23. Todos moriremos

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Joel Pimentel

Abrí mis ojos poco a poco, estaba en la habitación, no tenía ni idea de que hacia aquí.

–¡ANGIE! –me levanté de golpe y al instante me sentí mareado.

–Vuelve a la cama –sentí que me tomaron del brazo y me devolvieron a la cama.

–¿Dónde esta ella? –pregunte desesperado.

–Ella está bien, tranquilo Joel –esa voz, esa voz era Zabdiel.

–¿Qué fue lo que pasó? –pregunté tomando mi cabeza entre mis manos.

–Nadie lo sabe, ni ella misma. Dijo que vio una sombra tras el espejo y al querer acercase más para ver, esa persona la empujo contra el espejo y este se estrelló en su cara –lo mire con asombro. Estaba más que cansado, como podían seguir permitiendo que pasarán estas cosas.

Me levanté sin importarme los regaños de Zabdiel. Tenía que verla, tenía que asegurarme de que estaba bien.

Lo más seguro es que siga en la enfermería, no la llevaron al hospital, ni eso podían hacer. Me encamine hacia la enfermería, la puerta estaba cerrada por lo cual tuve que tocar. Se abrió mostrándome a Patts, una de las enfermeras, la más grande para ser exactos, era una mujer de casi 65 años, no entendía como desperdiciaban su vida aquí, aunque bueno. Ella nunca tuvo hijos, por lo cual siempre nos trata como tal.

–¿Joelin? –se asomó dejándome ver más su rostro.

–Patts –sonreí–. ¿Crees que podría pasar? Quiero ver a Angie.

–Pues no puedes –miro al suelo–. Pero sólo porque eres tu, haré una excepción.

–Gracias, gracias –le di un fuerte abrazo, me cedió el pasó y entré buscando con la mirada a Angie.

Ahí estaba ella, acostada en la camilla con varios cables conectados a su cuerpo. Estaba despierta, pues se encontraba mirando a un punto fijo, no se dio cuenta cuando la enfermera abrió la puerta ni en el momento en que yo entré.

–Preciosa –susurré acercándome a ella, miro a mi dirección y sus ojos se cristalizaron.

–Joel... –extendió sus brazos para que le diera un abrazo. Me acerque a ella y con cuidado de no lastimarla le di un abrazo.

–Tranquila nena, todo estará bien –acaricie su mejilla. Ella temblaba, sabía que tenía miedo, pero, ¿de que?

–Me quiero ir –murmuró–. Algo malo pasa aquí, y no quiero estar cuando todo se alboroté.

–¿De que hablas? –pregunté.

–Joel... Si seguimos acá, todos moriremos –la miré confundido, aquello que había dicho logro dejarme en shock. En otras circunstancias se me hubiese hecho la cosa más absurda del mundo, pero bien, con todo lo que hemos vivido, y lo que ha pasado aquí, se que no es broma.

–Saldremos –fue lo único que dije.

Me acomode mejor para evitar molestarla o lastimarla. Me había quedado pensando en aquello, diablos, tenía toda la razón.

¿Que podía hacer?

Que podía hacer para que el director nos sacara de aquí, si le decía lo que Liv. O cualquier otra cosa relacionada con lo que estaba pasando, seguramente me tomaría como un loco y en vez de sacarme de aquí me llevaría directo a un loquero y haya no había salida.

Necesitaba pruebas, necesitaba algo con lo que me diera la razón. Tenía que enterarse que algo pasaba aquí, de una ú otra forma.

Y al final, sería yo, quien los sacara de aquí.

Insane |Joel PimentelWhere stories live. Discover now