Epílogo

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Remus caminó por la casa, observando todo con sumo cuidado. Había tenido días de luna llena, mezclados de la nueva soledad que lo abarcaban. Aún no lo creía, la noche de Halloween había perdido todo lo que amaba. Sus mejores amigos y su novia... Ahora sí estaba solo y lo sentía con intensidad. Era un desastre, las pesadillas lo despertaban a media noche y luego lloraba, lloraba por la partida de sus amigos, lloraba por Anna, lloraba por Belle. Lloraba por el. ¿Por qué no fue el que Voldemort asesinara? ¿Por qué no fue el al que Greyback destrozó? Se sentía culpable, porque no había estado ahí para evitar todo. Y Sirius... sabía que jamás volvería a verlo, y tampoco sabía si quería verlo.

Suspiró, debía dejar de pensar en eso. Comenzó a subir las escaleras de la casa que alguna vez había sido de Sirius y Anna. Caminó por un pasillo, llegando a la puerta del cuarto de la niña. No entró, no tenía la fuerza para hacerlo. Afrodita había sido la que más había sufrido. La niña estaba lejos, sin saber cómo se llamaban sus padres y nunca los vería. Siguió su camino, ahora parándose en la puerta del cuarto de la pareja. Estaba impecable. Sabía que Sirius no había vuelto a dormir ahí luego de que Anna desapareciera. El decía que no quería arruinar el olor de la chica. Remus entró, sintiendo un aroma dulce, a chocolate. Sonrió, era el aroma de ella.

-Ay, Anna, si tan solo lo hubiéramos sabido- murmuró, caminando hacia la cama, para sacar de debajo de ésta una caja.- Siempre tan predecible para mí, Jordan.

Abrió la caja, viendo un montón de fotos instantáneas muggle. Sonrió melancólico al recordar algunas. Vio una en especial, que el no recordaba, pero que estaba ahí, llamando su atención a gritos. La acarició, sintiendo como una lágrima resbalaba por su mejilla. Era una foto de él y Belle, ambos se miraban, sonriendo, con esa chispa de amor que ellos tenían. Dio vuelta la foto, esperando ver la fecha, pero solo había una descripción en español.

«¿Qué precio tienen mis sueños? ¡Vos ya sabés!»

Era la frase para el. Anna se lo decía con frecuencia, como una manera de recordarle que nada era imposible. Y la foto describía su sueño más oscuro e imposible; ser amado. Rió, recordando las veces que Anna y Lily trataban de hacerlo entrar en razón, que el merecía amor... pero, ¿cómo amar después de Isabelle Rosier? Jamás encontraría a una mujer tan inoportuna, tan insolente, tan... Belle.

Siguió buscando una foto en especial, hasta que vio otra que le llamó la atención. Estaban el, Anna y Lily, era de la época de Hogwarts, era una foto mágica, ambas chicas besaban las mejillas del chico y el sonreía abiertamente. Dejó la foto a un lado, junto con la anterior, volviendo a su búsqueda. Luego de un rato, encontró dos fotos que le hicieron latir el corazón. En una estaban todos los merodeadores, en la casa de James y Lily, riendo y hablando entre ellos. Era la foto que buscaba. La otra, solo era una de Afrodita en sus brazos, cuando aún era una bebé de dos meses.

—Me las llevaré, Ann, perdón— murmuró, para guardar la caja, dejando cuatro fotos a un costado—.

Se levantó, con las fotografías en la mano. Dio una última vista al lugar, abandonandolo como un cobarde. Bajó las escaleras, tomando una foto de una repisa, saliendo de ahí con toda velocidad, dejando atrás todo recuerdo que tenía. Se paró en la puerta, viendo hacia atrás por última vez.

—Anna, Sirius...— susurró entre lágrimas— Gracias por todo, gracias por estar junto a mí sin importar lo que soy.— dijo eso y salió, cerrando la puerta de la casa y desapareciendo en la oscura noche—.

.-.-.-.-.

Francia, 4 de Noviembre de 1982.

