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En una ciudad con alto nivel de crecimiento y a la vez con grandes carencias, Marissa aún no lograba adaptarse

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En una ciudad con alto nivel de crecimiento y a la vez con grandes carencias, Marissa aún no lograba adaptarse... El lugar donde trabajaba era demasiado inhóspito, lúgubre y permanecía atiborrado de gente. Ella creció en el campo rodeada de verdor y con un clima muy favorable, luego vivió en un país de primer mundo, para regresar y terminar en un cuchitril de esa calaña, no era agradable, pero lamentablemente esa fue la oportunidad que le salió y aunque tenía mejores propuestas su masoquismo y amor por sus pacientes no la dejaban alejarse de aquel viejo hospital.

Dando pequeños pasos en el cuarto que era su consultorio logro poner todo en orden, a decir verdad el lugar dentro de esas cuatros paredes era mucho mejor que afuera en ese mismo recinto.

Hacia pocas horas había regresado de visitar a sus padres que vivían en una provincia del país, su familia tenía una finca ganadera consagrada a la producción de leche grado A, por ahora era un negocio bastante rentable, gracias a ello habían logrado graduar a tres hijos en diversas carreras, ella se había decidido por la carrera de medicina, trabajaba en un hospital estatal, la cantidad de pacientes que atendía diariamente era significativa, al final del día terminaba agotada y con muy poco ánimo, en cambio su esposo había tenido mejor suerte, él trabajaba para un hospital privado y sus condiciones laborales eran mucho mejor que las de ella, aunque últimamente vivía distraído y eso ya la estaba empezando a preocupar. Y para colmo de males tuvo que coincidir con el tonto de Raúl, siempre tan soberbio, tan seguro de si mismo, creyéndose el único dueño del mundo, aún no entendía como fue que se enamoro de ese egocéntrico sin remedio, la culpa la tuvo su inexperiencia y corta edad, cosas que él supo usar a su favor, ella le creyó cada una de sus bonitas palabras, creyó fielmente en esos ojos picaros y mentirosos y sin demasiados motivos terminó haciéndose daño al enamorarse de él.

El teléfono móvil la saco de sus pensamientos, era su hora de almuerzo y no se sentía con ánimos de ir a almorzar, entre el viaje desde Santa Lucia a la ciudad, el tener que ir a casa a prepararse para ir al hospital y el encuentro con Raúl, se le había amargado el día. Odiaba el poder que ese hombre ejercía en ella aún cuando él mismo lo desconocía.

—Hola —dijo al ver en la pantalla del celular el nombre de su esposo.

—Hola Mari...¿cómo va todo?

—Cansón como siempre... ¿Y a ti cómo te va?

—Aquí todo igual, ¿hoy saldrás a la misma hora?

—Creo que si, tengo el mismo horario —respondió después de verificar en su libreta, su horario era rotativo —¿Por qué lo preguntas?

—Solo es que... Necesitamos hablar —Él hizo una pausa y ella sintió cómo su corazón se encogió, algo le estaba sucediendo a Alex y estaba segura que no le gustaría lo que él quería decir —. Es importante para mí, bueno para los ambos —explicó con voz opaca.

—Tengo miedo de lo que dirás —esa era su verdad, ella no amaba a su esposo tal vez como debería, pero tenía miedo a perderlo, él era un hombre con grandes cualidades, de no ser así no se hubiera casado con él, aunque muy tarde comprendió que ni forzando las cosas conseguirá amarlo —. ¿Alex estas ahí?

Una errante Un perdido   (Inefable 2)Where stories live. Discover now