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Alex quedó sorprendido al verlos salir, el hombre de las pesadillas de su ex era real, de carne y hueso, joven y apuesto

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Alex quedó sorprendido al verlos salir, el hombre de las pesadillas de su ex era real, de carne y hueso, joven y apuesto.
Cuando conoció a Marissa ella era muchacha tímida, pero de indudable inteligencia, eso sin tomar en cuenta su belleza. Marissa resultó ante sus ojos una mujer completa, en todos los aspectos, ella era dos años mas joven que él, sin embargo, su nivel de madurez lo hizo enamorarse de ella. En una de las muchas ocasiones que salieron a disfrutar de las diversiones que Londres les ofrecía le pidió ser novios, y cuando creyó que lo rechazaría, ella lo acepto, esa misma noche tomaron en exceso y terminaron teniendo sexo en el pequeño apartamento donde él residía. El día siguiente ella pareció arrepentida, pero con el pasar del tiempo se fueron enfrascando más en la relación y poco a poco empezaron a dejar de tener sexo para dar paso a hacer el amor. Cuando tuvieron que volver al país, él estaba seguro de que la amaba y que deseaba compartir con ella hasta el último de sus días. Tal vez así hubiese sido de no ser porque con tan solo dos años de matrimonio su relación se enfrió inesperadamente, es más, él podría jurar que el simple hecho de estar en ese país hizo que su relación cambiará, desde distanciamientos voluntarios, hasta excusas para no cumplir con los deberes conyugales fueron algunos de los detonantes para poner fin a esa relación. Eso sin tomar en cuenta las pesadillas nocturnas que ella solía sufrir.
Aún recordaba perfectamente, los gritos de Marissa en una ocasión que despertó en medio de una pesadilla. —Por favor no, no lo hagas, por favor... —rogaba ella, antes de empezar a gritar —Raúl... Raúl... Raúl. Él la llamó con cuidado al notar que ella soñaba algo desagradable. —Ya bonita, fue un simple sueño... —intentó consolarla, ella respiraba agitada y sendas lágrimas corrían por sus mejillas —¿Quién es Raúl? —preguntó intrigado. —Raúl Tavares —murmuró ella, aún adormitada. Aunque al día siguiente alegó no recordar nada y explicó que Raúl era un amigo de infancia... Él le creyó, ella no acostumbraba mentir y nunca se tomó el trabajo de investigar quién era el hombre que perturbaba la mente de su mujer, menos aún en esos días donde su cabeza era una maraña de pensamientos y culpabilidades, y porque él estaba perdiendo el interés por ella. Cupido había lanzado una flecha sobre él sin importar que era un hombre casado, y allí estaba él divorciado y sufriendo por un amor no correspondió. Mientras su ex parecía haber encontrado al dueño de sus pesadillas.

Marissa y Raúl salieron dejando a Augusto y Alex a solas. Anduvieron unos cuantos pasos por el pasillo con las manos agarradas. Raúl detuvo sus pasos, Marissa se paro frente a él. Se miraron a los ojos sin decir palabra, él paso la mano libre por la cintura de ella y en perfecta sincronía unieron sus labios en un largo y posesivo beso. Raúl sentía la imperiosa necesidad de marcar territorio, ella ahora era suya o eso pretendía él, no sé sabía un hombre celoso, mucho menos posesivo, pero el solo hecho de verla abrazada a su ex lo hizo enardecer hasta el punto de querer gritar en voz alta lo que sentía por ella, de no ser porque ni él mismo no lo tenia claro lo hubiese hecho.

Se mantuvieron abrazados un instante más, en silencio, ella se aparto lentamente para decir.

—A papá le hizo bien platicar contigo, lo noté en su mirada.

Una errante Un perdido   (Inefable 2)Where stories live. Discover now