26. Algo más...

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–¿Chris? ¿Jaz?

Llame la atención de ambos. Christopher se paró de golpe y se acercó a mi.

–Y-yo. Yo te lo iba a decir –tartamudeo.

Se veía nervioso y lo único que hice fue reírme en su cara.

–¿Qué?

Pregunto. Tal ves pensó que me molestaría el hecho de que hace unos instantes se estaba besando con mi mejor amiga, o el hecho de haberme ocultado cualquier cosa que pasó entre ellos.

–No tienen nada que explicar. Creo que ya están grandes para saber lo que hacen.

Y si, no lo niego, me tomo por sorpresa sus acciones. Pero tenía razón en decir que ya estaban demasiados grandes para saber que hacer, pero se me hizo algo bastante ridículo el hecho de tener que esconderse para demostrar su amor.

–Lo siento Angie –se disculpó Jaz.

Sólo reí. Me acerque a ella y le di un abrazo, quedando claro que no estaba enfadada con ella.

Era mi hermano, ni que fuera mi novio para molestarme por algo así. Giu, de sólo imaginármelo me da asco.

–Iré a clases, nos vemos después –mentí. No espere a que dijeran palabra alguna y tan sólo me fui de ahí. Claramente ese no era el mejor lugar para descansar.

De camino a mi habitación mi cuerpo choco con algo, o con alguien más bien.

Era Joel.

–Te estaba buscando –sonrió mostrándome su blanca dentadura.

–¿De verdad?

Asintió

–¿Ya te dejaron volver? –se refirió a lo de la enfermería. Alcé mis brazos en clara señal de que si no tuviera el permiso, no estaría de pie frente a el.

–Ah, perdón –comenzó a reír.

–¿No tienes que ir a clases? –pregunté a lo que el negó.

–Estaré contigo el día de hoy, así que siéntete afortunada –hablo con cierto ego. Este chico nunca cambiaba.

No fuimos a mi habitación, en cambio comenzamos a caminar en dirección a la suya. Abrió la puerta y me ofreció el pasó, entre primero y oí como cerraba la puerta detrás nuestra.

–¿Y que haremos? –pregunte.

Alzó la ceja y comenzó a reír.

–Lo que tu quieras primor –mandó un beso al iré.

–¡Joel! –cubrí mi cara con la almohada que estaba en la cama. Sentí como la alejó de mi rostro y me dio un repentino beso–. ¡Oye!

Me quejé. No me lo veía venir.

La alarma comenzó a sonar, Joel se levanto y fue directo a apagarla.
Veía la habitación con detenimiento, sólo había estado aquí una vez. Había tres camas, como en todas las habitaciónes.

Pero lo que más llamo mi atención. Fueron los zapatos que estaban bajo la cama de enfrente.

–Pero que... –susurré.

Mire hacia Joel quien me daba la espalda intentando apagar la alarma. Me acerque hacia la cama, estirando mi brazo en busca del zapato.

Era un zapato blanco, digo "era" porque ahora una gran mancha de lodo cubría el zapato. ¿Lodo?
Estaba por dejarlo en su lugar cuando me di cuenta de algo más.

No sólo tenía lodo, también había sangre...

Insane |Joel PimentelМесто, где живут истории. Откройте их для себя