Día siete: Amigos

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Lali no se despierta porque es una mujer responsable que los domingos quiere levantarse temprano para aprovechar el día. No. Se despierta porque suena muy fuerte el despertador y le retumba tanto la cabeza que tiene que sacar un brazo de debajo de la almohada para apagarlo de un golpe que lo hace caer al piso. Refunfuña y seguro que dice un glosario de puteadas a medida que va girando sobre el colchón y queda de perfil. Tiene todo el pelo hecho un caos y el maquillaje desalineado como ella en su totalidad. Cierra los ojos un segundo y los vuelve a abrir porque le llama la atención que el otro lado de la cama esté vacío –dejame decirte que ya de por sí es raro que una empleada y un supervisor estén durmiendo juntos después de perder una apuesta. No, no mires para arriba buscando una aliada porque sólo soy tu creadora y como tal respetá mi opinión que no vale de nada. Prosigamos–. Pasa una mano por la sábana y la nota fría. Hace ruido con la boca porque la tiene seca y se pasa una mano por la nariz. Entonces abre muy grande los ojos como si fuese una caricatura. Levanta el cubrecama que le cubre todo el cuerpo y descubre que sólo tiene la bombacha y el corpiño. Y cuando lo vuelve a bajar no sabe si morirse o... bueno, morirse.

–¿Qué hicimos? –se para al lado del sillón y lo mira. Peter está sentado en la punta de la mesa leyendo algo en su notebook y tomando su café matutino y amargo. La mira de reojo y sin entender con el borde de la taza entre los labios– ¿Qué hicimos? –insiste; hasta un poco le tiembla la voz. Lali continúa con su quilombo en el pelo pero se vistió con un short y una musculosa antes de salir de la habitación.

–¿Qué hicimos de qué? –Peter no entiende en serio.

–¿Qué hicimos anoche?

–Tuvimos la fiesta de la Editorial.

–Eso ya lo sé. La pregunta es qué hicimos nosotros.

–¿Nosotros dos? –ella asiente y él continúa con su taza en mano– volvimos y nos acostamos.

–¿Nos acostamos cómo? ¿Qué hicimos? ¿Me hiciste algo? ¿Qué pasó?

–No sé a dónde querés llegar, Lali –yo tampoco.

–Amanecí desnuda. ¿Qué hicimos? –y él esboza un "ah" silencioso porque ahora ató cabos.

–Yo no hice nada, vos hiciste –eso la preocupa muchísimo más.

–¿Qué hice?

–¿En serio querés saber? –Lali asiente y Peter abandona la taza en la mesa– anoche en la fiesta tomaste demasiado y estabas bastante borracha.

–Andá al punto –Lali no necesita que le dibujen el contexto de la situación.

–Nos fuimos a acostar como siempre y a la media hora te levantaste con ganas de... –y hace una pausa. Mira para arriba y entumece los labios reprimiendo la sonrisa. Ella lo mira de reojo y mueve los pies porque la pone nerviosa que no terminen las frases.

–¿De qué?

–Anoche en la fiesta me dijiste que sos buena bailarina y digamos que después lo corroboré –y acto seguido ella se tapa la cara con ambas manos.

–Ay, no. ¿Te hice un streep tease? –y lo espía con un ojo entre dos dedos. Él suelta una risa hermosa y mañanera– no entiendo cuál es el chiste. Claro, vos la pasaste genial, así cualquiera.

–No hiciste ningún streep tease. Al menos no a mí, sino frente a la televisión –ella se saca las manos de la cara y lo mira. También tuerce un poco la cabeza porque no llega a hilvanar sus propios hechos.

–No entiendo.

–No me podía dormir entonces prendí la tele. Estaban dando un show de Ricky Martin, a los quince minutos te despertaste, te levantaste y pensabas que todavía seguías de fiesta y te pusiste a cantar "Fuego de noche, nieve de día".

TREINTA DÍASWhere stories live. Discover now