Capítulo 06

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Capítulo seis
"Dos meses después"

Dos meses habían pasado desde aquella memorable cena del club de las Eminencias. Leah, ahora miembro regular, gozaba de privilegios y oportunidades únicas que el club ofrecía, posicionándose como una de las estudiantes más prometedoras y respetadas. Los beneficios eran claros: acceso a recursos exclusivos, invitaciones a eventos especiales y la oportunidad de relacionarse con influentes figuras del mundo mágico.

Aunque rodeada de nuevas caras y conexiones influyentes, Leah no abandonó a sus amigos de siempre: Newt Nell, Clous Coursell y Lydia Lans. Juntos compartían intereses y pasatiempos, formando un grupo cohesivo y leal dentro de la tumultuosa vida escolar. Esta amistad les ofrecía un refugio de las exigencias académicas y las intrigas del club.

Tom Riddle, sin embargo, era una historia diferente. Después de la cena, su relación con Leah no había evolucionado mucho. Se cruzaban a menudo, especialmente en el club y durante las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, donde ambos destacaban por su competencia y seriedad.

Fuera de estas ocasiones, Tom mantenía una cortesía distante; un saludo en los pasillos era todo lo que intercambiaban. Aunque Leah notaba su presencia -cómo no hacerlo, dada la intensidad del joven Slytherin-, había un muro invisible que parecía separarlos, un muro tejido de ambición y misterio que Tom no parecía dispuesto a derribar.

Esta distancia se mantenía a pesar de los esfuerzos ocasionales de Horace Slughorn por juntarlos, quizás con la esperanza de encender algún tipo de colaboración o, quién sabe, algo más entre dos de sus estudiantes más talentosos. Sin embargo, Leah no podía dejar de preguntarse sobre las verdaderas intenciones de Tom, sus pensamientos y lo que su indiferencia aparente escondía. A pesar de todo, la vida en Hogwarts seguía su curso, entre pociones y hechizos.

La visita de Jordan Linghood a Hogwarts estaba marcada en el calendario no solo por su hija Leah, sino por muchos en el castillo. Como un distinguido funcionario del Ministerio de Magia, su presencia era significativa, especialmente debido a las recientes complicaciones que había enfrentado el director Armando Dippet. Jordan tenía la tarea de ayudar a suavizar las tensiones y asegurar la continuidad del bienestar y la paz en la escuela, una responsabilidad que llevaba con seriedad y dedicación.

Para Leah, la visita de su padre era una oportunidad para mostrarle cuánto había crecido, tanto en conocimiento como en habilidades sociales. Ella había evolucionado de ser una estudiante más a una de las figuras más prometedoras de Hogwarts, y estaba ansiosa por que su padre viera de primera mano los frutos de su trabajo duro y dedicación.

Lydia Lans y Clous Coursell compartían la anticipación de Leah, aunque por razones ligeramente diferentes. Ambas jóvenes tenían una admiración considerable por Jordan, quien, con su porte distinguido y carisma, no solo había capturado la atención de sus colegas en el Ministerio, sino también la de muchas estudiantes en Hogwarts. El hecho de que fuese guapo y carismático lo había convertido, para disgusto o diversión de Leah, en el amor platónico de muchas adolescentes en la escuela.

Decididas a aprovechar al máximo su oportunidad, Lydia y Clous planearon saltarse la clase de Transformaciones aquel día. Aunque usualmente eran estudiantes diligentes, la oportunidad de ver y quizás intercambiar algunas palabras con Jordan Linghood podía más que la culpa de perderse una sesión de aprendizaje. En sus mentes juveniles, algunas oportunidades simplemente eran demasiado buenas para dejarlas pasar.
- ¿Cuándo llegará? - preguntó Lydia Lans, arreglando sus cabellos mientras miraba hacia la entrada principal de Hogwarts. Aunque sabía que sus posibilidades con él eran nulas, la sola idea de captar su atención aunque fuera por un segundo parecía valer la pena.

