Capítulo 60

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Capítulo sesenta
"Obliviate"

Tom Riddle sentía cómo la adrenalina palpitaba en sus venas mientras se dirigía a la oficina de James Whitermore, el hombre cuyas acciones habían empezado a tejer una red de complicaciones alrededor de su vida y, aparentemente, la de Leah Linghood. Al abrir la puerta con un golpe, el ruido resonó a través del silencio como una declaración de guerra. James, sin perturbarse por la entrada abrupta, solo sonrió sutilmente.

-¿Has tenido la oportunidad de bailar con Leah? Es como bailar con un ángel-. Su comentario, cargado de una calma provocativa, fue diseñado para desestabilizar a Tom desde el principio.

Tom, conteniendo su ira, respondió con voz tensa. -Sí. ¿Qué vienes a hacer a Hogwarts? No creo que solo estés aquí por el trabajo.

James se puso de pie y se acercó a Tom con una seriedad que contrastaba con su previa calma. -Estoy aquí por Leah Linghood-. Su confesión fue directa, sin el matiz de engaño.

-¿Qué quieres de ella? -Tom frunció el ceño, intentando descifrar las verdaderas intenciones de James. -Supongo que dinero no te falta. ¿Entonces qué es?

-Me pasé dos años de mi vida tratando de entrar al espejo de Augurio. Cuando entré, me mostró mi futuro... Uno en el que estaba casado con Leah Linghood-, James explicó, su voz cargada de una mezcla de resignación y esperanza. -Se apellidaba Warrington, por su madre Willa.

-Ese futuro es irreal-, Tom replicó, rechazando la posibilidad de tal predicción.

-No, es más real que todo lo que te ha sucedido.

-Leah nunca estaría con usted...- Tom retó, más para afirmar su propia seguridad que por convicción.

-¿Por qué? Sé que es gracias a ti que ahora puede amar... Pero no está obligada a amarte a ti-. La respuesta de James sacudió a Tom, provocando que frunciera el ceño aún más y diera un paso adelante.

-¿Cómo sabes eso?

-Sé absolutamente todo, Tom...- James afirmó con una confianza que dejó a Tom mudo.

-¿Quién eres realmente? Es imposible que sepas todo eso.

-Legeremancia. También la utilicé con Leah. ¿Y sabes qué? Al parecer no había ningún pensamiento sobre ti...

Tom, sacudido, exigió más respuestas. -Contesta mi pregunta.

-Solo soy un profesor... en Hogwarts, tratando de arreglar su vida- James replicó, su tono lleno de una falsa inocencia.

-¿Por qué me dices todo esto?

Antes de que Tom pudiera procesar la gravedad de la situación, James levantó su varita. -Debía contárselo a alguien. Pero ahora me encargaré de que no se lo digas a nadie más-. Con un susurro de "Obliviate", Tom sintió cómo sus recuerdos comenzaban a disolverse, reemplazados por otros fabricados.

Desorientado, Tom apenas se sostuvo cuando James lo empujó suavemente, haciéndole tambalear. Al abrir los ojos, James lo estabilizó con un gesto de preocupación.

-¿Estás bien?

-Sí... ¿De qué hablábamos?

-Querías que volviera a reabrir las instalaciones de Townsheed.

-¿Y lo hará?

-Sí lo haré, ahora vete Riddle, es muy tarde para que estés fuera de tu sala.

Mientras Tom se alejaba, su mente luchaba por recordar cómo había llegado allí. James, una vez solo, abrió un cajón bajo llave y sacó una fotografía. La observó, recordando aquel momento en la mansión Warrington con Leah, justo antes de que su vida tomara un giro dramático con su secuestro al día siguiente. Esta imagen no solo servía como un recordatorio de lo que había perdido, sino también de lo mucho que estaba dispuesto a arriesgar para cambiar el destino que el espejo de Augurio había mostrado.

En los sombríos y sinuosos pasillos de Hogwarts, Leah Linghood se detuvo en seco al ver a Tom Riddle caminando hacia ella. Sus pasos eran lentos y arrastrados, y su rostro mostraba una palidez que hacía que sus habituales facciones severas parecieran aún más sombrías y desconcertantes. A pesar de que sus interacciones recientes habían sido tensas y distantes, la inquietud de Leah se impuso, motivándola a detenerse.

-Tom, ¿Estás bien? -preguntó con una voz en la que se filtraba una mezcla de precaución y preocupación. No quería parecer demasiado invasiva, pero su curiosidad y su preocupación genuina le impidieron seguir su camino sin más.

Tom levantó la vista, claramente sorprendido al encontrarse con Leah. Su expresión inicial de sorpresa se suavizó brevemente antes de endurecerse nuevamente, como si se pusiera una máscara para ocultar sus verdaderos sentimientos.

-Sí, estoy bien. Gracias -respondió con un tono que, aunque intentaba ser despreocupado, no conseguía ocultar del todo su malestar.

Leah notó la tensión en su voz y la forma en que evitaba su mirada. Había algo desacostumbradamente reservado en su comportamiento, algo que no encajaba con el Tom Riddle que ella conocía, siempre tan controlado y calculador.

-Pareces... diferente. -insistió Leah, manteniendo una distancia respetuosa pero dejando claro que su oferta de ayuda era sincera.

Tom asintió ligeramente, en ese momento, las palabras eran meras formalidades entre ellos, una cortesía que se mantenía por los buenos tiempos pasados más que por la situación presente.

- Estoy un poco mareado, es todo -dijo simplemente, antes de apartar la mirada y continuar su camino, dejando a Leah sola en el pasillo, aún preocupada.

Leah se quedó mirando su retaguardia, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación. Aunque sus términos actuales con Tom no eran los mejores, no podía evitar sentirse alarmada por el evidente cambio en él. Con un suspiro resignado, continuó su camino, preguntándose qué secretos ocultaba Tom Riddle detrás de su apariencia cada vez más enigmática.

The secret of Tom Riddle.Where stories live. Discover now