La ley y el desorden

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El Profesor Miranda va al interrogatorio de Rojas y en cuanto sale, se suelta el parloteo.

―Tuvo que ser un accidente―dice Vanesa a Daniel y Valeria―.Sería terrible que alguien fuera capaz de provocar el incendio.

―Te sorprendería la cantidad de maníaticos que hay―contesta Valeria, que no se ve feliz de que Daniel tenga el brazo alrededor de su amiga―.Tsss―me chista―¿A que el delincuentito lo hizo?

―¿Alex?―respondo y Valeria entorna los ojos.

―¿Quién más?

―Él... yo... creo que no... no.

―Tú sabes algo.

―Si Anabel supiera algo ya lo habría dicho―comenta Daniel.

Trago saliva y me voy sonrojando.

―Aunque estés tan convencido, para mí que esconde algo.

―Valeria―interviene Vanesa―.Todos estamos asustados y molestos, perdimos nuestras maquetas, pero no es justo acusar sin razón. Los interrogatorios todavía no terminan.

Una gota de sudor me resbala por la frente.

―Ana es una chica buena, estoy seguro que no sabe nada y tampoco hizo nada―opina Daniel.

―Y yo―lo segunda Vanesa.

―Gracias por su confianza―digo con voz quebrada y salgo del salón.

La oficina de orientación escolar se siente mucho más pequeña con el Profesor Miranda, un policía, yo y la orientadora presentes.

Tomo asiento delante del escritorio y el profesor y el policía se colocan a cada lado, al tanto de mis movimientos.

―Describa por favor este objeto―dice el policía al tiempo que la orientadora pone la maqueta sobre el escritorio.

―Es mi maqueta de volcán.

―¿Usted la hizo?―se prepara para tomar notas.

―Sí.

―¡Ya confesó! ¡Ella lo hizo!―interrumpe el profesor Miranda con ojos desorbitados.

―La entrevista todavía no termina, le agradecería que no opine sino hasta que terminemos.

Al profesor no le gustan las palabras del policía y bufa.

―Lo bomberos determinaron que había sustancias químicas dentro del cráter.

―Y no se les indicó que usaran nada además del vinagre y el bicarbonato.

―Mirandita por favor―interviene la orientadora―.Ten calma.

―¿Puedes explicar qué hacían esos químicos ahí?

―Bueno...

Una serie de pensamientos me invade al mismo tiempo. No planee las palabras exactas, debo elegirlas con cuidado. Debo parecer culpable, pero por accidente. Tengo que lograr que disuelvan mi equipo sin que nos expulsen. Mi corazón late de prisa y se me seca la boca.

―Nosotros...

―Lo hicieron con toda intención, esta chica quería hacer algo malo.

―¡Profesor Miranda!―dice el policía―.Es muy obvio lo que pasó, usted presionó tanto a esta pobre muchacha que hizo todo para sacar un diez

―¡No! ¡Fue a propósito! ¿Qué no ven?―su cara se pone demasiado roja y tira del gorro que trae puesto hasta romperlo. Es fácil comprender su furia cuando ves su cabello convertido en una plasta muticolor y mechones mal cortados. Ningún peine puede entrar en eso.

Si pudiera odiarteWhere stories live. Discover now