- Debería estar aquí en cualquier momento - contestó Leah, mirando hacia la entrada con expectación. Observó cómo el director Armando Dippet aparecía caminando junto a su padre, ambos conversando animadamente. Leah notó el gesto satisfecho pero ligeramente nervioso del director, lo que la hizo sonreír. Su padre siempre tuvo ese efecto en las personas.

- Oh, Leah, ¿no te preocupa lo de los TIMOS? - preguntó Clous, con una mezcla de preocupación y admiración por cómo Leah manejaba sus responsabilidades académicas y sociales.

- Sí, claro, pero hoy... hoy quiero disfrutar de este momento. Mañana me preocuparé por los exámenes - Leah les lanzó una mirada tranquilizadora. Sabía que tenía que balancear su tiempo y energías, pero hoy era especial.

Lydia y Clous intercambiaron miradas emocionadas cuando vieron acercarse a Jordan Linghood. A pesar de sus 40 años, Jordan mantenía una apariencia juvenil y vigorosa. No era muy alto, pero su porte era imponente; medía unos 1.80 m y su constitución era una mezcla perfecta de delgadez y músculo, lo suficiente para hacerlo destacar en cualquier multitud. Su barba bien recortada enmarcaba una mandíbula definida que complementaba su atractivo general.

- Es impresionante, ¿no crees? - susurró Lydia, su voz llena de una mezcla de asombro y anhelo.

- Definitivamente, es el sueño de cualquier chica - respondió Clous, y ambas rieron bajito, conscientes de su juvenil fascinación por el atractivo padre de su amiga.

- Bueno, al menos hoy podemos admirarlo sin culpa - concluyó Lydia con una sonrisa pícara, mientras veían a Jordan Linghood acercarse, despreocupado de las miradas que atraía mientras se dirigía hacia ellos.

- Oh Leah, veo que has hecho unas bellas amigas ¿Cómo se llaman? - preguntó Jordan, su voz cálida y la presencia paternal evidente mientras rodeaba con su brazo los hombros de Leah, lanzándole un guiño tranquilizador.

Leah se tensó ligeramente bajo el brazo de su padre, consciente de la admiración casi reverencial que sus amigas sentían por él. Miró de reojo a Clous y Lydia, esperando que pudieran mantener la compostura.

- Soy Clous Coursell, señor Linghood. Es un verdadero gusto - dijo Clous, su voz teñida de una risa nerviosa mientras observaba a Lydia, cuyas mejillas se habían tornado de un rojo intenso.

- Y yo soy Lydia Lans, señor - agregó rápidamente Lydia, torciendo sus manos frente a ella en un gesto de nerviosismo. Sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y ansiedad.

Jordan sonrió, notando la tensión de las jóvenes y buscando aliviarla con su característico encanto.

- ¿Qué tal si luego nos vamos los cuatro a Listonboix? Me encantaría que sean honestas conmigo... Leah no suele hablar mucho de lo que hace, pero estoy impaciente por que alguien me cuente - propuso Jordan, su tono ligero y acogedor.

Lydia y Clous intercambiaron miradas rápidas, una comunicación silenciosa pasando entre ellas. Leah, por su parte, sintió un nudo en el estómago. Aunque la idea de compartir tiempo con su padre la llenaba de alegría, la tensión de mantener separados sus dos mundos -su vida en Hogwarts y su relación con su padre- empezaba a pesarle.

- Sería un placer, señor Linghood -respondió Clous, finalmente, su voz firme a pesar de su excitación interna.

Lydia asintió fervientemente, su entusiasmo apenas contenido. - ¡Nos encantaría!

Jordan asintió satisfecho, su mirada se suavizó al ver a Leah. La apretó ligeramente hacia él, un gesto protector y amoroso.

- Estupendo, será un buen momento para ponerme al día - dijo con un tono de voz que tranquilizó a Leah, ayudándola a sentirse más a gusto con la situación.

Leah, aunque nerviosa, comenzó a relajarse un poco, anticipando una velada que podría, esperaba, fortalecer los lazos entre su padre y sus amigas.

The secret of Tom Riddle.Where stories live. Discover now