The secret of Tom Riddle.

Capítulo 32

Capítulo treinta y dos
"Gryffindor"

Una semana después de la primera prueba, Leah y su equipo estaban profundamente inmersos en los preparativos para la segunda, aunque el contenido exacto de esta seguía siendo un misterio. La victoria de Leah en la primera prueba solo había aumentado su determinación y la de sus amigos por mantener la ventaja.

Newt Nell y Lydia Lans, ansiosos por contribuir a la causa, idearon un plan para infiltrarse en la fortaleza de secretos que era la oficina del director Armando Dippet. Con la esperanza de encontrar alguna pista sobre la segunda prueba, se deslizaron entre sombras y hechizos de sigilo hasta alcanzar el corazón administrativo de Hogwarts.

Una vez dentro de la oficina, rebuscaban entre montones de documentos, buscando cualquier indicio que pudiera revelar los planes del director. Fue Lydia quien, al revisar una pila de papeles al borde del escritorio, encontró una nota escrita a mano que simplemente decía "laberinto". Su corazón latió con fuerza al darse cuenta de que probablemente habían descubierto el tema de la siguiente prueba.

Mientras tanto, Clous estaba enfrascada en el desafío de abrir el huevo dorado que Leah había obtenido como parte de su recompensa. En la sección más apartada de la biblioteca, rodeado de tomos antiguos sobre artefactos mágicos, Clous trabajaba con una mezcla de hechizos y deducciones lógicas. Tras un rato de intentos fallidos, decidió aplicar un enfoque más intuitivo, murmurando encantamientos menos comunes y observando las reacciones del huevo.

Leah, informada sobre el descubrimiento de la palabra "laberinto", intensificó su entrenamiento. Si iba a enfrentarse a un laberinto, necesitaría no solo valentía y fuerza, sino también astucia y habilidad para resolver acertijos bajo presión. Practicaba conjuros de localización y desorientación, además de repasar tácticas de evasión y escape, preparándose para cualquier cosa que pudiera encontrar entre los pasadizos retorcidos de un laberinto encantado.

La revelación sobre el laberinto había dado a Leah y a su equipo una nueva dirección en sus preparativos. Ahora, con una idea más clara de lo que enfrentarían, podían enfocar sus esfuerzos en estrategias específicas para navegar y sobrevivir a los desafíos que seguramente encontrarían en la próxima prueba del Torneo de los Tres Magos.

(...)

La relación entre Tom Riddle y Leah Linghood era un tema de especulación constante entre los estudiantes de Hogwarts. Los rumores circulaban por los pasillos, alimentados por los encuentros clandestinos de la pareja en lugares apartados como el bosque prohibido o el lago Boix. Aunque también se reunían en la habitación de Tom para discutir temas oscuros como la inmortalidad y la búsqueda de la varita de saúco, cada vez más Leah empezaba a cuestionarse la verdadera naturaleza de su conexión.

Los besos de Tom ya no tenían la ternura de antes; ahora eran más bien posesivos, como si quisiera reclamarla como suya. Leah se sentía incómoda con esta nueva dinámica, anhelando más que simples muestras de afecto físico. Ella deseaba un amor que la abrazara y la hiciera sentir segura, pero Tom parecía más interesado en utilizarla como un peón en su juego de poder.

A pesar de sus dudas y resentimientos, Leah seguía sintiendo una atracción irracional hacia Tom. Su corazón latía con fuerza cada vez que lo veía, aunque su mente luchaba por reconciliar esta conexión emocional con las acciones manipuladoras de Tom. Se preguntaba si su decisión de seguir este oscuro camino había sido influenciada por la persuasión de Tom, si había sido una elección propia o si simplemente estaba siendo arrastrada por las circunstancias.

La posesividad de Tom también preocupaba a Leah. Sentía que él la veía como una herramienta para alcanzar sus propios objetivos, en lugar de como una persona con sus propios deseos y necesidades. Esta falta de consideración la incomodaba y hacía que se cuestionara aún más su relación con él.

A medida que la presión de la situación aumentaba, Leah se enfrentaba a la difícil tarea de entender sus sentimientos hacia Tom y decidir si realmente quería seguir siendo parte de su mundo oscuro y manipulador.

La llegada de Isaac Gryffindor a Hogwarts se convirtió rápidamente en el centro de todas las conversaciones. El joven, proclamándose heredero directo de Godric Gryffindor, no solo portaba un linaje impresionante sino que también poseía un carisma natural y una apariencia que hacía girar cabezas por los pasillos del castillo. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad que recordaba a los retratos del legendario fundador de la casa Gryffindor, y su cabello rojizo daba un toque casi real a su figura ya de por sí llamativa.

Las estudiantes de Hogwarts, independientemente de la casa a la que pertenecieran, parecían quedar encantadas por su presencia. Incluso algunas Slytherins, que usualmente se mantenían distantes de los Gryffindors por rivalidades ancestrales, no pudieron evitar sentirse atraídas por Isaac. No solo su apariencia era destacada; la fortuna y el estatus de su familia le otorgaban un aura de prestigio y poder que atraía tanto admiración como envidia.

Sin embargo, a pesar de toda la atención que recibía, Isaac parecía tener su atención fija en una sola persona: Leah Linghood. Leah, con su belleza serena y su aire de misterio, había capturado la atención del joven Gryffindor desde su llegada. No era solo su atractivo físico lo que llamaba la atención de Isaac; había algo en su porte y en la manera en que se movía por el mundo que lo fascinaba profundamente.

Leah, por su parte, no estaba completamente ajena al interés de Isaac, aunque sus propios dilemas emocionales y su complicada relación con Tom Riddle ocupaban la mayor parte de sus pensamientos. La presencia de Isaac en Hogwarts añadía una nueva dimensión a su ya tumultuosa vida escolar. Mientras algunos estudiantes especulaban sobre un posible romance, otros veían la situación como una potencial rivalidad entre Isaac y Tom, aumentando así la tensión en el ambiente.