Pasaba por aquí

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Los sábados en la mañana normalmente me levanto tarde y como cereal metida en la cama, viendo dibujos animados. Esta vez, el sol apenas se asoma y ya estoy meditando frente a la ventana.

Clara se da vuelta en la cama y al verme como estatua pega un grito de horror.

―¡Qué haces levantada! ¡Me asustaste tonta!

La ignoro por completo.

―Son dos días Clara, dos días sin clases. Es tiempo de sobra para que Alex vaya corriendo detrás de Carmina.

Amodorrada, ella se sienta en la cama y recarga la cara en la almohada. La abraza fuerte, dando un largo bostezo.

―Es muy temprano para pensar―tiene todo el pelo en la cara y comprendo que no me va a ser de mucha ayuda.

Parece que las resacas del Universo de Alex, el Alexverso son cada vez peores. ¿No estaré siendo muy confiada? ¡Y yo creyendo que puedo persuadirlo! Él y Carmina son como dos sanguijuelas, será difícil despegar el uno del otro. Si a él le gusta de verdad, me estoy entrometiendo en su relación y todo por una calificación... y conservar mi vida. De un momento a otro me convertí en una villana de telenovela.

―Despierta Clara, despierta. Estoy muy arrepentida, me equivoqué.

―Ñaaam, ya es tarde para arrpentirse―contesta todavía adormilada.

―Voy a arruinar la vida amorosa de Alex.

Clara se da palmadas en las mejillas.

―Le estás haciendo un favor, si sigue así va directo a la ruina y tu junto con él.

―Si le digo la verdad, quizá lo entienda.

―¡Ni se te ocurra! ¿Qué quieres? ¿Que Chino lo muela a golpes? Ana, este tipo es serio, Alex debería saber los riesgos de flirtear con la novia de su ex amigo ¡un pandillero nada menos!

Me tiro boca abajo en la cama.

―Antes de hoy―digo con la cara aplastada contra el colchón―.No se sentía cómo que iba a mentirle.

Ella me golpea con la almohada en el trasero.

―Te estás preocupando mucho por sus sentimientos ¿no?

―Odio las mentiras, es todo.

―Bueno, es que has dicho tantas últimamente que una más no te hará daño, en especal porque es una mentira piadosa.

Pensándolo bien, ella tiene razón. No lo estoy mandando al matadero, sino todo lo contrario.

Sé que no es lo más correcto, pero hago lo que puedo ¿no? Y lo hecho, hecho está.

―Ahora tengo que inventar algo para que Alex no vea a Carmina en dos días completos―digo poniéndome boca arriba muy desasosegada.

―Sólo hay una cosa qué hacer en casos como este―dice arqueando las cejas.

No sé cómo logra convencerme de que esta es una buena idea. Maniobrando peligrosamente en el auto y con Gus al teléfono, llegamos hasta la casa de Alex a las diez de la mañana.

―¿Bueno qué le voy a decir?

―Yo que sé, algo de la tarea. Mira tengo que conducir con un pie malo, ya tengo bastante de qué preocuparme.

Abandonada, acomodo mi bolso cruzado, reviso que mis jeans tengan el zipper arriba y sacudo mi blusa de mangas abullonadas. Ni que fuera el Palacio de Buckingham ¡pero estoy muy nervioa!

Toco la puerta estilo Tan tan ta-tán tan, olvidando que Alex no vive sólo. Cuando me percato de ello ya es tarde ¿por qué no golpeó la puerta con un simple toc toc como la gente civilizada?

La puerta se abre de par en par y la radiante sonrisa de la mamá de Alex me recibe.

―¡Anita! Qué gusto tenerte por aquí.

Balbuceo un par de cosas y en un tris, mamá Alex ya me pasó a su casa.

―¿E... estará Alex de casualidad?―pregunto muy temblorosa.

―Uy, todavía está dormido, los sábados se levanta hasta mediodía. Le voy a hablar.

¿Mediodía? Maldición. De haber sabido lo hubiera dejado dormir, ahora tengo que matar el tiempo.

―No se moleste, podemos platicar usted y yo.

A ella le parece bien y va a la cocina por galletas y leche. Nunca le diría que no a semejantes manjares. En su ausencia aprovecho para echar un vistazo alrededor. Es una casita pequeña y acogedora. Puede que los sillones estén algo gastados, pero tienen una bonita cubierta. Unas pocas fotografías me revelan la falta de un papá y que tiene un hermano o hermana mayor (hay una típica foto de boda en la pared). No es en absoluto el lugar en donde te imaginarías que vive alguien como Alex.

―Ojalá te gusten, yo las horneé, es que a mi bebé le encantan.

Tuerzo los ojos a la primera mordida. Son suculentas como un pedazo de nube derritiéndose azucarada y mantequillosamente en la boca. Me zampo toda la galleta y luego caigo en la cuenta.

―¿Bebé?―pregunto con migajas en la boca.

―Alex quiero decir, no soporta que le diga así frente a la gente. Ya sabes cómo son los chicos.

Trato de no reírme y me lleno la boca con otro puñado de galletas.

―¿Tendrá album de fotos de casualidad?

Ya sé que es una movida algo vil, pero si llegué tan lejos en este allanamiento de morada tengo que hacerlo bien. Por supuesto la mamá de Alex está más que encantada pasando páginas y explicándome la historia detrás de cada foto.

―Aquí cuando salió de conejo en el Jardín de niños, decía que le picaba el traje.

―¡Pero qué cara de puchero!―digo muriendo de risa―.Aunque las orejas se le ven lindas.

―Y en esta se quedó dormido sin el pañal.

Me acerco a la foto, Alex bebé posa boca abajo, no muy feliz tampoco.

―¿Qué le pasó a su trasero? No está tan cruvilíneo como antes.

Las dos reímos, y continuamos el tour de fotos vergonzosas de su infancia.

Entonces una de las imágenes llama mi atención. Alex es mucho mayor y hay un grupo de chicos y chicas con él, Carmina desde luego y Chino también. Otro muchacho está a un lado de Alex y se ven tan cercanos igual que dos hermanos.

―Pobre―dice la madre de Alex―. Desde entonces no ha querido hablar sobre eso.

Me muerdo el labio queriendo saber más. No encontraré una mejor fuente de información que ella, sin embargo no quiero ser tan imprudente. Quizá consiga enterarme por otro lado.

―¿Tiene más fotos de bebé?―pregunto con la última galleta en la mano.

―Si claro, puedes agarrar el otro album del librero, voy por más galletas―dice dándome palmaditas en la pierna.

Voy al librero y saco un album grueso. Nada mejor que ver fotos embarazosas para compensar todas las molestias que me he tomado. Me echo la galleta entera para tener las manos libre y mientras mastico paso la hoja.

―Oye má, ¿has visto mi camiseta a cuadros con...?―dice Alex irrumpiendo en la estancia.

Volteo a verlo con la boca retacada. Sólo trae el pantalón de la pijama, una toalla en el hombro y se rasca la barriga descubierta.

Me ataca una tos incontrolable.

―¡Qué demonios estás haciendo aquí?―dice cubriéndose el pecho con la toalla igual que una damisela.

Y yo atragantada suelto el album, enrojeciendo como un tomate.

♥♥♥Continúa♥♥♥

Hoy no tocaba capítulo pero para compensar que no publiqué bien en la semana posteo otra vez.

Chauuu ♥♥♥

Si pudiera odiarteWhere stories live. Discover now