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El verde renegrido de los cafetales se dejaba divisar a unos quinientos metros de distancia, desde allí se podía apreciar también a la lejanía las casas de empleados de una hacienda vecina, una que para su propia desgracia le traía tristes recuerd...

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El verde renegrido de los cafetales se dejaba divisar a unos quinientos metros de distancia, desde allí se podía apreciar también a la lejanía las casas de empleados de una hacienda vecina, una que para su propia desgracia le traía tristes recuerdos, Raúl mantenía la mirada fija sobre el caserío, montado en lomos de Tango el equino color miel, un hermoso ejemplar grande e imponente, ágil y veloz aunque a veces un poco arisco.

-He escuchado que Miguel ha invertido una cuantiosa suma de dinero en remodelar las casas de sus empleados, ha hecho una Villa muy hermosa para los que viven en sus predios -mencionó Lucas que al igual que Raúl había parado el trote del caballo y miraba hacia el mismo punto.

-Es algo que debemos plantearnos nosotros también, es una inversión necesaria... -respondió sin apartar la mirada del caserío que apenas se dejaba ver.

-Tenemos tantos proyectos andando en estos momentos que pienso que será mejor no pensar en eso, al menos no por ahora -señalo Lucas.

-Tienes razón, pero los empleados se podrían poner a hacer comparaciones y terminar exigiendo mejores condiciones para sus viviendas y es mejor tener contento y tranquilo a el personal -. Concluyó.

Azuzó el caballo y este sin hacerse de rogar salió a todo galope.

El movimiento en los cafetales era asaz, la gente yendo y viniendo con canastas para recolectar los granos maduros era algo digno de observar.

Raúl de un brinco bajo de el caballo y los peones que se encontraban cerca del camión que esperaba por los cestos llenos de café se detuvieron a ver a su jefe, los hombres admirando la sencillez de su patrón y las mujeres sin poder evitar babear ante la imponente presencia de su apuesto jefe.

Saludo a los presentes y sin perder tiempo empezó su recorrido, al final de cuentas todo marchaba aparentemente bien. Era una nueva experiencia algo experimental, algo con un alto margen de fracasar, pero que él se propuso continuar; como lo hubiese hecho su padre. La recolecta de la primera cosecha se trataría de manera artesanal, desde la cosecha seleccionando con sumo cuidado los mejores granos, hasta el secado, la tostadura y molienda de los mismos; después se llevaría a evaluar el aroma y sabor que la altitud y suelo proporcionaban a dicho café, si todo resultaba bien al final de todo ese experimento se destinataria más hectáreas de terreno al cultivo cafetalero. Santa Lucía era una área propiamente dedicada al cuidó de diferentes tipos de ganado, desde vacuno, equino y porcino, nadie apostaba por la siembra de café aceptó Rafael, el difunto padre de Raúl, quien se deslumbró por esa idea y la dejo a medio andar cuando el fatal infarto terminó con su vida.

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El tráfico pesado como siempre impedía avanzar con fluidez, Marissa le subió el volumen a la música, sonaba la canción: Amor y Control de Rubén Blades, empezó a tararearla buscando relajarse, su día no había sido el mejor y la charla pendiente que tenía con su esposo la tenía con los nervios de punta. La gente haciendo sonar las bocinas de los autos solo ensordecían, provocando contaminación auditiva, porque de igual manera seguían ahí estáticos en el mismo lugar.

Casi una hora después logró llegar a su casa, tan pronto como atravesó el portón de seguridad sintió como su estómago se encogió, estaba nerviosa indudablemente, eso no era normal en ella.

El carro de su marido estaba en el garaje indicando que él debía de estar en casa. Parqueo su camioneta al lado de la de él y descendió con parsimonia, al entrar lo localizó sentado en una poltrona, cerca de el minibar, Alex al verla se puso de pie y camino hacia ella.

-¡Hola! ¿Cómo ha ido tu día?

-Supongo que bien -respondió esbozando una pequeña sonrisa. -¿Y a ti que tal te a ido?

-Genial -aseguró él.

-Me alegra -era la clásica conversación de todos los días, pero eso no aminoraba su angustia.

