28. Es una advertencia

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Estaba en una habitación, la misma de la primera vez que intente escapar.

–Veo que despiertas –oí una voz, la reconocí al instante; la directora.

–¿Qué está pasando?

–Tu siempre tan entrometida –golpeó la palma de su mano con un látigo negro que sostenía–. Siempre estropeando mis planes.

Se acercó a mi a pasos lentos, podía escuchar como se reía de mi. Me tomo con agresividad del rostro elevando la mirada. Pasó el látigo alrededor de mi rostro y sin esperármelo, dio un fuerte golpe con el látigo contra mi mejilla.

Caí al suelo gracias al fuerte golpe, las lágrimas no tardaron en salir. Me intente levantar del suelo pero el tipo de musculatura extrema se acercó a mi y puso su pie en mi espalda haciéndome golpear el suelo de nuevo.

–¡Basta! –supliqué.

Pronto sentí como la mano del tipo se acercó a mi, jalando con fuerza de mi cabello. Me soltó de golpe, volví a caer golpeando mi rostro contra el suelo, podía sentir el sabor metálico en mi boca.

–¿Qué quiere de mi? –apenas pude pronunciar.

Seguía con una sonrisa en su rostro.
Se arrodilló frente a mi y sobo mi mejilla.

–Pequeña y linda, Angie. Sólo quiero que dejes de meterte en mi camino –susurró cerca de mi oído–. Está es una advertencia, sigue así y te iría peor.

Se levanto y salió de la habitación. El hombre se acercó a mi antes de dar una patada en mi estómago provocando que mi espalda chocara con fuerza contra la pared, al igual que mi cabeza.

Sentía mis párpados pesados, pero no podía quedarme aquí. Como pude me levanté, todo mi cuerpo dolía y sentía que caería en cualquier momento.

Apoye mi peso sobre la puerta evitando una caída. No podía ni dar un pasó sin estar cerca del suelo. Fuera, en el bosque, se veía mucho más oscuro de lo que ya estaba.

Las ramas golpeaban mi rostro con cada pasó que daba más no hacia nada para evitarlo. Las luces del internado brillaban, podía verlo a lo lejos.

Unos pasos se escucharon detrás de mi, voltee encontrándome con el mismo hombre.

Alarmada, comencé a correr en dirección al internado. Mi pierna cojeaba tanto que parecía gelatina.
Voltee hacia atrás dándome cuenta que aún seguía corriendo en mi dirección.
Pronto la luz logro cegarme por completo, seguí corriendo aunque mi vista ayudara de muy poco.

Esta apunto de subir las escaleras de entrada cuando mi cuerpo choco con algo duro.

–¿Angie? ¡Cariño que te ha pasado!

Sus brazos me sostuvieron rápidamente, sentí como alejaba los mechones de cabello de mi rostro. Su respiración estaba agitada y podía escuchar su latido acelerado.

Me apegó a su pecho acariciando mi cabello, escuche pequeños sollozos .

–Joel...

–¡AYUDA!

Comenzó a gritar esperando ser escuchado.

–No hables cariño, por favor –pidió.

Sus ojos estaban cristalinos y sus labios temblaban.
Pronto escuche gritos y más gritos. Las sirenas de una ambulancia y mi cuerpo siendo llevado a un hospital.

Insane |Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora