LA ASISTENTE ©

Capítulo 7

Jenna al día siguiente fue muy nerviosa al trabajo, esperaba que el señor Alex no reconociera su voz. Aunque nada malo pasó ayer durante la llamada. Luego de que él cortó la llamada, ella se quedó toda la noche pensando en él.

¿Por qué?

—Trabajo llamando a Jenna —Dijo Zoey moviendo la mano frente a sus ojos, trayéndola a la realidad.

—Ay, disculpa.

— ¿Qué pasa Jenna? —Preguntó un poco preocupada por notar a su amiga tan distraída.

Dudó un momento en contárselo o no, pero accedió. Total Zoey era su mejor amiga y podía confiar en ella. Antes de hablar exhaló sonoramente.

—Ayer recibí una llamada de un cliente.

—... ¿Y? —Preguntó sin entender muy bien a lo que se refería con eso. Jenna siempre recibía llamadas de sus clientes.

—Y... que se trataba de Alex— Zoey la miraba sin entender aún—, nuestro jefe —Se mordió el labio inferior con preocupación de cómo podría reaccionar.

Zoey se atragantó con el agua que se estaba bebiendo en la recepción, comenzó a toser mientras Jenna le daba palmadas en la espalda. Los trabajadores que pasaban por ahí las miraban con curiosidad y otros con malas caras por el escándalo que estaba armando.

—Disculpen, se atragantó con el agua —Informó de manera cálida y con una sonrisa resplandeciente para mantener en calma a los empleados.

Zoey la miró con sorpresa.

— ¿Estas segura de lo que estás diciendo Jenna?

Jenna afirmó con la cabeza.

— ¿Cómo puedes estar tan segura? —Achicó los ojos.

—Por favor —Rodó los ojos Jenna — Reconocería su voz en cualquier lugar. Lo que me da miedo es que haya reconocido mi voz.

El teléfono sonó y un botón rojo se encendió; era el jefe quien estaba llamando desde su oficina. Ambas mujeres se observaron. Jenna estaba espantada.

—Señor Forbes —Contestó Zoey, formal.

— ¿Dónde está mi café de todos los días? ¡Lo necesito ya! —Gruñó de mal humor — También quiero una aspirina y un vaso de agua, por favor.

—Ahora mismo, señor —Cortó la llamada y observó a Jenna quien estaba que moría de la preocupación —. Quiere su café, un vaso de agua y una aspirina.

—Zoey, ¡ayúdame! —Rogó poniendo sus manos sobre su pecho en forma de plegaria —. Si descubre que soy yo me despedirá.

—No lo hará —Negó con la cabeza, y sonriendo para darle confianza —, no hiciste nada malo. Y si te pregunta algo al respecto, dile que es tu trabajo.

Jenna se mordió la uña del dedo pulgar, no sabía dónde meter la cara.

— ¿Disfrutó de la llamada? —Preguntó Zoey, interesada.

—Apenas llamó y cortó.

— ¡Que mal! —Dijo decepcionada —. Al parecer necesita un poco de distracción—Rió divertida —. Ahora ve y llévale lo que pidió si no quieres que te despida por incompetencia.

***

Alex estaba pensativo en su sillón de cuero, esperando a su asistente que no la había visto al llegar. Tras unos minutos alguien golpeó la puerta.

—Adelante.

La puerta se abrió dejando ver a su secretaria, la misma de ayer o mejor dicho la misma de hace un mes, solo que él no la recordaba tan bien. Él sonrió sin querer al verla entrar con una vendeja en las manos y su pedido encima; ella hizo lo mismo.

—Buenos días —Ella saludó —Disculpe por mi tardanza.

—Buenos días —Saludó seriamente, Alex —. Por favor, que no se vuelva a repetir la próxima vez.

Jenna asintió con la cabeza, nerviosa de que la descubriera, con suerte y él estaba muy borracho ayer que olvidaría aquel pequeño incidente con la llamada. Se acercó a su derecha con la bandeja y colocó el vaso de agua primero sobre el escritorio, a su alcance.

La mano le temblaba.

<< Jenna, por dios, ¡tranquilízate! >>Se regañó a sí misma.

—Gatita mala —Murmuró Alex y Jenna derramó la taza de café sin querer sobre el pantalón de su jefe.