7°- Magia pura

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—Yo no soy pacífica como Lily.— advirtió Anna, apuntando directamente a James con su varita, mientras la pelirroja sacaba la suya—. Deja en paz a Severus o te juro que sabrás lo que se sientes los verdaderos maleficios, Potter .

—No me obliguen a echarles un maleficio —protestó James con seriedad.

—¡Pues retírale la maldición!— exclamó Lily con seriedad mientras la azabache solo movió su cabeza—.

James exhaló un hondo suspiro, se volvió hacia Snape y pronunció la contramaldición.

—Ya está —dijo mientras Snape se ponía trabajosamente en pie—. Has tenido suerte de que tus amigas estuvieran aquí, Quejicus...

—¡No necesito la ayuda de una asquerosa sangre sucia!

Lily parpadeó y, fríamente, dijo:

—La próxima vez no me meteré donde no me llaman. Y por cierto — añadió—, yo que tú me lavaría los calzoncillos, Quejicus.

—¡Pídele disculpas a Evans! —le gritó James a Snape, apuntándolo amenazadoramente con la varita.

Anna había bajado su varita al escuchar a Snape pronunciar aquellas palabras, lo miraba fijamente, pero éste no le devolvía la mirada. Estaba furiosa.

—No quiero que lo obligues a pedirme disculpas —le gritó Lily a James—. Tú eres tan detestable como él.

—¿Qué? —gritó James—. ¡Yo jamás te llamaría... eso que tú sabes!

—Siempre estás desordenándote el pelo porque crees que queda bien que parezca que acabas de bajarte de la escoba, vas presumiendo por ahí con esa estúpida snitch, te pavoneas y echas maleficios a la gente por cualquier tontería... Me sorprende que tu escoba pueda levantarse del suelo, con lo que debe de pesar tu enorme cabeza. ¡Me das ASCO! —exclamó, y dio media vuelta y se marchó de allí a buen paso.

—¡Evans! —le gritó James—. ¡Eh, EVANS!

Pero Lily no miró hacia atrás.

—¿Qué mosca le ha picado? —dijo James intentando en vano fingir que era una pregunta hecha al azar, y que en realidad no le importaba.

—Acaba de decir que eres un imbécil con todas las letras, Potter.— declaró Anna, logrando una risa del joven Black—. Tu no te quedas atrás, eres aún más detestable que tu amigo.

Y así, al igual que su amiga, la azabache salió caminando de ahí, dejando totalmente solo a Snape.

.-.-.-.

—¡Lily!— gritó la chica, siguiendo a la pelirroja lo más rápido que podía, pero la joven se movía con una velocidad impresionante,  ni si quieras se daba vuelta para verla-. Joder, detente.

La pelirroja aún así no se detuvo, sino que entró a unos de los baños del segundo piso, cerrando la puerta tras ella de un portazo. Anna hizo una mueca, tratando de abrir la puerta, pero la chica la había cerrado con una maldición.

—Joder, Lily, abreme.— pidió, hablando lo suficientemente fuerte para que la pelirroja tras la puerta la escuchara—.

No hubo respuesta, la azabache resopló, apoyando su mano en la puerta y comenzando a recitar un hechizo que usaba su madre. Era antiguo y nunca lo había visto en un libro, pero servía a la perfección en la mayoría de las puertas. Empujó lentamente, lograron que se abriera para luego entrar.

—¿Lily?— preguntó, observando el lugar, giró su cabeza hacia la derecha y luego a la izquierda, encontrandola—. ¿Estás bien?

Era una pregunta estúpida. La pelirroja abrazaba sus piernas y miraba hacia abajo. Eso sólo significaba una cosa, estaba llorando.

Era muy raro ver a Lily Evans de esa manera. Era una joven feliz, divertida y positiva. Simplemente no había un día que la encontraras triste. Pero ahí estaba, con su cuerpo moviéndose por el llanto. Anna suspiró, pero se sentó junto a ella.

—Severus es un tarado.— fue la primero que dijo—. Ambas sabemos que... bueno, le gusta la magia oscura. ¿Sabes? Creí que era solo eso, un gusto, nunca creí que fuera a decir eso...

No vio un cambio en su amiga, simplemente la ignoraba. Suspiró, simplemente sentándose a su lado.

