Alex es un exitoso empresario, millonario y casado con la mujer perfecta o eso creía hasta que la encuentra en su departamento teniendo sexo con su mejor amigo. Sin saberlo una llamada caliente reforzará la relación con su secretaria Jenna a la cual...
La respiración de Jenna era pesada, intentaba contener todo lo que sentía muy adentro de ella y no gritárselo en la cara a Alex. Estaba con el rostro neutro y la mirada fija en la carretera, con el cinturón de seguridad abrochado. Alex no había vuelto a hablar desde que le dijo en la oficina que Angelina se quedaría a cenar por insistencia de su hijo. ¡Realmente no lo podía creer! Estaba molesta, muy molesta con Alex por haber permitido que ella se quedara a cenar ahí, después de todo lo que Angelina hizo, después de haberla ofendido sin motivos aparentes.
De reojo vio como Alex giraba la cabeza para mirarla un momento, para luego volver a centrar su mirada en la carretera.
-Jenna, entiendo que estés molesta pero...
-¡Pero nada! -gritó, alterada. Se llevó una mano en el pecho para intentar calmarse y cerró suavemente los ojos. No perdería el control
-Jenna -dijo sorprendido, Alex. Ella nunca le había elevado tanto la voz.
-Simplemente cállate. Entraré a la habitación y de allí no saldré -murmuró con los dientes apretados y lo miró - ¡¿me entiendes?! -gritó, una vez más.
-¡¡No tienes el maldito derecho de enfadarte!! -gritó, también. Apretaba con fuerza el volante del vehículo, tanto que sus nudillos se volvieron blancos -Ella es la madre de Frederick ¡¡te guste o no!!
-¿Pero por qué mierda tienes que recibirla ahí sabiendo que estoy viviendo contigo? ¡Dios mío!-Jenna no podía dejar de mover las manos de forma desesperada cuando hablaba. Solo quería estar lejos ahora mismo, lejos de Alex -. Bien podías decirle al niño que saldrán a cenar afuera -su tono de voz disminuyó drásticamente y giró el rostro hacia su ventanilla para que no pudiera ver sus ojos cristalizados.
Alex se sorprendió con el cambio de humor tan repentino de Jenna y suavizó el agarre del volante. Si, había sido un completo idiota por haber permitido que Angelina se quedara a cenar siendo que podían salir a cenar fuera, bien como lo había dicho Jenna.
-Jenna, discúlpame.
Ella recostó su frente por la ventanilla y negó con la cabeza, débilmente.
-He seguido contigo a pesar de que aun sientes algo por ella. Ya no me he vuelto a entrometer con el asunto del divorcio. He perdonado que me hayas ocultado lo de tu hijo... -su voz estaba por quebrantarse - ¿y ahora esto? ¿Qué más tengo que aguantar? Alex -se despegó de la ventana y lo miró fijamente y él también la miró, con lastima.
Alex no podía dejar de mirarla, ella estaba llorando en silencio. Observaba sus lágrimas caer por sus mejillas, lagrimas causadas por él. Se sentía una basura por hacerle eso. Ella había soportado muchas cosas en ese poco tiempo que llevaban saliendo. En ningún momento ella dio marcha atrás. Siempre estaba ahí, apoyándolo. El fuerte pitido de un vehículo hizo que saliera de su trance volviendo su mirada rápidamente al camino, un gran camión con luces altas venia en su carril o mejor dicho, él estaba en su carril, como pudo se desvió el auto de su camino llegando hasta el borde de la carretera.
-¡¿Quieres matarnos?! -gritó, exasperada, Jenna, una vez que el auto detuvo su marcha a un costado. Su corazón latía a mil por hora y no tenía que verse en un espejo para adivinar que los colores abandonaron su cara.
Alex respiraba con dificultada, la sangre se le había congelado en las venas. Escuchaba la voz de Jenna muy lejos y no entendía lo que estaba diciendo. Solo podía mirar sus manos en el volante. Habían estado tan cerca de la muerte.
-¡¡Alex!!
Sintió como ella lo sacudía por los hombros y él la miró, por fin, volviendo a la realidad.
-Por favor, ya no discutamos -pidió, en un hilo de voz -estoy tan cansado, tan estresado, solo quiero vivir en paz -se frotó el rostro -. Disculpa, me he equivocado en dejar que Angelina se quede a cenar con nosotros, no sabía en que estaba pensando para aceptar eso. Ahora mismo la llamaré y le pediré que se marche -dijo buscando su celular en el bolsillo de su pantalón.
Jenna sujetó con suavidad el brazo de Alex, negando con la cabeza. Ambos se estaban comportando mal.
-Solo, la próxima vez que la invites, házmelo saber antes ¿sí? No tomes la decisión tú solo -sonrió de manera gentil.
-Gracias por estar conmigo, siempre -dijo con la voz temblorosa, ahora era él quien quería llorar. Estaba tan casado de todo. -. Gracias por aguantarme, mi amor.
Jenna sintió una oleada de calor con aquella palabra, nunca le había llamado así. Sin poder evitar, su mirada cayó a los labios de él. Necesitaba descargar todas las emociones negativas que sentía, ahora mismo.
-Bésame, ahora -pidió en susurros.
Alex no dudó ni un segundo, se inclinó hacia ella y la tomó del rostro suavemente, besándola, mordiéndola, lamiéndola. La quería, no lo podía negar. Ella era tan linda físicamente y tan gentil, tan dulce, siempre estaba ahí tendiéndole una mano para lo que fuese.
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Zoey llegó a su casa agotada. Se había tomado una ducha rápida y relajante. Ya había cenado por la calle. Se sentó en el sofá, dispuesta a ver la televisión una hora por lo menos y luego dormir para trabajar nuevamente dentro de unas horas. ¡Que estresante!
Luego de veinte minutos, el timbre sonó.
Fastidiada y extrañada revisó su celular, marcaban las diez y cinco de la noche, nunca recibía visitas. Con cautela se acercó a la puerta y sin abrir preguntó:
-¿Quién es? -claro y fuerte.
-¡Ábreme! -chilló una voz femenina.
-¿Gladys? -cuestionó sorprendida, abriendo la puerta de inmediato y encontrándose con el rostro angelical de la muchacha.
-¿Por qué no me has desbloqueado aún? -chilló.
-¿Qué estás haciendo aquí? -volvió a cuestionar, sin responder su pregunta. No le sorprendía que conociera su dirección porque ya había venido dos veces.
-¡He venido a buscarte! -exclamó con los mofletes hinchados, como una niña caprichosa y se lanzó por sus labios.
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Estoy pensando en cambiar el titulo de la historia y me encantaría que me aportaran sus ideas para un nuevo título ❤❤
