastaba con mi mente. Él aceptó. Se aleja de la ventana y se sienta junto a mí. Ambos nos quedamos en el extraño silencio, viéndonos a los ojos sin apenas decir algo. ¿Qué podemos decirnos? Pienso que en este momento las palabras no tienen mucho significado.

Me doy cuenta que Jace parece estar ido. La expresión en su rostro era una que había visto antes, la que él me había dado cuando suplicaba por ayuda mientras estaba envuelto en sus oscuras pesadillas. Jesús...¿Esos días atroces volverán? Por favor, cuéntame. En cambio, Jace levanta su brazo bueno y su mano se aproxima. Instintivamente, cierro los ojos y espero el toque de su fría mano. Sin embargo, esta no llega a tocar ni los cabellos, la frialdad de su mano se instala en mi vientre.

Dejé de respirar momentáneamente.

Moví mis piernas para que tenga accesibilidad.

—Tenía la intención de darte pastillas para dormir. Iba hacerlo cuando tu amigo molesto me amenazó con golpearme las bolas con el martillo —dice con sus dedos moviéndose en círculos en mi estómago—. Se enojó bastante. Dijo que no podía darte cualquier pastilla porque le podría hacer daño al bebé.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Where stories live. Discover now