27. El folio

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Trague saliva y los deje de nuevo en su lugar. Sabía perfectamente a quien le pertenecían esos zapatos, Joel.

–Listo, por fin un poco de silencio –dijo coqueto. Aún me encontraba nerviosa por mi reciente descubrimiento.

Se acercó a mi y depósito un suave beso en mis labios.

–Te quiero –susurró

Aclare mi garganta–. Y yo a ti

–¿Qué pasa?

–Joel... –trague saliva–. Tu zapato.

Lo señale y el miro confundido hacia donde señale.

–¿Qué quieres decir? –pregunto tomándolo en manos–. ¿Qué soy culpable de algo?

Sólo asentí. Podría ser que el tuvo algo que ver y yo no me había dado cuenta de ello, todo encajaba.

–¡Esto es increíble! –grito.

–Joel... Sólo dime la verdad.

–No he hecho nada –dijo enojado–. No creo que pienses esto de mi. No tu...

Se veía dolido, en sus ojos pude notar que no mentía cuando dijo que no tuvo nada que ver.

–¡Perdón! Te creo, de verdad lo hago –quise arreglar mi error.

–Vete –susurró. Yo seguía quieta en mi lugar sin mover un sólo músculo–. ¡Vete! ¡No te quiero ver!

Grito enfadado

[...]

Mire a ambos lados asegurándome de que no hubiera persona alguna por los pasillos.

La única forma de descubrir que estaba pasando era ir hacia el otro instituto. Lo peor es que tenía que atravesar el maldito bosque. Lo único bueno es que después de mi descubrimiento Zabdiel había entrado a la habitación, se topó con el zapato de Joel debajo de la cama y lo regaño por no limpiarlo. Después ambos me explicaron la pelea que tuvo con mi hermano, ahí el porque de la sangre. Pero Joel seguía enojado conmigo, y ahora me veía en la obligación de arreglar lo que hice y encontrar al culpable.

Me movía rápidamente entre las ramas de los árboles intentando tener cuidado con las espinas. Aunque si me lleve alguna que otra picadura.

Estaba oscuro y se veía más que turbio. La puerta estaba a tan sólo unos metros, tenía que pensarme bien como entraría.

No podía simplemente llegar y aparecerme como por arte de magia. Al estar frente a la puerta trasera de la cual nadie iba, me di cuenta de algo. Tenía un montón de cuerdas y estaba rasgada por las partes de abajo.
Deshice los nudos y empuje la puerta un poco, esta se abrió y me mostró la cocina. Se veía sucio, como si no hubiesen limpiado desde hace tiempo.

Salí corriendo por el pasillo y estaba de igual forma. Había cosas escritas en la pared y todas las puertas de las habitaciones estaban abiertas.
¿Cuándo se habían ido?

Camine hacia el despacho de la directora, seguramente encontraría algo ahí. También estaba abierta y tenía los cajones abiertos con papeles regados por todo el suelo. Parece que no había sido la única en venir y alguien lo hizo primero.

Me acerque rápidamente y comencé a buscar entre los papeles sin estar segura de que era lo que quería encontrar. Un folio color vino captó mi atención. Estaba bajo el escritorio y tenía varias hojas blancas cubriéndolo como si alguien lo hubiese puesto ahí a propósito.

Lo tome entre mis manos y lo comencé a leer. Eran informes de los alumnos, con fotos. Y exactamente no eran fotos de su rostro, eran fotos de su cuerpo, con marcas de moretones, mordeduras y heridas.

¿Qué significaba esto?
Tome el folio entre mis manos y lo apreté contra mi pecho. Tenía que mostrarle esto a los chicos.

Corrí hacia la salida pero mi cuerpo choco con algo duro.

–¿Pensabas ir a algún lado?

Sentí un golpe en mi cabeza y pronto todo se volvió oscuro.

Insane |Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora