Capítulo 7

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La madrugada de aquella noche era tan silenciosa, oscura y amarga. A pesar de ser solo la tiniebla de la oscuridad. El dinero volaba en los alrededores, el aroma a aceite y peste resaltada en cualquier ventada de olfato, las palmas mallugadas por el trabajo se mantenían en puño cerrado, y sus frentes tanto como sus labios, con el leve fruncimiento.

La tensión permanecía como cómplice del silencio, siendo testigo de cada uno de los movimientos e insinuaciones en la encerrada habitación. Las paredes apestosas y manchadas llegaban a esparcir en cada inhalación, torturando el movimiento al saborear. Se podía sentir los músculos de cada uno de ellos tensos, inmóviles por los presentes. Todos, y cada uno de los oyentes de tan, inesperado acto, se mantenían atentos y silenciosos hacia el gran potente e intimidante hombre.

Por otro lado, el otro poderoso e intimidante hombre, decidió hablar. La frustración comenzaba a invadirle.

—Que, inesperable sorpresa mí, querido amigo. ¿A qué se debe tu cordial visita? —Frank Styles preguntó, observando todo con un ligero fruncimiento de ceño. Sus hombres, que observaban toda escena atentos por cualquier llamado, guardaron más silencio aun, y se limitaron a tan solo ser oídos.

El hombre del otro extremo de la mesa; el inesperado visitante, chasqueó la lengua y se limitó a sonreír. Alzando las cejas, respondió:

—¿Qué acaso tengo que tener un propósito para visitar a mi muy viejo y querido amigo? —El hombre sonrió con hipocresía, al tanto de la familiaridad mutua.

Frank soltó la sonrisa también, y se levantó de su asiento, respondiendo superioridad.

—Ha pasado tanto tiempo, querido amigo. ¿Qué te trae de vuelta a mis tierras? —Preguntó entregándole un —para ninguno de los dos— agradable abrazo "amistoso".

—Así como dices Frank, estoy de vuelta en tus tierras, por un motivo. —Richard lo vio con cautela, pero no parecía realmente perdido en la incertidumbre, mientras que, al otro lado, Frank le cuestionaba con la mirada. —Se trata sobre tu hermano.

—Oh, entonces fingiré que me interesa. Muchachos, retírense. —Ordenó a los hombres que, sin contestar, se retiraron en silencio. Con poca gracia, regresó su atención en Richard —Lo siento, puedes continuar. ¿Qué es lo que el mocoso hizo ahora? ¿Ya lo quieres echar? Porque si es así, puedes matarlo, por mí no hay problema.

Richard no se inmutó ante su impulsivo comentario, se limitó a contraatacar, porque precisamente ese era el asunto. Siempre lo fue.

—Tu ignorancia me complace. No quiero echar al muchacho fuera, mucho menos quiero que esté sin vida. De hecho, lo quiero mejor que nunca. Sin ningún rasguño o maltrato. Bueno, al menos no físico. —Se encogió de hombros, pero manteniendo su cuerpo firme y fuerte. Ésta vez Frank sí se sorprendió, ahogándose un gemido de disgusto.

—¿Y para qué quieres a Harry? ¿Te interesa emocionalmente ahora? --Preguntó con burla ésta vez. Richard soltó una risa ligera y suave, pero él no parecía tener rastro de humor en lo absoluto. Hizo una mueca de labios y negó levemente.

—Creí que no era tu incumbencia nunca más —Respondió, su voz tranquila a pesar de la situación.

—Bueno, tienes razón, pero desde el momento que lo tuviste, debiste tener en cuenta que lo tienes gracias a mí. Pero de lo contrario, el chico es totalmente tuyo.

Richard frunció su ceño, recordando al joven con melena rizada que se encontraba en su casa. Recuerda perfectamente como lo conoció, y como se entregó a él. Todo, por un simple plan. Un simple plan que el niño manejaba, y desgraciadamente, él sabía de ello.

CRIMINALWhere stories live. Discover now