Capítulo 2

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La luz penetrante se apoderó del sueño acaramelado del chico que reposaba dulcemente en las sabanas. Lentamente fue abriendo los ojos, sonriendo al escuchar el sonido de las aves cantar. Bostezó y así se levantó con el estómago rugiendo por el ansia de comida.

Caminó hacia la ducha y paró frente al espejo. La sonrisa que tenía en sus labios, había desaparecido. Un tormento se apoderó en el interior del chico, viendo su rostro a regañadientes con temor y angustia. Gruñó internamente, no quería volver con lo mismo así que se quitó la camisa rayada de su amante y la tiró al suelo para introducirse a la ducha.

El agua era lo mejor, era lo que más amaba Styles para calmar sus problemas, por lo que normalmente siempre acorría a ella. Sentía cómo su torso era mojado por los suaves masajes de la espesa agua, tranquilizando su mente y huesos. Sus rizos se pegaron a la frente, haciéndole cosquillas en la parte superior de la cabeza. Sonrió y enjabonó su cuerpo para después salir y tomar una toalla con la cual secarse. Salió y dirigió a su armario, teniendo una ligera idea de lo cual tendría que vestir. Cuando lo abrió no pudo evitar transmitir un gemido de frustración al observar los típicos pantalones ajustados que Richard le compraba que eventualmente, le asfixiaban las piernas. Tomó uno de ellos, una camisa de color blanco, y unas botas gitanas haciendo juego con el color de su collar. Nuevamente entró al baño y se miró en el espejo, suspirando, tomó la secadora para arreglar su cabello. Sabía que a Richard no le gustaba que estuviera desordenado, mucho menos con cara pálida, así que tomo una gran cantidad de polvo color piel oscura y la hizo recorrer cada centímetro de su bello rostro. Colocó más en la parte bajo de sus ojos, donde bolsas oscuras por el desvelo le invadían. Tomó el lápiz de ojo y dibujó una línea en la recta de sus parpados. No mucho, pero lo suficiente para satisfacer a su amante que probablemente, vendría en camino.

Cuando terminó de maquillarse, bajó las escaleras y dirigió a la cocina donde terminaría con la molestia de su apetito.

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Richard bajó de su auto, gruñendo mentalmente al ver el lugar desagradable en el que se encontraba. Caminó leve mientras observaba todo con disgusto. Caminó hasta encontrar la única puerta que se encontraba en el pasillo; cuando abrió las puertas pudo sonreír al sentir las ventadas de su nariz inhalar el aire fresco a limpieza. El bello y extravagante aromatizante sabor a limón. Sonrió y luego dirigió su mirada a todas las cabezas que voltearon para prácticamente, idolatrarlo. Todas las miradas se postraron en él, unos maldiciendo mentalmente y otros tratando de arreglarse para mantener su carácter firme. Pero Richard lo sabía, y solo bufó y rió por tal acto.

Vio su puesto vacío en la gran mesa donde todos los policías de la cuidad se encontraban. Los policías eran una mierda, una farsa. Todos ellos eran unos hijos de puta con solo el interés del dinero y nada más. Richard lo sabía, y más cólera invadió sus venas al tan solo pensar que tuvo que dar pequeña porción de dinero y promesas fugases para tenerlos comiendo de la palma de su mano. Miró su asiento y luego sonrió con falsa modestia a los demás.

No tenía tiempo para todas sus perras.

—Entonces, supondré no gastar mi saliva para darles una explicación, señores. Mi querido hermano como sabrán ya está en la cuidad, mi única orden es que no lo vigilen, mucho menos se le acerquen, porque cuando haga mi llamado ante cualquier inesperada situación necesito que estén listos. Sin ningún error en la trayectoria. ¿Me oyeron? —Preguntó mientras veía como asentían. Apretó lo labios. —¡Dije que si me oyeron! —Gruñó bajando un puño contra la mesa e hizo resonar el golpe en toda la sala. Los policías se encogieron, pero rápidamente tomaron la compostura y contestaron: —Sí. —al unísono. Richard sonrió, pero era una mueca de labios al saber que podía patearlos en cualquier momento. Cuando por fin escuchó lo que quería, acomodó su saco, estiró su corbata y dirigió sus pies a la salida. Pero una voz le hizo quedarse de pie al momento de salir.

CRIMINALWhere stories live. Discover now