Capítulo 12 & 13

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El chillante sonido se expandió por el lugar, la pequeña fase de serenidad envuelta en el suspenso del misterioso bullicio, y las personas que mantenían su mirada fija en sus pies atentos a la expectativa, la esperanza entrelazada en el miedo.

—¡Miradas en el suelo! ¡Miradas en el suelo! —Al otro extremo de la enorme habitación un hombre fornido con su cuerpo completo de tatuajes gruñó, el arma apuntando tensamente hacia los costados, su voz dura y fría como el hierro —¿Quién diablos lo hizo? ¿Dónde jodidos está el maldito botón?

—Vaya hombre, relájate, ve adentro y busca a Barnie, ocupa ayuda por allí —La voz fresca de Tomlinson habló, fuerte y confianzuda.

Cuando el hombre se retiró, Tomlinson miró con mirada despreocupada a su alrededor. El banco estaba en silencio, solo se escuchaba las fuertes pisadas en el suelo al fondo y las voces de unos ogros gruñones, pero aparte de ello, nada. Frunciendo levemente el ceño, esperó, y por supuesto, la espera terminó. La alarma sonó por segunda vez, y entrecerrando sus ojos de halcón, vio por el rabillo de su ojo izquierdo a una mujer escondiendo una caja de metal en sus bragas.

No solía perder la paciencia tan rápido en este tipo de operaciones, pero verdaderamente creyó que todo estaría calculado, y ciertamente no esperaba armar escándalo. Bueno, algunas cosas no salían como uno planeaba.

—Niña bonita, ven aquí —Su voz era tranquila pero firme, y aunque no exactamente divertida, también burlona.

La mujer lo vio con ojos angustiosos, el pánico se envolvía en ella como una manta. Cuando ella no obedeció, Tomlinson caminó a paso decidido a su dirección con carencia de expresión.

—Cuando te den una orden, tienes que obedecerla, o puedes encontrarte con gente que no tenga paciencia, especialmente como yo —Cuando escuchó las sirenas patrúllales cerca tomó rápidamente la falda de la mujer y la tiró, bajándola y desnudándola. Allí en una de sus socadas medias está la caja de hierro, y al verla tuvo que reprimir un suspiro.

—Dios mío, no me mates por favor, Dios mío, ¡Dios mío! —La mujer lloraba ahora, el miedo se impregnaba en sus sentidos como sal y limón en alguna herida. Afortunadamente tenia aun control sobre algunas cosas.

—Esto cansa sabes, es muy irrespetuoso para él que me llames por su nombre. Me llamo Williams.

Justamente en ese instante una voz masculina y áspera habló —Williams, ¿Cuánto tiempo nos queda?

—No mucho —Rugió suavemente mientras veía la hora en su reloj. Definitivamente las sirenas se escuchaban más cerca ahora.

La chica a su lado sollozaba suavemente, y mirándola de reojo siente que su rostro es malditamente familiar. Entonces cae... Oh, oh... que linda sorpresa.

—Tomlinson, necesitamos ayuda —Barnie, un niño en sus veinte, blanco y rubio. Niño bonito —La ultima caja no se puede abrir, es una contraseña falsa.

Cabeceando hacia el hombre que había aparentemente mentido, comentó: —Ya veo, entonces tráemelo. —El hombre fue llevado no gentilmente hacia su dirección, y una vez allí Tomlinson lo miró con neutralidad —Aquí mi compañero dice que le has dado una falsa contraseña, ¿es eso cierto, novato?

El hombre, quien se aparentaba unos treinta a cuarenta años no contestó, a cambio, alzó la mirada con desafío y frialdad, su mirada quemaba con ira. Frente al edificio, como era totalmente de vidrio, se veía cómo las patrullas se detenían, hombres con pesado uniforme azul oscuro salían cautelosamente y apuntaban con sus armas firmemente hacia el interior.

CRIMINALWhere stories live. Discover now