Capítulo 34 »Penúltimo«

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La noche había llegado con rapidez, me encontraba dentro de los brazos de Joel. Me aferraba a su cuerpo sin la intención de soltarme, sus ojos estaban cerrados y su respiración era lenta, tranquila.

Habían pasado más de treinta minutos desde que nos fuimos a dormir, más mis párpados no se querían cerrar, el sueño desapareció por completo de mi. Me acurruque más a su cuerpo y volví a cerrar los ojos, intentando dormir por quinta vez.

Un fuerte portazo se escucho desde la planta baja, me levanté de golpe al escucharlo. Joel seguía durmiendo y parecía no haberse percatado del gran ruido. Me zafe de su agarre, con cuidado de no despertarlo, coloque mis pantuflas y salí de la habitación.

La puerta de entrada estaba totalmente abierta, se escuchaban unas pisadas resonar por toda la casa. Retrocedí unos pasos y fui a la habitación de nuevo, moví a Joel con fuerza intentando que despertara, se sobré saltó y de un dos por tres se acomodó en la cama.

–¿Qué pasa? –se talló los ojos, me miro con detenimiento y se dio cuenta de mis ojos llorosos–. ¡¿Qué sucede?!

–Alguien ha entrado... –susurré en voz baja. El me miro alarmado, y no tardo en asomarse por la puerta de la habitación.

–Quédate detrás de mi –advirtió, posé mis brazos al rededor de su cintura y seguí sus pasos.

No había nadie por el pasillo, entramos a la primera habitación, Christopher y Jaz, estaba durmiendo plácidamente, al escuchar la puerta abrirse de golpe, se levantaron asustados.

–No estamos solos –avisó.
Ambos se miraron nerviosos y se acercaron a nosotros, íbamos a salir de la habitación cuando un cuerpo musculoso nos impidió la salida.

–¡IMBECIL! –chillé golpeando su pecho, me había sacado un susto enorme.

–Ya, tranquila –susurró Richard.

–Tal vez fue el papa de Erick, ¿No? –opino Christopher.

Descarte por completo esa opción al escuchar unos pasos aproximarse. Joel se acercó con rapidez y jalo de mi brazo apegándome a el.

–¡Cierra la puerta! –grito Jaz.

Zabdiel corrió hacia ella y la cerró con llave. Mientras que Christopher y Richard movían un buró hacia la puerta.

Mi corazón latía con fuerza y sentía que este sería nuestro fin. Por más que nos escondamos é intentemos huir, siempre nos encontraran, siempre darán con nosotros.

–¿Estas bien? –preguntó Joel.

Sólo asentí, no quería preocuparlo más de lo que estaba, porque claramente no estaba bien.

Sentía mi cuerpo temblar, Joel sujetaba más su agarre, camino conmigo hacia la cama y me ayudo a sentarme ahí. La poca luz que entraba, iluminaba el rostro de Joel, me miraba preocupado é intentaba evitar que me entrara un ataqué.

–Respira, tranquila –murmuró Joel.

Los pasos cesaron, y ya no eran sólo eso, aquella persona comenzó a hablar con fluidez.

–Donde están... –su voz sonaba tal cual película de terror.

Jamás en mi vida había escuchado esa voz.

–Ya llegó su tiempo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, la puerta comenzó a moverse con brusquedad, alguien estaba empujando de ella.

–No crean que están a salvo ahí adentro –volvió a hablar–. Están con el mismísimo demonio.

Trague saliva y mire hacia todos lados en busca de alguna salida.

–¿No es así, Joel?

Su vista se posó en mi, sus ojos color café habían tomado un tono más oscuro, me tomo de los brazos y sonrió de manera macabra.

Insane |Joel PimentelWhere stories live. Discover now