-He mandado a traer la cena, necesitamos hablar y pensé que sería mejor si lo hacíamos en privado. -Marissa cabeceó y tomo el maletín que había puesto sobre la barra de granito.

-Subiré a darme una breve ducha y a ponerme cómoda... Ya regreso -Alex asintió y ella se retiró.

Varios minutos después regreso enfundada en un conjunto deportivo gris y el cabello amarrado en una simple cola de caballo, sin una pizca de maquillaje se veía más joven, aunque realmente lucia cansada. Su esposo la esperaba ya en la mesa, la había puesto para los dos y aunque él lo intentaba disimular Marissa podía notar su nerviosismo.

-Esto luce apetitoso -exclamó intentando alivianar el momento. Alex le sonrió y nuevamente ella sintió ese vacío en el pecho -. Vamos Alex no des tantas vueltas y empieza a decir lo que sea que quieras decir -pidió mientras se sentaba en la silla que él movió para que ella se sentará.

-Cenemos y luego hablamos ¿sí?-replicó él.

Ella no quiso llevar la contraria, comieron muy poco ambos y no porque la comida no estuviese deliciosa, sino por culpa de los malditos nervios que les impidió disfrutar de los alimentos como Dios manda.

-Dímelo -precisó, mientras se llevaba la copa de vino a la boca.

-Tú significas mucho para mí, ¿lo sabes verdad?

-¡Anda Alex!... Soy tu esposa como no voy a significar mucho para ti -aseveró, bebiéndose de un sorbo lo que le quedaba en la copa -Sin vueltas por favor -Alex asintió.

-Más que mi esposa eres mi amiga y aunque no quiero lastimarte, sé que de alguna manera lo haré.

-No te pongas sentimental por favor, no des tantos rodeos...

-No me interrumpas y deja de tomar -protestó él, al ver como ella volvía a vaciar la copa, tan pronto como la acababa de llenar -. No sé en que momento nuestra relación cayó en lo que es ahora, no creo ser el culpable y tampoco pienso que tú lo seas, creo que... Tal vez nunca debimos casarnos... Quizás fue prematuro y...

-¿Prematuro? ¡Por Dios Alex!, teníamos dos años de noviazgo.

-Al parecer no eran suficientes, puesto que no a funcionado. Esto ya no tiene pies ni cabeza y no quiero continuar así... -hizo una pausa y luego sin anestesia soltó - Quiero el divorcio. -Marissa abrió sus enormes ojos grises y trato de decir algo, pero solo balbuceos salieron de sus labios y al final no dijo nada -. Sé que tú tampoco te sientes cómoda con está relación, somos cualquier cosa menos una pareja.

-Podemos intentar arreglarlo ¿no crees?

-¿Realmente piensas que tiene arreglo? -el silencio de ella fue la única respuesta que obtuvo - Conocí a alguien más -confesó. -Marissa no se inmutó en lanzar reproches, ella lo sospecha desde hacia días, él estaba actuando extraño.

-¿La conozco? -preguntó por pura curiosidad femenina. Alex movió la cabeza afirmativamente -¿Y crees que vale la pena terminar con lo nuestro por ella? -tan pronto cómo hizo la pregunta se arrepiento, después de todo lo de ellos no tenía pies ni cabeza como lo había dicho anteriormente su esposo.

Hablaron hasta pasada la media noche intentando actuar de la manera más madura posible, ambos dejaron escapar una que otra lagrima, ellos se querían, pero no como pareja, su relación estaba en un punto afectivo más bien fraternal y aunque sabían que el proceso que les esperaba era tedioso su nivel de madurez y mutuo apoyo les sería de gran ayuda. Tenían vienes en común que repartir, afortunadamente no había hijos de por medio y eso que ella ya se estaba planteando la idea de proponérselo, tan solo estaba esperando las vacaciones de él para tratar el tema y si Alex estaba de acuerdo comenzarían a buscar su primer hijo.

La vida para ella era así; práctica sin complejos, monótona, aburrida, tediosa, pero aún así estaba cómoda en esa errante burbuja.

Arriba dejo una imagen de como imagino a Marissa. 👆

Una errante Un perdido   (Inefable 2)Where stories live. Discover now