Capítulo 34

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El silencio a su alrededor era como una burla, una que lo señalaba y se ría de él. Cobarde. Esa era la palabra. Sentía el miedo e incertidumbre revolverle el estómago con ráfagas de nauseas. Harry relamió sus labios y se obligó a calmarse. Eventualmente, ya estaba allí.

Tocó la puerta.

Un segundo.

Dos segundos.

Tres.

Cuatro.

—Styes —Ryan estaba allí, con una sonrisa maliciosa en su boca —Adelante, justo a tiempo. 

Harry entró a la habitación, que era más un almacén lleno de cajas y frunció el ceño. A su vista no era más que oscuridad y cajas, pero Ryan caminó hasta detenerse al final de la habitación. Había una habitación más y él llamó. Harry contuvo la respiración. Cuando un hombre de unos casi dos metros y puro musculo abrió la puerta y los dejó entrar, Harry revisó inmediatamente su alrededor.

Había otros tres hombres más viendo fútbol americano mientras fumaban y conversaban, ellos ni siquiera se inmutaron por su presencia, había varias mesas con armas y kilos de droga, y entonces justo en medio de la sala estaba el hombre. Estaba atado a una silla con cinta adhesiva, pero también tenía esposas en los tobillos y suponía que en las muñecas tras su espalda. Tenía una funda en la cabeza, por lo que aun desconocía su identidad. Si había podido aguantar la respiración, definitivamente ahora estaba estancada.

—Al principio creí que habíamos tomado al equivocado, pero estoy seguro que es a quien busca —La voz de Ryan lo sacó de sus temores.

—¿Tú ya sabes quién es él?

—Sí —La insinuadora sonrisa en la boca de Ryan le daba una mala sensación —Sé que usted lo quiere, pero lamento informar que no podré entregárselo. Simplemente no puedo. Éste hombre no es ruso, es un impostor, ha estado en prisión tantas veces y sale con las mismas. Su hermano es Richard, nuestro querido embajador, ¿Cómo no querría tenerlo? Éste hijo de puta nos debe muchos negocios. Lo lamento, Styles, pero el halcón es nuestro.

Ryan sabía muy bien que Harry lo entendía. Aparentemente todos sabían que Louis fue su amante, pero aún no podía comprender qué hacía Louis allí. Dolor le inundó. Traición. ¿Qué hacía en Doncaster después de tanto tiempo? ¿Por qué se fue por tanto tiempo?... ¿Acaso alguna vez se fue? Odiaba sentirse vulnerable, odiaba sentir dolor después de toda la mierda que le tocó pasar. Y justo cuando se estaba superando, el hijo de puta está allí, justo frente a él. La vida tenía que ser una perra humorística.

—Supongo que lo entiende. Tiene una hora, no hay salida de esta habitación, y si encuentra algún escape junto con él, tenga seguro que no pensaré antes de dispararles a ambos. Aquí está ésta llave —Ryan le entregó una llave plateada —Puede liberarlo, pero él ya sabe que no puede irse. Eso no indica que le crea, por lo tanto, cuando se vaya, espóselo de nuevo.

Ryan cabeceó a los demás, y de pronto Harry se encontró solo en la habitación. Solo él y Louis.

Pudo haber pasado un buen par de minutos, entre el silencio y su perdida mirada no existía nada más que sus pensamientos, Louis y él. ¿Era realmente él? No quería saberlo, sin importar que Ryan ya lo hubiese confirmado. De pronto quería correr y llorar, olvidar, fingir por un momento que estaba en la fiesta, disfrutando y tomando, pasándola bien. No Louis. No dolor. Él siempre quiso a Louis. ¿De eso se trataba el dolor? Solo se enamoró dos veces en su vida, y no pudo terminar con ninguno de los dos. Su vida definitivamente podría ser narrada en un libro barato de romanticismo de mierda, lleno de desesperanzas y lágrimas. ¿No era eso lo que le gustaba a las chicas? Un amor imposible.

CRIMINALWhere stories live. Discover now