Capítulo 5

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La noche estaba fría, conjugando con el brillantino punto de las estrellas haciendo más magnificentes las luces en el cielo oscuro. El sonido de las hojas de los árboles chocar le daba un toque espeluznante a la noche. Perfecto para su gusto. Tomó la chaqueta de cuero blanco y se la colocó en su cuerpo, dirigiéndose a la salida. Miró a los lados, sonriente por no encontrar lo que, de algún modo, no quería encontrar. Acomodó su cabello y chasqueó los dientes, temblando por el inevitable frio de la neblina. Sacudió las piernas socadas y acomodó su camisa. Caminó hacia el auto y se sintió aliviado por el calor que el interior le brindaba. Le indicó al chofer que lo llevara al lugar de siempre y él con ligero profesionalismo, asintió.

Se abrazó a sí mismo y suspiró. No tenía idea qué iría a hacer o qué estaba haciendo. Desde muy joven supo que la vida no era fácil. Su madre le había enseñado a ser fuerte, a ser muy fuerte en los momentos difíciles. Y aunque le cueste aceptarlo, lo ha intentado, pero es un cobarde. Observaba con una mueca triste el pasaje de los árboles en la orilla de la carretera. Se supone que sería un chico con bienes, un estudiante, seguramente ingeniero; pero no lo era, y lo peor de todo es que, aunque tuviese la oportunidad, el odio en sus venas de querer hacer justicia no desaparecía. Y todo eso, lo llevó a convertirse en la persona que hoy es—en la cual por supuesto no está orgulloso.

Acomodó su cabello al observar que su misión se estaba llevando a cabo. Los últimos días habían sido... ¿Peculiares? Sí, un giro de sesenta grados al aire. No esperó nada provenir de ellos. Pero maldición, su expectativa de las cosas nunca le fue de su favor. Bajó del auto, sintiendo el acosador frio inundarle, tal y como siempre ocurría al estar en ese lugar. El sonido que provenía del lugar era jodidamente alto, sabía que sus oídos explotarían al solo entrar. Revolvió su cabello y frunció el ceño. Caminó y pasó rápidamente por la entrada porque los guardias de seguridad ya lo conocían. Sí, la segura puta de Richard.

El sonido del club era inmenso, Harry arrastró una mueca, odiando tanto relajo. Las personas alrededor estaban tan inmersas en lo suyo, unos bailando, otros gozando de un buen polvo en las oscuras esquinas y otros simplemente follando en la pista de baile. Y, por otro lado, las estríperes haciendo de lo suyo. Harry vio todo con una mueca de disgusto, pero al saber que él se encontraba en una situación mucho peor, la mueca se convirtió en un suspiro triste. Encontró la barra de licor y se sentó, satisfecho con poder disfrutar un poco de whisky, justo lo que necesitaba.

—¿Buscas a Richard, pequeño? —Preguntó Andrew, el barman. Harry al escucharlo volteó y suspiró. Sí, buscaba a Richard. No tenía idea por qué, se supone que debería estar celebrando de su ausencia, pero no es así.

Lo necesitaba, sonaba patético, pero necesitaba de Richard. Harry realmente necesitaba que lo follara para así sentir más odio por él, así continuamente seguir con su plan maestro sin ningún problema. Pero, aunque no quisiera creerlo, sabía que un problema surgió en su misión, más bien su vida, porque de ella era que realmente se trataba. Y lo peor de todo es que su 'problema' tenía nombre y apellido.

El menor de los Tomlinson le atraía, le atraía demasiado joder, de una manera no común. Le era impresionante en la manera que su cuerpo reaccionaba ante sus toques, o siquiera su voz. Y aunque sabía que todo eso era solo de una manera sexual, le preocupó mucho, no sabía qué podría ocurrir si cosas así seguían pasando en la casa, y sería mejor hacer desaparecer esa situación. Aunque fuera con Richard, quien la desaparecería de su camino.

—Sí, ¿sabes dónde puedo localizarlo? —Preguntó con su voz tensa. Andrew le sonrió y elevó la cabeza para encontrar lo que buscaba. Con un dedo señaló un pasillo oscuro que se encontraba frente a otras habitaciones de "alquiler". Harry sabía perfectamente qué era allí. Desgraciadamente lo sabía. Había sido follado allí tantas veces que de memoria se sabía cada detalle de la habitación. Nuevamente suspiró y agarró el vaso con alcohol y se levantó para dirigirse al pasillo —Gracias. —agradeció a Andrew quien asintió y siguió con su trabajo.

CRIMINALWhere stories live. Discover now