Vergüenza

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Alex aterriza casi de forma limpia.Tanto como se puede con el movimiento.Sigue corriendo a la par del autobús.

―Ahora tú ¿Qué esperas?

―Espero el momento más seguro.

―¡EY!―grita el chofer.

―El momento seguro es ahorita.

―Aaaaah―salto con los ojos cerrados y Alex logra atraparme.

Se produce una dolorosa descarga entre nosotros y me suelta enseguida.

―Tú me das toques―dice mientras pasamos por los autos.

―Yo diría que es al revés―respondo sacudiendo la cabeza.

Los neumáticos de un auto se tallan contra el pavimento, quedando a unos pocos centímetros de mi. Lo miro como una liebre deslumbrada en medio de la carretera y Alex me jala de la manga con el índice y pulgar. Su fuerza es sorprendente.

―¡Muévete, no te quedes mirando!

La avenida se vuelve un concierto de bocinazos e insultos.

Al llegar a la acera nos metemos por un callejón y nos detenemos a recuperar el aliento.

―No todo salió mal, al menos recuperé mi marcador―dice mostrándolo y soplándole como al cañón de un revólver.

Le doy un manazo a marcador y cae a un lado.

―Dañaste propiedad privada, casi haces que ese pobre hombre se muera de un coraje y me hiciste saltar ¡saltar!―digo sofocada.

―Necesitas salir más seguido―dice recogiendo su marcador y guardándolo en el bolsillo trasero de su pantalón―.Haces un escándalo por todo ¿sabes? Ahora entiendo porqué no tienes amigos.

―Si tengo.

―Los de tu imaginación no cuentan.

Llegamos a la calle principal de la zona comercial. Alex empuja la puerta de vidrio de una tienda departamental y buscamos la papelería.

―Mi amiga es muy real se llama Clara.

―Ajá ¿dónde está? ¿por qué no pidió estar en tu equipo?

―¿A qué escuela vas? Clara se sienta junto a mí. Está lastimada y por eso no ha ido a clases.

―Ya sé quien es, la bonita de mochila rosa.

―Supongo que sí, puedes decir que es bonita.

Y sí que lo es. Clara es lo que me gustaría ser en otra vida: bonita, paciente y lista. Sin mencionar que sus padres están orgullosos de ella y nunca la comparan con nadie. Por si fuera poco tiene su propio auto. A pesar de todo esto no es presumida.

A algunas nos toca ser la amiga fea.

Agarro un carrito y lo empujo hacia la zona de pinturas.

―Déjame a mi―dice y yo me aparto. Trato de evitar que el contacto con él me eletrocute.

Por supuesto Alex toma impulso y luego se sube en la reja del carrito, paseándose.

―Nada más falta que rompas algo para hacer este día perfecto.

―No soy tan idiota.

―Yo tengo mis dudas.

Alex se detiene y me mira.

―¿Siempre tienes que estar a la defensiva?

Justo cuando intento reflexionar en sus palabras, agarra impulso de nuevo.

Si pudiera odiarteWhere stories live. Discover now