Capítulo 58

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Capítulo cincuenta y ocho
"El giratiempo de James"

Mientras las notas de James y Leah flotaban en el aire, en medio de la pista de baile, Tom se adentraba en la oficina de Whitermore. Cada paso que daba resonaba en la habitación, envuelta en una atmósfera de misterio y expectativa.

Los cajones se abrían uno tras otro, revelando secretos ocultos y pistas que desafiaban la lógica. Pero fue uno en particular, bajo llave y protegido por hechizos, el que capturó la atención de Tom. Con determinación, deshizo los encantamientos y abrió el cajón prohibido.

En su interior yacía un diario, pero no uno común y corriente. Las páginas estaban impregnadas de secretos y revelaciones, como un testigo silencioso de los eventos que habían transcurrido. Tom se sumergió en sus palabras, tratando de descifrar el enigma que se desplegaba ante sus ojos.

"El orgullo de las Beauxbatons", rezaba el título del diario. Las líneas escritas revelaban detalles sobre una figura enigmática: Leah Warrington. Mientras leía, Tom se sentía atrapado en un remolino de incertidumbre y preguntas sin respuesta.

La fecha en la portada del diario, "Junio de 1944", sólo añadía más confusión a la mezcla. ¿Qué hacía un diario del futuro en manos de James Whitermore? ¿Y qué conexión tenía con Leah?

Pero fue la imagen que encontró en el cajón lo que dejó a Tom sin aliento. Una fotografía en movimiento, con Leah y Weily como protagonistas. En la imagen, una versión más adulta de Leah, con su cabello rubio dorado y una expresión serena en su rostro, estaba abrazada a Weily, ambas vestidas con el uniforme de las Beauxbatons.

El descubrimiento dejó a Tom con más preguntas que respuestas. ¿Qué significaba todo esto? ¿Y cómo encajaba en el misterio que rodeaba a Leah y su linaje? Con el corazón latiendo con fuerza, Tom se sumió aún más en el misterio que envolvía a la enigmática Linghood y a su futuro incierto. Tom no sabia que era lo que veía, si acaso fuera un futuro próximo, porque Leah no se apodaba Linghood, en cambio, tomaba el apellido de su madre y como si fueran pocas las dudas, tanto Weily como ella estaban en Francia.

El segundo cuadro mostraba a Willa Warrington, claramente fallecida, abrazando a su hija en una escena que jamás podría haber ocurrido en la realidad. La imagen desafiaba toda lógica y sacudía los cimientos de la verdad.

Pero fue el tercer cuadro lo que provocó la ira descontrolada de Tom. Sin poder contener su furia, arrojó todo contra la pared y rompió el vidrio de la ventana en un estallido de emociones desenfrenadas. Sin pensarlo dos veces, se levantó de su asiento y corrió desesperado hacia Whitermore.

Con un hechizo localizador, rastreó la ubicación del profesor y se enfureció aún más al sentir la presencia de Leah en el lugar.

Una vez que llegó, sorteando a los presentes en el baile sin detenerse.

- ¡Expulso! - Gritó, haciendo volar a Whitermore por los aires. El profesor cayó al suelo, buscando algo en su bolsillo izquierdo con desesperación.

- Él no es quien dice ser - dijo Leah, confundida por la situación.

- Sí... - respondió James, con la varita de Tom presionando su garganta. Luego, esbozó una sonrisa cínica y añadió - No soy quien digo ser - Sacó un Giratiempo de su bolsillo y le dio una pequeña vuelta.

En un instante, el tiempo retrocedió media hora y James se encontró nuevamente dirigiéndose hacia Leah.

El Giratiempo de James, uno de los pocos en Londres, no era el objeto que Grindelwald ansiaba. Al darse cuenta de que Tom había descubierto su verdadera identidad, decidió volver atrás en el tiempo para borrar todo rastro de la verdad.

En lugar de dirigirse hacia Leah, prefirió apresurarse hacia su oficina. Cruzó el salón de clases y subió las escaleras con cautela, abriendo la puerta lentamente.

Y allí estaba Tom, a punto de abrir aquel cajón, cuando James Whitermore entró en la habitación.

The secret of Tom Riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora