Capítulo 39

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Y sin duda...

Para Ryan fue una de las mejores noches que pudo haber tenido, a lado de la mujer más hermosa, bailando toda la noche, tres horas sin descanso. Solo eran él y ella, nadie más. Ahora tenía más esperanzas que nunca, si hace unas horas atrás había pensado en abandonar la batalla, ahora estaba más decidido que nunca luchar hasta el final, porque ella lo merece.

-Vamos, un pie adentro... -dijo Ryan, mientras sujetaba de la mano a Zoey para que entrase a su vehículo, en la parte delantera pero estaba tan mareada que le dificultaba y no hacia otra cosa más que reír.

-Yo te ayudo -se ofreció de inmediato Jenna, que sujetó del pie izquierdo de Zoey y lo levantó hasta el suelo del auto.

-Jenna, eres tan buena amiga -sonrió sin poder mantener por más tiempo abierto los ojos.

-Lo sé -rió Jenna.

Una vez que lograron meterla en el vehículo, Jenna y Verónica tomaron asiento en la parte trasera. Las dos mujeres estuvieron hablando de trabajo, ropa, países que les encantaría conocer, mientras que Zoey tenía la mejilla pegada contra la ventanilla, durmiendo profundamente. Llevó primero a Verónica hasta su departamento luego se dirigieron a la casa de Zoey. Aparcó el coche en frente de la casa.

-Zoe, despierta -dijo Ryan, moviéndola suavemente por el brazo pero la muchacha ni se movió -. Hemos llegado -siguió insistiendo en despertarla.

-Mmm -gruñó Zoey -. Déjame en paz -murmuró sin abrir los ojos y sin moverse de donde estaba.

-Sujétala mientras yo abro la puerta y veo como quitarla -dijo Jenna saliendo del coche y dirigiéndose hasta la puerta del copiloto.

Jenna abrió despacio la puerta mientras que Ryan la sujetaba de los hombros para que no cayera directo al asfalto. Jenna agarró el brazo derecho de Zoey y se lo colocó alrededor del hombro y fue sacándola lentamente.

-¡Quiero dormir! -gimoteó Zoey, sin abrir los ojos.

-¡Ay por Dios! -gritó Jenna cuando su amiga se desplomó sentada en el suelo con ella aun agarrada de su cuello -. Sí que está borracha.

-Y ¿tu? Parece que estás acostumbrada a la bebida. No te veo con efectos secundarios -indagó Ryan, mientras cargaba a Zoey en sus brazos.

-Soy una buena bebedora -le guiñó el ojo antes de buscar dentro del bolso de Zoey el juego de llaves de la casa y caminar en dirección a la puerta.

-¿Vive sola? -preguntó Ryan mientras esperaba a espaldas de Jenna que diera con la llave correcta en el cerrojo.

-Con sus padres, pero fueron de viaje, regresaran en unos días -dijo abriendo por fin la puerta y dejando pasar primero a Ryan -al final del pasillo, la segunda puerta blanca -indicó mientras cerraba la puerta e iba al baño.

-Claro... -susurró y miró detenidamente a la pequeña criatura que llevaba en sus brazos. Era tan hermosa. Deseaba tanto poder besar esos labios rojos que lucían perfectamente con su piel. Sacudió levemente la cabeza intentando alejar esos pensamientos y caminó hasta donde le indicó Jenna.

Al abrir la puerta encendió la luz y observó el interior. Todo estaba muy ordenado. Todo estaba en su lugar. La cama matrimonial bien arreglada, las cortinas bordo que cubrían al parecer un gran ventanal, estaban cerradas. La colocó con cuidado sobre la cama, pero perdió el equilibrio y cayó sobre ella, apoyándose con sus manos sobre el colchón para que sus cuerpos no se tocasen casi. Si quisiera ahora mismo podría hacerle todo lo que deseaba en tan solo cinco minutos, besarla, bajarle la blusa, levantarle la falda, acaricias sus piernas, sus mulsos; el recuerdo de ella y Verónica besándose tan salvajemente se le vino a la mente, deseaba probar sus labios de esa forma.

LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now