Apolline tomó a la pequeña niña que hoy cumplía cuatros años y la abrazó, logrando que ella sonriera dulcemente. La bajó, viendo su cabello azabache rebelde y sus profundos ojos grises. Un ruido distrajo su atención de la muchacha, una lechuza entraba por la ventana a toda velocidad y se posaba cerca de ellas. Traía un paquete. La rubia se acercó, tomando el paquete y dándole una galleta al ave. Sobre el paquete había una carta.

Apolline: Espero que estés bien, pero hoy solo mando la carta para desearle feliz cumpleaños a mi querida sobrina, Afrodita. Espero que la niña se comporte bien y no haga de las suyas, como sabía hacer Anna. Hace unos años su madre se fue, pero quedamos ambas para cuidar y amar a ésta niña hermosa. Especialmente tu, que te haces cargo de ella cien por ciento y con la dificultad de ya tener una hija. Lamento no poder ayudarte, pero Anna lo quiso así. No puedo ver a la niña hasta que ella quiera, hasta que ella venga para aquí con otros propósitos, así se lo prometí a mi rebelde amiga. Deseale feliz cumpleaños a la pequeña y espero que le guste su regalo. Saludos a Fleur y tu marido.

Con cariño, Narcissa Malfoy.

—¿Qué es, tía?— preguntó la niña, mirando a la mujer con curiosidad, ella solo le sonrió, tomando el paquete para abrirlo—.

—Una amiga que te mandó un regalo por tu cumpleaños, ¿quieres abrirlo?— ella asintió, entusiasmada—.

La rubia comenzó a romper el papel, viendo una caja de cuero, y un marco con una foto. No pudo evitar sonreír al ver la foto, tomó el pequeño papelito que estaba sobre el, leyéndolo para ella, "el padrino de Afrodita rescató esto de la casa de Anna, dijo que era algo que la niña debía tener" . Era una foto muggle de Anna, un chico y la niña. A los padres no se le veía la cara, solo se observaba a una Afrodita pequeña, que reía en brazo de sus padres.

—Ven, mi amor— se acercó a la niña, mostrándole la foto— ¿Recuerdas que hace unos días dijiste que querías ver a tus padres? Bueno, mira, no es la mejor foto, pero ellos son y ésta— señaló a la bebé— eres tú cuando naciste.

La pequeña azabache vio la foto con los ojos brillosos, tomando el objeto entre sus pequeñas manitas. Sonrió, abrazando el marco, contenta, al fin tenía algo de sus padres.

—¿Qué tiene la caja?— preguntó, mirando con curiosidad la pequeña caja negra—.

Apolline la abrió, encontrando una daga. La primera daga de Anna. Tenía su nombre grabado y se veía vieja, pero igual era hermosa. La rubia recordó que su amiga la había obtenido en su cumpleaños número cuatro y luego comenzó a practicar el lanzamiento de cuchillos.

—¿Qué es eso?

—Esto, cariño, era de tu madre. Creo que fue uno de sus objetos más preciados...— suspiró— Ahora es tuyo y, si deseas, aprenderás a utilizarlo, como tú mamá.

—Quiero ser como mamá— fue todo lo que murmuró, mirando con fascinación el objeto filoso—.

—Feliz cumpleaños, Afro— le dio un pequeño beso en su frente.

—Gracias, tía.— dijo, abrazando a la mujer que la había cuidado durante cuatro años y lo seguiría haciendo—.

.-.-.-.

Y llegamos al final, luego de tanto... ¡Gracias por los votos y los comentarios alentandome! Y si, chicas, quiero ver al mundo arder. Mejor si arde el sábado. Lamento lo de Anna y Belle, pero era esencial que pasara eso. Aparte, ya lo tenía pensado hace mucho. Soy una escritora cruel, lo sé.

Bueno, a lo que voy es a agradecerles por todo, sin ustedes jamás hubiera podido escribir esto y poner en sus mentes a Anna Jones/Jordan.

Ah, antes que nada, el fic llegó al #274 hace unos minutos. Yo no me fijo mucho en eso, más me fijo en que guste lo que escribo. Pero, pero, ése lugar es gracias a ustedes. Así que se hacen cargo.

Adieu, bye, bye, aufwiedersehen!

Es Igual A Mi...- Sirius BlackWhere stories live. Discover now