Capítulo 35

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Zoey cerró la puerta y entre besos fue caminando con Gladys hasta la habitación. La empujó suavemente a la cama y se subió encima de ella, abrió lentamente cada botón de la blusa que llevaba Gladys, dejando libre sus senos que estaban cubiertos por ese molestosos brasier oscuro; comenzó a masajearlos suavemente mientras miraba fijamente el rostro de placer de la muchacha, que gemía con los ojos cerrados.

—Me gustas demasiado, Zoey —dijo abriendo los ojos y tomando del rostro a la muchacha para traer sus labios hasta los de ella.

—Quédate conmigo, ¡vámonos lejos! —susurró sobre sus labios.

Gladys simplemente la calló con otro beso y eso la molestó un poco.

—Gladys, escúchame, nos queremos, vámonos.

Gladys suspiró frustrada.

—Zoey, ya hemos hablado de esto —dijo histérica —¿Por qué siempre lo tienes que arruinar todo? —la empujó suavemente para que saliera de encima de ella —. Me daré una ducha —se puso de pie sacándose el pantalón oscuro de tela que llevaba puesto.

—Simplemente dices que te gusto mucho ¿no será que te gusta realmente ese idiota que tienes por novio? —dijo riendo sin humor.

—Vamos saliendo apenas unos días ¡y es por exigencia de mis padres! Si pudiera estaría contigo, amor, lo sabes —dijo melancólica —¿Dónde está la toalla? —preguntó mientras buscaba en la habitación.

—En el baño.

Gladys salió de la habitación y caminó en dirección al baño. Al escuchar la puerta del baño cerrarse rápidamente tomó el pantalón de la muchacha entre sus manos y comenzó a tocar los bolsillos en busca del celular. Sabía que estaba mal lo que estaba haciendo pero había algo que no le cuadraba en ese rostro de ángel. Nerviosa extrajo el aparato del bolsillo trasero y abrió el WhatsApp. Su corazón latía a mil por segundo y al ver el nombre de "Amor" entre los primeros mensajes hizo que tuviera un leve mareo, lastimosamente Zoey no aparecía en la foto de perfil sino su novio. Y su nombre estaba guardado como "Zoe" pero que amor era Gladys. Al leer la conversación con su novio su alma se rompió en miles de pedazos. Se decían que se amaban y de lo buena que estuvo la noche anterior. Rápidamente deslizó el dedo hacia arriba, necesitaba saber si realmente estaban saliendo solo hace unos días y eso solo la lastimó más, estaban saliendo desde hace seis meses.

—Pero será perra —susurró.

Cuando escuchó la puerta del baño abrirse colocó nuevamente el celular en el bolsillo trasero de su pantalón y esperó en la misma posición, sentada. Gladys entró con el pelo húmedo y goteando por su cuerpo, en ropa interior, sus curvas ya no le parecían apetecibles, ni sus piernas ni su boca, todo de ella le causaba repulsión ahora mismo.

—Quiero que te largues de mi casa —dijo firme.

—¿Qué? —preguntó sin interés, Gladys, secándose el pelo con la toalla y caminando por la habitación.

—Quiero que te vayas.

—¿pero qué estás diciendo? —Gladys dejó la toalla para mirarla con el ceño fruncido —¿te has vuelto loca? —rió negando con la cabeza.

—No —contestó y agarró el pantalón de Gladys, extrayendo del bolsillo el celular —, vete con tu novio "falso" por "obligación"

—¿Qué te pasa? —preguntó Gladys, acercándose rápido y quitándole el celular de la mano — ¿lo haz revisado acaso?

—Eso no importa más, ¡vete! —gritó, levantándose.

—Sea lo que sea que hayas leído es mentira.

—¡Lárgate! ¡Mentirosa! —tomó la ropa de la muchacha del suelo y se lo lanzó en la cara con furia.

—¡Zoey!

—No te quiero volver a ver en mi vida, vete, ¡niña mal criada!

Gladys no dijo nada, simplemente se colocó la ropa y salió a toda velocidad en dirección a la puerta de la casa. Zoey la siguió por atrás, mirándola marcharse de su vida. ¡Maldita ingrata! Siempre la había estado mintiendo. Sentía un gran dolor en el pecho.


***

—Ya acosté a Frederick —suspiró Alex, cerrando la puerta de la habitación — ¿sigues molesta?

Jenna estaba sentada al borde de la cama, con los pies descalzos tocando el suelo; colocándose crema hidratante por los brazos. Un delgado vestido de dormir, hecho de seda cubría su cuerpo. Ahora mismo no quería hablar con Alex. Simplemente quería dormir. Lo ignoró completamente, siguiendo con su tarea de esparcir la crema por sus brazos.

—Jenna, vamos, no estés así —pidió, rodeando la cama, se sentó en el otro borde, a espaldas de ella y se acercó para masajear suavemente sus hombros.

—Se me pasará —dijo simplemente.

Alex comenzó a depositar pequeños besos lentos sobre su mejilla y Jenna se corrió un poco, girando la cabeza y mirándolo sobre su hombro izquierdo.

—No, Alex.

Alex frunció el ceño molesto.

—¿Qué ocurre? ¡Dímelo!

—¿Qué pasa? —preguntó de forma sarcástica —. Bien, pasa que has dejado entrar a la arpía de tu esposa sin mi consentimiento, sé que es tu casa ¡pero recuerda! Me has sacado del departamento de Nicolas...

Alex se tomó de la cuenca de la nariz y cerró suavemente los ojos, ¡de nuevo con ese tema! Estaba harto de hablar de la misma cosa.

—¡Ya lo hemos hablado!

—¡Me ha insultado! —gritó en voz baja —y no has hecho nada. Una vez más pasa algo similar y yo me largo, estás advertido —dijo colocándose en pie y lo miró fijamente —¿puedes moverte? Quiero dormir ahora.

Alex hizo caso, refunfuñando algunos insultos en voz baja que Jenna no logró entender. Ella se acomodó bajo las sabanas y le dio la espalda, dando por finalizada la discusión.  

LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now