—A nosotros no nos interesa que seas hija de muggles.— aseguró, sin ver a la chica—. Me tiene sin cuidado, al igual que a la mayoría. Sabemos que solo Slytherin opina eso...

La pelirroja se levantó, caminando hacia el lavamanos frente a ella, viéndose en el espejo y mojando su cara, para luego secar sin dejar nuestras de que había llorado.

—No quiero hablar de esto.— sentenció la joven, viendo a la azabache que asintió, levantándose y caminando hacia ella—. ¿Peleaste con Potter? Hace unos días eran amigos...

—Tuvimos un conflicto de intereses.— se encogió de hombros, tomando a la chica del brazo y caminando con ella hacía afuera del baño—.

.-.-.-.-.

—Finite incatatem.— murmuró la azabache, apuntando su varita al otro lado de la habitación—.

Como ella había esperado allí apareció su amigo, con las cortinas de cabello grasoso que caía al costado de su demacrada cara, demasiado blanca en esos momentos.

—Ah, siempre eres predecible.— comentó, guardando su varita—. ¿Para qué me llamaste?

El joven la observó con desconfianza, para que luego de unos minutos recién guardara su varita también. Hizo una mueca, observando a su alrededor.

—Necesito que me ayudes con Lily... ella no quiere perdonarme...— la voz de Severus le pareció aún más ahogada de lo común—.

Anna ladeó la cabeza, comenzando a caminar al rededor del aula en la que estaba, pasando sus dedos por las mesas suavemente, pensando.

—Lo haré.— declaró luego de unos minutos, pero antes de que Severus pudiera sonreír, ella agregó:—Solo sí me haces un juramento inquebrantable de que no usarás magia oscura a menos que sea necesario para salvar la vida de un inocente.

El joven slytherin abrió los ojos, totalmente impresionado de la cláusula que le había puesto su azabache amiga. No esperaba eso, no de ella.

—¡No puedo, Anna! El verdadero poder está ahí... No en esos hechizos que nos enseñan. No en Dumbledore y su magia inofensiva. El futuro es otro, es allá con el Señor Oscuro...

—Basta.— lo detuvo la chica pacíficamente—. No quiero otro discurso de por qué unirse a sus filas es la mejor decisión que puedes tomar en la vida.

—Es la verdad.— sostuvo, sin cambiar la expresión de su cara—.

—No sabes en lo que te metes.— advirtió, sin ver al chico, sino distrayendose con sus manos—. El no es piadoso. Te vuelves inhumano, es vivir esclavo de otra persona o la muerte... Severus...

—¿Y tú qué sabes de eso?— preguntó mordasmente, cortando a la chica que lo vió sorprendida—.

—Mi nombre es Anna Lines Jordan. Hija de Fixus y Lynai Jordan. Pertenecientes a la noble familia Jordan, miembros de los sagrados diez en Estados Unidos. Soy el último eslabón de una de las familias más poderosas del mundo. Mi padre fue Ministro, no hay registro de muggles en toda mi línea familiar.— informó, viendo la chico de arriba a abajo, despectivamente, como su familia le había enseñado a hacer con gente familiarizada con muggles—. ¿Por qué crees que ninguno de tus amigos se ha metido conmigo? ¿Por qué Malfoy me respeta? ¿O Avery? No soy solamente bonita, Snape. Soy jodidamente rica, influyente y una bruja extraordinaria. Me entrenaron para unirme a las filas de él. Nací, me crié y moriré en ese ambiente. Sé de lo que habló.

El azabache la vió totalmente sorprendido. Era cierto, nadie de su casa se había metido con ella, solo la miraban al pasar. En un principio pensó que era porque era un chica guapa, pero ahora cuadraba mejor.

—Yo no hablo con gente que piense que todo lo que nos hacen en la infancia es el camino correcto.— declaró, caminando hacia la puerta—. Mándale mis saludos a todas esas serpientes, dile que los veré en la reunión en mi casa en verano, sí es que los han invitado...

Y, sin decir nada más, salió del lugar, dejando a Severus Snape y sus pensamientos totalmente solos.


Es Igual A Mi...- Sirius BlackWhere stories live. Discover now