Capítulo 1

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Alex salió más temprano de lo acostumbrado de su empresa, despidiéndose cordialmente de sus empleados con los que se cruzaba

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Alex salió más temprano de lo acostumbrado de su empresa, despidiéndose cordialmente de sus empleados con los que se cruzaba. Había avisado a su recepcionista que saldría más temprano y que, por favor, cancelara sus reuniones para ese día. Era su aniversario de bodas y para celebrarlo, quería llevar a su mujer al restaurante más costoso y lujoso de la ciudad; ella era muy exquisita a la hora de salir o comprar cosas, ¡le gustaba siempre lo más caro!

Y a él le gustaba complacerla...

Apretó el botón de su piso, dentro del ascensor, y las puertas se cerraron. Mientras esperaba pacientemente se fijó en la hora, faltaban veinte minutos para las 18:00 hs, acostumbraba a llegar cuatro a cinco horas más tarde. La reservación en el restaurante estaba hecha y había pagado todo con anticipación; la cena para las 21:00 hs estaría servida en la mesa.

El ascensor se abrió y él salió, caminando en dirección a su puerta. Colocó la llave dentro de la cerradura y la abrió. Escuchó la dulce voz de su mujer, estaba muy animada y él sonrió como un idiota ¿Por qué estaría tan feliz?

Caminó hasta el final del pasillo que lo llevaba hasta la sala, de ahí provenía la voz y la risa de su mujer.

Su sonrisa se borró muy despacio de sus labios, ¿acaso había tenido un accidente mientras volvía del trabajo que le golpeó la cabeza? Aquello era muy irreal, incluso volvió a sonreír sin humor, ¡no podía ser cierto aquello!

Angelina estaba sentada, desnuda, sobre su mejor amigo, Nicolas, quien también se encontraba desnudo, acostado en el sofá.

— ¡¿Pero qué carajos?!

Ambos amantes, apenas lo escucharon saltaron del sofá. Lo miraban con vergüenza, sorpresa y miedo. Ambos respiraban muy rápido, los ojos negros de su mujer parecen que querían salirse de sus orbitas.

Nicolas fue el primero en abrir la boca:

—Alex, tranquilo hombre...

—Cúbrete antes de hablarme —Le interrumpió, manteniendo la calma.

Nicolas repitió tres veces la palabra si, agarró su bóxer y sus pantalones que se encontraban tirados en el suelo y comenzó a ponérselos rápidamente.

—Alex, amor... —Su mujer lo nombró mientras deslizaba hacia arriba su vestido que hace un rato se encontraba tirado en el suelo —Lo siento tanto...

Alex luchaba para no dejar caer ni una lágrima, no lloraría frente a ellos. Ambos le habían traicionado. El dolor que sentía ahora mismo, sabía que tardaría en sanar o quizá, nunca sanaría; también sabía que vomitaría en cualquier momento, su estómago estaba hecho mierda.

LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now